Sona Cervená: "Soy como un pájaro migratorio"
Sona Cervená es un símbolo de la ópera checa. Se desempeñó en numerosos papeles y cosechó éxitos en los más prestigiosos escenarios mundiales. Bajo la batuta de grandes directores de orquesta actuó en Berlín, Los Ángeles, Milán, Barcelona, París y Londres. Vivió muchos años en exilio donde fue ampliando el buen nombre de la música checa. Esta enérgica dama de 80 años sigue cautivando hasta hoy en día los corazones del público.
En los últimos años, la mezzosoprano Sona Cervená se presentó al público checo en varios papeles. En el escenario del Teatro Nacional actuó en la ópera "El Destino" del compositor checo Leos Janácek y aceptó la invitación del director de cine checo Jan Hrebejk para el rodaje de la película "Pupendo".
Dentro de pocos días será estrenado en el Teatro Klicpera, de Hradec Králové, el drama de Friedrich Dürrenmatt "La visita de la vieja dama" con Sona Cervená en el papel principal.
"Estoy feliz por la oportunidad que me ofreció el director Vladimír Morávek porque durante los 30 años de exilio no tuve la oportunidad de actuar en el idioma checo. Además, tengo una estrecha relación con la ciudad de Hradec Králové, donde mi bisabuelo Václav Cervený fundó hace 150 años una empresa para la fabricación de instrumentos musicales".
En Hradec Králové nació también el padre de Sona Cervená, un gran amante de la música y propietario del cabaret checo "Cervená sedma". En su casa se reunía la crema y nata de la sociedad checa, así como músicos, escritores y artistas.
Fueron la tradición y el ambiente familiar lo que impulsó a Sona Cervená a estudiar el canto, el piano y la actuación dramática. El primer contrato lo recibió en el "Teatro Liberado", de los cómicos Jirí Voskovec y Jan Werich. Poco después actuó en el escenario de la Ópera de Brno.
En los años 60, Sona Cervená aceptó el contrato que le fue ofrecido por la Ópera de Berlín. Este paso abrió ante la cantante nuevas posibilidades y perspectivas. No obstante, las prohibiciones del régimen comunista frenaban, aunque de lejos, el desarrollo de su carrera artística.
Sona Cervená decidió exiliarse a la entonces Alemania Occidental. "Se trató de la decisión más difícil de mi vida. Pero el deseo de cantar resultó más fuerte que todo", afirmó la diva operística que cruzó el Muro de Berlín por la ya única puerta abierta, portando únicamente su bolso de mano.
Alemania Occidental ofreció a Sona Cervená posibilidad de manifestar su talento en los más diversos escenarios internacionales.
"Canté para el público de Suecia, Italia, España, Francia, Inglaterra y EE.UU. Tuve el honor de cooperar con grandes directores de orquesta como Herbert von Karajan, Rafael Kubelík, y Charles Mackerras. En San Francisco me encontré con las mejores voces del siglo XX, tales como María Callas y Renata Tebaldi".
Pese a ser una reconocida cantante operística, Sona Cervená aceptó la oferta de los músicos de rock estadounidenses Tom Waits y Lou Reed de participar en su musical "Black Rider". Se trató de una experiencia extraordinaria para la diva que actuó luego en otros musicales.
A finales de los años 80, Sona Cervená se incorporó al grupo dramático de Thalia Theater, de Hamburgo.
Sona Cervená regresó después de la caída del régimen totalitario en 1989 a la República Checa.
"Me considero un pájaro migratorio al que le gusta viajar de un lugar a otro. Además, gracias a los largos años de exilio tengo la capacidad de sentirme en casa en muchos lugares del mundo. Pero la República Checa es el lugar donde mejor me siento", dijo Sona Cervená.