"Si Praga tuviera mar sería perfecta"
En esta edición de Praga Mía nos encontramos con Javier González, quien nos habla de cómo disfruta a Praga y sus alrededores, de sus cambios recientes y de las maneras que él ha encontrado para compensar la falta de sol tropical.
Hace nueve años que el costarricense Javier González reside junto a su familia en Praga. Todo empezó gracias a una recomendación laboral que prosiguió con una entrevista por Skype y que le terminó garantizando un trabajo en la capital checa. Lo único que, sin saber, lo vinculaba a esta lejana república era la palabra Moravia.
"Recuerdo, yo vivía en un lado... un lugar de San José que se llama Moravia. Estábamos en la sala y yo le dije a mi esposa '¿qué, nos vamos a Praga?' Ella me miró y me dijo: '¿por qué no?'. República Checa y yo… ¿exactamente dónde es eso? Yo de geografía tampoco me acordaba mucho, tuve que buscar en el mapa y ver. Sí, había escuchado de Praga, pero no sabía mucho. Sabía que era la capital y ya".Así fue como Praga entró a la vida de Javier, ahora su segunda ciudad después de San José. Desde que llegó se instaló en uno de sus antiguos barrios obreros, Holešovice, cuyos aires de industrialidad aún se perciben en cantidad de chimeneas. En la actualidad, lo que le queda de obrero es poco. Nos cuenta Javier.
"Sí, el barrio ha cambiado muchísimo. Ahora han construido más edificios, se ve muchísima gente. Por la calle que pasa enfrente de nuestro apartamento, prácticamente, no pasaban carros antes y ahora que está haciendo calor y queremos dormir con la ventana abierta no podemos por los carros. Eso no pasaba hace años. Se ha vuelto más popular, ahora es caro, se volvió muy caro, pero es que han construido cafés, librerías, de estos lugares donde bebes vino y te comes unas tapas y se ha vuelto bastante hipster".
ʺEl de la esquinaʺ
Entre tantas ofertas suponemos que habrá algunos bares o cafeterías de preferencia para la familia González y no son precisamente los lugares de moda.
ʺNo sé cómo se llama en realidad, o sea es que como es el de la esquina, le decimos ʻel café de la esquinaʼ, pero sí hay un par, hay uno que se llama Avión cincuenta y algo… que sí es bastante bonito, tienen buen café, la respostería no está mal. Sin embargo, cuando quiero un buen café me voy a Alza porque el café que venden en Alza es mucho mejor y no es caroʺ.De esta manera, Javier delata que es un viejo morador del barrio, cuyas esquinas bien conoce más allá de los nombres y que toma café en el lugar donde menos se esperaría, pues Alza es en realidad un gran almacén con una pequeña cafetería. El otro café al que se refiere Javier es Avión 58, cuya carta ofrece gran variedad de bebida y comida, tanto checa como internacional.
Otras razones que lo llevaron a escoger Holešovice es su buena comunicación al centro y, a la vez, estar lejos de éste. A Javier no le gustaría vivir, como él dice, en el molote, es decir, el desorden o el alboroto. Además, en el barrio encontró una escuela para su hijo menor, quien llegó a Praga con siete años.
En las carreteras checas
Javier tiene dos aficiones que le han permitido conocer no solo Praga, sino también el resto de la República Checa: hacer rutas en bici y en moto. Nos cuenta adónde le gusta ir cuando tiene tiempo libre.ʺMás que todo con la bici. Me gusta mucho tomar una ruta que se entra por ahí cerca de Holešovice, pasas por Libeñský most y hay un caminito que te lleva directo a la ruta de bicicleta que es paralelo al río y ahí te vas con dirección a Troja; o bajo hacia Podolí y ahí puedes irte por horas hasta un pueblo que se llama Zbraslav. De camino hay lugares para parar, puedes tomar una cerveza, sigues por ahí, paseandoʺ.
El castillo de Praga, aunque sea la mayoría de las veces la única imagen de un castillo checo que se llevan los turistas, es apenas uno entre muchísimos que tiene la República.
"Compré, una vez que estábamos en Karlštejn, un mapa de República Checa con todos los castillos. Entonces escojo uno y me voy a ver ese castillo, más que todo me gustan las ruinas medievales y los castillos así viejos. Eso sí me he dedicado a conocer bastante, pero en la moto".
Este tico confiesa llevar muy mal el invierno y la falta de sol. Por eso aprovecha al máximo, ya sea sobre la moto o la bici, el buen tiempo. Vive el verano al estilo europeo, refrescándose a las orillas de los lagos.
"El lago Macha, que es espectacular, tiene una playita artificial perfecta. Puedes pasar el día, el agua está bien, hay arena, es básicamente como estar en la playa. No tienes olas, no es el mar, pero bueno... no existe la ciudad perfecta. Yo digo que si Praga tuviera mar sería la ciudad perfecta, pero es pedirle mucho a la vida".Cuando se trata de mostrar lo mejor de Praga a sus familiares y amigos de Costa Rica, Javier los saca de las callejuelas enrevesadas del casco histórico y los lleva a las colinas, a respirar aire fresco y relajarse.
ʺMe gusta llevarlos a Vyšehrad que, por lo general, los turistas se lo brincan porque ni siquiera saben que existe y a mí me encanta, ir ahí y caminar por la muralla, tienes una vista espectacular. Por ejemplo, el parque que está en Žižkov donde está la estatua del caballo enorme, es espectacular y la vista que tienes allí es lindísima y es algo de lo que turistas no tienen ni idea que existeʺ.
El parque del que habla Javier es Vítkov, una colina donde se libró una batalla de las guerras husitas en las que se enfrentaron cristianos y protestantes, seguidores de Jan Hus. En dicha colina los husitas ganaron una batalla bajo el liderazgo de Jan Žižka, a quien representa la estatua ecuestre.
Praga, una ciudad global
A pesar de que Javier vive en Chequia, la mayoría de las personas más cercanas a él no son checas. Tiene algunos compañeros de ruta de moto checos, pero, como él mismo dice, en su familia son 100% ticos y en su equipo de trabajo hay muchísimas nacionalidades y entre estas la checa. Javier comparte con nosotros la apreciación que tiene de los checos después de años de trabajar con ellos.ʺEn nuestros países cualquier cosa que pasa todo el mundo te está preguntando todos los detalles, el checo no, no se mete en tu vida privada al menos que tú lo involucres. Son muy ordenados, entonces claro, todo funciona bien. Trabajar con ellos puede ser difícil a veces porque yo trabajo con proyectos y en los proyectos no siempre sale todo como lo planeas y al checo le cuesta un poquito ser flexible, pero por el otro lado es muy bueno porque ellos siguen el proceso y si tenemos un plan trabajamos en el planʺ.
Respecto a la lengua checa Javier no se vio en la urgencia de estudiarla. Dice que asistió a clases los primeros tres años y que eso le ha sido suficiente para defenderse. No es el idioma en el que transcurre su cotidianidad y nos explica las razones por las que él ha podido esquivar el esfuerzo de aprenderlo.
"Porque trabajo en inglés, en mi casa todo es en español y en Praga encuentras muchísimos servicios en inglés. Si llamo a mi operador de teléfono hablan en inglés, mi operador de cable habla en inglés, el de Internet, en el banco todo en inglés. Las únicas veces que necesito checo es si voy a alguna oficina gubernamental que, por lo general, con mi checo limitado lo logro".
Que la sociedad checa cuente con la presencia de ciudadanos extranjeros es en realidad una novedad y tal vez una ventaja para aquellos que residen aquí desde hace poco. Javier González, después de casi una década morando en Praga, ha sido testigo de los cambios radicales que esta ha dado."Ha cambiado muchísimo. Cuando yo llegué no aceptaban tarjetas de crédito en McDonald´s. Todo era en efectivo solamente, no se podía pagar con tarjeta en ningún lado y nadie hablaba inglés. Ahora Praga es una ciudad mucho más amigable para los turistas y para los extranjeros".
Este costarricense no dejó de afirmar durante nuestro encuentro lo mucho que le gusta vivir en Praga y lo mucho que aprecia que su hijo esté terminando de hacerse adulto aquí, lo que hace que su personalidad contenga tanto a Costa Rica como a Chequia.