“Somos los guionistas de una película que no va a acabar bien”
El Czech Photo Centre exhibe la obra del fotógrafo español Roberto García Roa, colaborador, entre otros, de National Geographic. Este doctor en biología que en la actualidad investiga en la Universidad de Lund, en Suecia, quiere con sus imágenes y retratos concienciar sobre el cambio climático, así como dar una visión distinta de animales normalmente denostados.
En la impactante obra del madrileño Roberto García Roa se une la pasión por la imagen y los seres vivos y la visión de un doctor universitario que actualmente investiga diversas cuestiones de biología evolutiva en Suecia. Este enfoque polifacético y versátil, pero, ante todo, la calidad de sus fotografías, es lo que llevó al Czech Photo Centre de Praga a invitarlo como miembro extranjero de su jurado para el prestigioso premio de fotografía que entregan cada año. Y como es tradición, este miembro invitado presenta una exposición en la institución que se puede visitar hasta el domingo 2 de abril.
Roberto García Roa contó a Radio Praga Internacional por qué lo contactó a él el Czech Photo Centre.
“Algunos componentes de la organización conocían mi trabajo por las redes sociales y les gustaba. Es un trabajo un poco particular porque es un reflejo de mi trayectoria académica y de mi trayectoria como fotógrafo, que une por un lado una fotografía de naturaleza, pero también en la que hay detrás una historia y un conocimiento científico. Eso la hace un poco menos común, no hay tanta gente que enlace eso con una historia y que además esa historia venga soportada o respaldada por un conocimiento científico y por datos científicos, sobre todo ligados, por ejemplo, a la conservación”.
Porque tanto en su obra fotográfica como en su actividad científica conviven todo el tiempo esas dos facetas suyas, dice.
“Trato de unir ambos mundos. Por un lado, el conocimiento científico que me da mi trayectoria como investigador me permite abordar mejor algunas cuestiones como fotógrafo. Y, luego, también como fotógrafo lo que trato es demostrar todo eso que la comunidad científica hay veces que parece que le cuesta transmitir al resto de la sociedad. Es una mezcla un poco dura, puesto que hay que rendir en ambas líneas a un nivel realmente muy alto, pero en ello estoy”.
Reconoce García Roa que hay que ser “un poco masoca” para dedicarse con tanto ahínco a estas dos facetas, porque para ambas siempre es difícil contar con los recursos necesarios. Sin embargo, lo consigue y en el Czech Photo Centre se pueden ver cuatro de sus últimos proyectos.
“En la exposición traté de ofrecer los diferentes proyectos en los que estoy trabajando. Por ejemplo, hay un apartado con cuatro televisiones, son pantallas muy grandes, en donde se van poniendo imágenes del proyecto que realicé el año pasado con National Geographic en la Antártida, en donde, sobre todo, se ven paisajes e investigadores trabajando. También hay un proyecto a muy largo plazo que yo llamo ‘La otra fauna’ en donde trato de mostrar algunos grupos animales que normalmente son denostados por la sociedad: serpientes, arañas, sapos… Y luego hay una parte también muy ligada a la conservación, que es un proyecto que desarrollé en Guinea con el Centro de Conservación de Chimpancés. Y luego hay otra parte más ligada a otros proyectos de conservación, desde lo ocurrido en el Mar Menor en Murcia, donde aparecieron tantos peces muertos, el tema de la electrocución de aves, etcétera”.
“Decían que los animales se salían de las fotografías”
Para entender qué clase de fotografías de serpientes, arañas o anfibios, hace García Roa, hay que decir para empezar que él los llama retratos, y es que realmente consigue sacar de ellos algo muy difícil de lograr. De alguna forma, él los entiende, explica, pero también hace falta para ello mucha experiencia haciendo fotografías.
“Tiene un componente técnico alto, sobre todo porque los que tratamos de hacer ese tipo de retratos cuidamos mucho la luz. Además, es una luz que trata de no molestar a los animales para que no dejen de hacer lo que están haciendo. Pero es que también son grupos que, a mí por lo menos, me han gustado de toda la vida realmente y que igual a otras personas les cuesta mucho más encontrarlos, yo ya tengo el ojo adiestrado”.
Y, después, una vez encontrado el objetivo, al contrario de lo que podría pensarse, no se trata de hacer cientos de fotografías para sacar la buena, sino más bien todo lo contrario, dice.
“Esto es un proceso de años. Al principio, sobre todo cuando estás empezando, echas muchas fotos y luego, con suerte, en el mejor de los casos, te quedas con una. Es verdad que, a medida que vas evolucionando como fotógrafo, el número de fotos empieza a disminuir y ya echas menos fotos. Muchas veces, incluso con dos tres fotos es más que suficiente, sobre todo, porque también lo que estás fotografiando a medida que creces como fotógrafo es más efímero, es una situación muy puntual, un momento muy concreto que no te permite estar echando 20 fotos”.
Ni tampoco hay después un tratamiento excesivo de las imágenes una vez disparadas.
“Respecto a cuánto se edita la foto después, pues realmente tampoco se puede editar mucho porque son fotografías de naturaleza y muchas veces lo que hay es lo que hay. Además, estamos hablando de fotografías que piensas que pueden ir a concursos y demás, y ahí normalmente te piden el ‘raw’, que es la fotografía original que echaste, y si está muy editada, no te permiten presentarla”.
Pero destaca el fotógrafo el tratamiento de su obra que ha hecho en particular el Czech Photo Centre, de forma que ir a visitar la exposición es toda una experiencia, asegura.
“Desde luego, influye mucho la calidad de la exposición, aquí el gran mérito es por parte de la organización del congreso. La exhibición, el material que han elegido y demás, está muy bien. Me decían algunas personas que fueron a la exposición que les da la sensación de que algunos de los animales se salen de la fotografía. Estoy muy contento con el resultado”.
No todo está perdido. Aún se puede lograr un cambio
Dice Roberto García Roa que es únicamente en las ciudades donde le cuesta más sacar fotos. Por lo demás, cualquier entorno natural es ideal para él. Pero después de haber viajado por todo el mundo con su equipo fotográfico, también tiene su ecosistema icónico.
“Prácticamente en casi todos los sitios donde haya naturaleza yo me siento feliz echando fotos. Pero sí que es verdad que en la selvas, por ser un ecosistema donde hay una gran biodiversidad, es un sitio donde disfruto mucho porque en casi cualquier rincón te puedes encontrar algo que no te esperabas, una especie que no sabías ni que estaba ahí, un comportamiento extraño y llamativo a los ojos de un fotógrafo”.
La conservación de las especies y los entornos así como la concienciación contra el cambio climático son temas centrales en la obra de Roberto García Roa. ¿Cómo ve el futuro este fotógrafo biólogo?
“Realmente se necesitan decisiones de muy alto nivel que cambien la situación, sobre todo, porque tenemos suficientes evidencias científicas que nos están diciendo que nos estamos cargando el planeta. Por primera vez, estamos viviendo una película de la que somos nosotros los escritores del guion, sabemos el final de esa película, sabemos que esa película no va a acabar bien, y aun así, aun pudiendo escribir el guion de esa película, seguimos en la misma situación. Es un poco complicado, pero yo intento siempre, sobre todo a través de la fotografía, transmitir el mensaje de que se puede cambiar, de que podemos hacer un cambio, desde un componente local hasta a mayor escala. Desde luego va a haber cosas que no dependan de nosotros, va a haber decisiones que dependan de posiciones políticas, pero sí que a una escala local, en cómo nos relacionamos en el día a día con la naturaleza, cómo hablamos con nuestros seres queridos de la naturaleza, en todo este tipo de cuestiones, sí que podemos ofrecer un cambio”.
Tenemos evidencias científicas, añade García Roa, de que no todo está perdido, de que aún es posible revertir lo que está sucediendo. Debemos lograr un cambio, porque dentro de unas décadas ya sí va a ser realmente imposible de conseguir.
Un cambio para el que también es importante apoyar a organizaciones o instituciones de investigación, recuerda el fotógrafo, pero, podríamos añadir también, a divulgadores que, como él, entran de lleno en el terreno artístico en su esfuerzo por concienciar a la sociedad de lo que realmente importa.
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