Tambores contra el neonazismo y la xenofobia
Centenares de personas participaron este martes en la actividad ‘Bubnování pro Bubny’, celebrada en recuerdo al primer tren que llevaba desde Praga a ciudadanos judíos a campos de concentración nazis.
Las personas que no callan al observar algún mal que ocurre a su alrededor pudieron asistir este martes en la estación de trenes de Praga – Bubny al evento en el que se tocaron tambores para alertar sobre la amenaza del neonazismo. Este se celebra todos los años y recuerda la salida del primer tren con judíos desde Praga a los campos de concentración nazis, así como a las personas que veían pasar a su lado y subir a los trenes bajo amenaza de muerte a miles de judíos, y se quedaron calladas y pasivas.
Es por ello que los participantes en este acto con motivo del 77 aniversario de ese suceso, tocaban tambores para declarar de esa forma que no se quedarían callados frente al mal. Entre ellos el senador Jiří Růžička, quien recalcó la necesidad de recordar semejantes sucesos de la historia y, sobre todo, contárselo a la joven generación para advertirle del peligro del neonazismo y de la xenofobia.“En primer lugar deberían hablar sobre el tema los padres con sus hijos. Importante es también el rol de la escuela, pero muchas veces a los niños se les enseña sobre la historia antigua, sobre el Paleolítico, la Edad Media, etc., sin llegar a la historia moderna. Esto está mal. Hablar de los acontecimientos que influyeron o influyen en nuestras vidas es una tarea de la enseñanza en Chequia. Estos tambores fueron fabricados seguramente por estudiantes y considero que semejantes ocasiones son las mejores para hablar con los jóvenes de esas cosas”.
Este año la actividad en la estación Bubny estuvo acompañada de muestras de un proyecto para una exposición titulada ‘El fútbol en el siglo de las faltas’, que culminará en la primavera de 2019 con una gran exhibición en la Planicie de Letná, en Praga. En su realización participarán estudiantes de la enseñanza media.
En la estación de trenes de Bubny han sido instalados paneles que familiarizan con el destino de varias personas de origen judío que antes de la Segunda Guerra Mundial vivían en los alrededores y a las que les unía el amor por el fútbol. Por su origen tuvieron que abandonar la capital checa, y eran deportados a campos de concentración. Algunos lograron salvarse, como por ejemplo el entonces popular comentarista deportivo Josef Laufer, a quien le ayudó Josef Bican, famoso delantero del club Slavia Praga, quien consiguió dinero para pagarles a los nazis por excluirlo de la lista de deportación.Pavel Štingl, uno de los organizadores de ‘Bubnování pro Bubny’, recalcó que a pesar de las enseñanzas negativas del pasado, en los estadios de fútbol europeos aparecen manifestaciones de neonazismo y xenofobia.
”Aquí en Europa registramos un grave problema en los estadios. Todos los clubes hablan de la gran agresividad de algunos espectadores, de manifestaciones de neonazismo y xenofobia. Hay clubes y ciudades que promueven programas de prevención para evitar esas situaciones. En nuestro país tenemos a policías y helicópteros que intervienen en caso de necesidad. Nuestro objetivo es abrir un debate público mediante esta exposición e impulsar la promoción también aquí de programas preventivos en los estadios de fútbol”.
En el acto que culminó con un happening y un concierto, fue anunciado que la estación de trenes Bubny, en Praga, sería sometida a una amplia reconstrucción y en el lugar iba a surgir un Monumento al Silencio.
El 16 de octubre de 1941 salió desde Praga el primer tren con unos 1000 judíos, a campos de concentración. Fue desde la estación de trenes de Bubny. Los nazis no consideraban personas a los judíos e iban a eliminarlos de la faz de la Tierra. Por eso también los distinguían por números que les asignaban y no por sus nombres. Después de la Segunda Guerra Mundial regresaron a casa sólo 24 de los ‘pasajeros’ de este ‘primer tren judío’. Durante los años posteriores de la estación de Praga-Bubny salieron en dirección a los campos de concentración nazis unos 50 000 judíos, de los que después de la Segunda Guerra Mundial regresó sólo un 10%.