Stanislav Běhal: Durante la guerra de los Treinta Años no todo era oscuro
Una nueva novela llena de intriga y batallas retrata lo dura que fue la vida en Europa Central durante la guerra de los Treinta Años. Su autor, Stanislav Běhal, contó a Radio Praga Internacional por qué eligió este periodo de la historia y qué conexión tiene con un monumento que volvió al centro de Praga apenas este verano.
Stanislav Běhal es un arquitecto y aficionado a la historia que ha participado en la restauración de varios edificios y monumentos históricos. Como resultado de su crisis de la mediana edad, según comentó en broma para Radio Praga Internacional, empezó a escribir hace varios años una novela de caballería. Esta lleva el título de ‘Kordy’ que podría traducirse como ‘Espadas’ y constituye solo el primero de los tres tomos que Běhal tiene planeado escribir.
Queriendo centrarse en el fervor de las batallas de la guerra de los Treinta Años, Běhal se puso a consultar fuentes históricas y terminó estudiando a fondo este conflicto armado que azotó Europa entre 1618 y 1648. El escritor cuenta también que una de sus motivaciones iniciales fue también rectificar la reputación de este periodo histórico.
“Me molestaba que el periodo tras la batalla de la Montaña Blanca, en 1620, siempre fuera presentado como una época de decaimiento y oscuridad. En mi carrera me he dedicado a muchas iglesias barrocas. Casi cada pueblo cuenta con una. Todo el paisaje que surgía en ese periodo, con vistas panorámicas, sitios de peregrinaje y alamedas, fue creado en el Barroco. Al ser católico, esta desproporción me molestaba, al igual que la interpretación unilateral de la historia de que todo este periodo solo trajo mal y sufrimiento a los estados checos”.
Al principio, Běhal quiso contrarrestar esta percepción con una novela tendenciosamente procatólica, pero, al sumergirse en la descripción de los hechos y consultar con historiadores, terminó esforzándose por crear una imagen equilibrada de la época, afirma.
Běhal cuenta que el personaje principal de su novela, Michael Nelk, es ficticio, pero que también aparecen figuras reales como, por ejemplo, el famoso caudillo militar Albrecht von Wallenstein. Y que muchos protagonistas quedan a medio camino entro lo real y lo ficticio, ya que tomó prestados nombres de nobles checos poco conocidos y los incorporó en la historia.
En cuanto al curso de la trama, Běhal afirma que se inspiró en eventos reales. Como ejemplo cita un evento de 1623 cuando Wallenstein terminó rodeado por soldados enemigos en la ciudad de Hodonín y sus expectativas no parecían nada optimistas.
“Gabriel Bethlen ya lo tenía derrotado. Pero de repente firmaron la paz y el Ejército Imperial, que iba a terminar destruido, se salvó. Y no se sabe por qué. Entonces, lo que hice fue incorporar esta historia. Y no quiero revelar demasiado, pero el personaje principal termina jugando un papel importante. Siempre tomo un evento interesante de la historia y procuro vincularla con la trama del libro”.
La primera guerra europea
De acuerdo con Běhal, adaptar con veracidad las numerosas batallas no fue nada difícil en comparación con la tarea de hacerse una idea de cómo era la vida común en la época que, según explica, terminó fuertemente afectada por la guerra.
“La guerra de los Treinta Años fue muy cruel. Fue la primera guerra que golpeó con toda su fuerza a la población civil. Cuando uno lee cuántos pueblos desaparecieron, es una cantidad comparable con las guerras husitas. En el país murió durante esta guerra un tercio de la población. Otro dato interesante es que, en cuanto a los soldados, muchos más murieron de hambre o en los hospitales que en batalla”.
La guerra de los Treinta Años fue el primer conflicto en el que se vio involucrada gran parte de Europa. Mientras que uno de sus motivos principales fue la religión, también la política y el poder desempeñaron un papel importante, explica Běhal.
“El primer impulso en Chequia fue que la mayoría de la población no era católica, pero el emperador sí. Y este empezó a aplicar el principio de ‘tal rey, tal religión’. Sin embargo, más que de opresión religiosa, se trató de limitar las libertades de los estados checos que, durante el débil gobierno de Rodolfo II, se habían acostumbrado a gozar de más poder”.
Además, Běhal sostiene que la tendencia de centralizar el poder era común para toda Europa en aquel entonces. Los Habsburgo deseaban consolidar su dominio en el lado austríaco y español, y a Francia y a Alemania no le agradaba demasiado estar en medio de sus imperios. Mientras, los países escandinavos, como Dinamarca y Suecia, querían reforzar su poder comercial en los mares del norte de Europa.
En cuanto al conflicto en las tierras checas, Běhal insiste en que los Habsburgo tenían poco interés en mantenerlo vivo.
“De acuerdo con lo que he leído, los Habsburgo no querían que se prolongara la guerra, su frente principal se encontraba en Hungría, donde luchaban contra los turcos. No querían que el imperio se fragmentara. Si los reinos de Austria, Bohemia y Hungría quedaban debilitados, para los turcos sería más fácil conquistar la victoria”.
La columna mariana
El primer libro de Běhal cubre el periodo entre 1622 y 1627, los primeros años de la guerra. Y aunque aún no tenga planeada en detalle la continuación de su trama, está comprometido a seguirle el hilo a los hechos históricos. Además, ya sabe cómo concluirá su trilogía: con la construcción de la Columna Mariana en Praga.
Se trata de un tema bastante actual, ya que la Columna Mariana volvió a la Plaza de la Ciudad Vieja apenas este verano. La columna fue derrumbada en 1918, pocos días después de ser declarado el Estado checoslovaco independiente. Entonces cayó víctima de la ira que los checoslovacos sentían hacia los Habsburgo tras varios siglos de dominio.
La nueva réplica de la columna fue erigida el 4 de junio de 2020, en el mismo sitio donde la original en 1650. Y Stanislav Běhal jugó su papel en la historia.
Con su experiencia en proyectos de renovación de monumentos históricos, ayudó a tramitar los documentos necesarios para que el monumento pudiera volver. Según contó a Radio Praga Internacional, era un tema que le cautivaba desde hace mucho y que está envuelto en simbolismos.
“Más que nada, la columna fue un signo de agradecimiento. Praga logró defenderse en 1648 contra los suecos, quienes llegaron a conquistar los barrios del Castillo y el Barrio Pequeño a finales de la guerra, pero no pudieron abrirse paso a la Ciudad Nueva y la Ciudad Vieja. Miles de mercenarios profesionales se enfrentaron a unos centenares de voluntarios”.
Běhal cuenta que, en aquel entonces, colgaba en uno de los edificios de la Plaza de la Ciudad Vieja una pintura votiva de la Virgen María. Los praguenses se arrodillaban a sus pies, rezaban y le pedían que los protegiera. Y, según afirma Běhal, la columna fue construida para proteger esta pintura gótica, que fue colocada dentro del monumento.
El propio sitio de la columna ocultaba otro significado. En el lugar en el que anteriormente se encontraba un cadalso en el que habían muerto herejes y enemigos del Imperio, ahora se alzaba un monumento de agradecimiento, a cuya construcción contribuyó también el emperador, Fernando III de Habsburgo. De acuerdo con Běhal, en este aspecto, la columna se convirtió en símbolo de reconciliación.
Stanislav Běhal afirma que la experiencia de trabajar en ese proyecto ha sido sumamente grata y cautivadora, ya que, entre muchos otros beneficios, le ha permitido conocer a personas como Petr Váňa, el autor de la réplica de la columna, o el escultor Jan Bradna, y observar de cerca la genialidad de su labor artística. Y como católico, el proyecto ha tenido para él también un gran significado espiritual.