Tenéis que venir a ver una de las películas ganadoras de Karlovy Vary
En su segunda presentación en el festival de cine de la ciudad balnearia, el director español Jonás Trueba se alzó con el Premio Especial del Jurado por su película Tenéis que venir a verla. En diálogo con Radio Praga Internacional, el realizador y su equipo revelaron varias claves para entender una obra que, a fuerza de trabajo en equipo, ha ido superando todo tipo de crisis.
“El de Karlovy Vary es un festival popular, eso me parece importante”.
Jonás Trueba
En esta ocasión ganó nada menos que el Premio Especial del Jurado en la Sección Principal por Tenéis que venir a verla, su sexto largometraje. Pero el director Jonás Trueba y su equipo ya habían estado en el Festival de Cine de Karlovy Vary presentando La virgen de agosto (2019), una película también muy interesante que tenía la particularidad de estar ambientada en Madrid en pleno verano, cuando las temperaturas resultan tan altas que todo el mundo parece irse afuera. Nada que ver con lo que ha visto en el festival de Karlovy Vary, dice el director.
“Karlovy Vary en concreto me parece un festival que tiene público, que tiene algo real y eso es muy importante, no es un festival cerrado de críticos, programadores, etc., sino que siendo eso es también un festival popular, eso me parece importante. Como el festival de La Rochelle, del que vinimos esta misma semana, donde ves de pronto la sala llena con gente mayor, joven, público diverso, frente a otros festivales que son muy elitistas”.
Aclara Trueba que lo que le hace un poco de ruido de ciertos ámbitos son los modos heredados de hace demasiado tiempo que no se corresponden con la realidad ni el lugar que tiene el cine hoy en la sociedad. Por eso afirma que, al hacer sus películas, intentan ser muy conscientes de su propia escala.
“Lo que hemos intentado es con el dinero que había poder hacer la película lo mejor posible. Entonces, decimos que hacemos películas posibilistas: son artesanales pero también son posibilistas y circunstanciales, y finalmente eso creo que nos ayuda a nosotros, mientras las hacemos, a no confundirnos, no pretender hacer una película más grande de lo que es, o como si tuviéramos más dinero del que tenemos, sino que intentamos en eso ser bastante realistas y creo que eso se acaba percibiendo en las películas para bien”.
La sagrada familia
Trueba agrega que, en sus películas, suele percibirse cierta familiaridad entre los actores y los que están detrás de cámara. Una especie de respiración que tiene que ver con el modo en que fueron realizadas. Y a propósito de eso, Jonás Trueba es de esos realizadores que mamaron desde siempre la industria del cine: su padre es el director Fernando Trueba, alguien que, en su opinión, está a la altura de Pedro Almodóvar y se destaca por haber manejado muy bien el éxito, y su madre, la productora cinematográfica Cristina Huete. Sin embargo, Jonás Trueba asegura que no vive esa especie de herencia artística como una presión.
“Bueno, me lo intento tomar de una manera sana, pensando que vengo de una familia de cineastas y estoy haciendo cine. ¿Qué significa eso? Sí que me obliga a revisar un poco mi propia motivación, mi propia vocación, porque soy consciente de que hay una gran parte que viene de transmisión directa, familiar, y luego hay otra parte en mí que viene de algo que he ido construyendo con mis amigos cineastas, que es más mío propio, y conviven en mí. Intento que convivan de una manera no dramática, una cosa no anula a la otra, se enriquecen”.
Jonás Trueba resume la esencia de sus producciones afirmando que el propósito ha sido el de enriquecerse como artistas en contextos de crisis. En el caso de Tenéis que venir a verla, ese trasfondo es nada menos que el de la pandemia. En ese sentido, otra clave de las películas de Jonás Trueba pasa por la idea de grupo, de lo colectivo, tal como confirma Vito Sanz, uno de los actores que viene trabajando con él hace una década.
“Nuestra amistad se ha construido con las películas y eso es muy bonito. El resultado de Tenéis que venir a verla es quizás el cúmulo de todas esas películas y de la relación que hemos ido teniendo a lo largo de estos años. Aprendimos trabajando en el cine el lenguaje cinematográfico, durante el rodaje de Los ilusos aprendimos con eso. Veníamos más del teatro y luego Jonás también tiene esa virtud y generosidad de intentar generar el concepto de casa, el concepto de familia y el amor por el cine y el respeto y el cuidado de lo que estamos haciendo”.
Las mascarillas, ahora en las pantallas
El actor entiende que la novedad de la película que volvió de Karlovy Vary con un premio importante bajo el brazo tiene que ver, quizás, con un tratamiento más profundo del tema de la pareja en relación a trabajos anteriores. Por su parte, el productor Javier Lafuente compara este film con Los ilusos (2013), en el sentido de que ambas obras surgieron en un contexto de crisis: una vinculada directamente a lo económico y la otra a las dificultades que significó el Covid.
“A mí sí me pareció bien que nuestra película tuviera la marca de la pandemia, su cicatriz”.
Jonás Trueba
“Luego lo que pasa es que la película ha ido incorporando la pandemia, que se ha ido alargando en el tiempo, y Jonás también ha ido añadiendo cosas que estaban en su cabeza y ha podido trabajar con ellas. En esta peli el tema no es la pandemia, aunque sí es un fondo, un background, el recipiente en donde la peli está contenida y que también nos contiene a nosotros”.
Es que, como si se tratara de un guionista más, la pandemia también fue generando elementos extra que, en otra situación, los realizadores jamás hubieran imaginado. Y, de hecho, se trata de uno de los grandes aspectos en común en muchas de las películas que se proyectaron en la edición 56 del Festival de Cine de Karlovy Vary. Jonás Trueba considera que incluir o no la pandemia ha sido uno de los más importantes debates en que, en los últimos años, se vieron involucrados los creadores de distintas disciplinas.
“Es verdad que el cine, como tiene esa cosa tan de atrapar la realidad, creo que había ahí una duda que se incorporó a cualquier cineasta: qué hacer con eso, tomarlo, hacer que no estaba pasando, ¿o qué? También la mayoría de las series o películas se pararon, esperaron y han seguido filmando como si nada. Si todos hubiéramos hecho eso el resultado hubiera sido extrañísimo, una especie de elipsis sobre un momento en la historia muy importante, entonces a mí sí me pareció bien que esta película nuestra tuviera esa marca, lo que ha dicho Javi, no hacer una película sobre la pandemia pero sí una película donde notas que la pandemia ha dejado una cicatriz en los personajes, que lo notamos en su estado de ánimo y también, de pronto, en que ves una mascarilla”.
Incluso antes de concluir su segunda visita a Karlovy Vary, Jonás Trueba anuncia la posibilidad de hacer pronto algo en Praga ya que asegura que el cine checo es para él una fuente muy importante de inspiración, lo cual se lo debe a su padre que, desde que él era un niño, le mostraba casi más películas checas que españolas. Sobre todo, las de Jiří Menzel y Miloš Forman. De hecho, revela que a veces a su padre lo llama en broma Papoušek, en homenaje al director de una de sus películas checas favoritas: Ecce Homo Homolka.