Se traduce al checo ‘La Bibliotecaria de Auschwitz’, la novela basada en la vida de Dita Kraus
‘La Bibliotecaria de Auschwitz’, la novela de Antonio G. Iturbe, ha visto ya la luz en checo, el idioma natal de Dita Kraus, la persona real que administró los escasos ocho libros del barracón escuela del bloque 31, y en cuya vida el autor español se basó para escribir su novela.
Las circunstancias que llevaron al autor, Antonio G. Iturbe, hasta Dita Kraus, estuvieron desde el principio relacionadas con el amor a los libros, según explica el escritor en entrevista para Radio Praga.
“La primera vez que yo tengo noticia de que existió en Auschwitz una pequeña librería de apenas ocho volúmenes fue precisamente leyendo otro libro de un historiador de la literatura que es Alberto Manguel, uno de los grandes expertos internacionales en libros y lectura. Tiene un libro que se llama ‘La Biblioteca de Noche’ en el que habla de distintas bibliotecas a lo largo de la historia y mencionaba justamente que hubo en Auschwitz un barracón en el cual reunieron ocho libros. Y eso que en el libro de Manguel eran unas cuantas líneas, me dejó con sed de saber más, de qué sentido tenían aquellos libros en esa fábrica de la muerte que era Auschwitz-Birkenau. ¿Cómo llegaron allí? ¿Por qué estaban allí? ¿Quién tenía aquellos libros?”Una parte de los internos de Auschwitz tuvieron la relativa buena suerte de formar parte de una sección menos cruenta y con normas más laxas, que permitió que germinaran iniciativas como la creación de una pequeña biblioteca clandestina. Como comenta Iturbe, la existencia de este llamado Campo Familiar obedecía a unas razones muy concretas.
“La Cruz Roja Internacional había manifestado interés en mandar una inspección porque habían empezado a escucharse rumores en Europa de que estaban pasando cosas terribles en el interior del Reich, cosa que los nazis intentaban tapar. Entonces en previsión de que la Cruz Roja Internacional pudiera mandar una inspección que llegara a Auschwitz ellos prepararon una especie de campo pantalla que era ese campo familiar, donde podían enseñar un lugar donde había efectivamente familias juntas, había incluso niños, gente que llevaba su propia ropa de civil en lugar del uniforme de rayas. Y de esa forma, en una visita rápida podrían a la Cruz Roja Internacional, digamos, engañarla, y hacerle creer que aquello no era tan terrible como se decía”.
En el proceso de documentación sobre el tema, un libro llevo a otro e Iturbe pronto descubrió la existencia del escritor checo ya fallecido, Ota Kraus, que retrataba la sección del campo que albergó aquella misteriosa biblioteca. Y siguiendo esta pista, Iturbe descubrió a la protagonista de su futura obra.“Vi que existía una novela, ambientada en ese campo familiar, donde estaba el barracón de los libros. Era una novela escrita por Ota Kraus, uno de los profesores de ese barracón escuela del bloque 31. Se titulaba ‘The Painted Word’, una novela en inglés. Buscando esa novela, que era difícil de encontrar, hallé en Internet una página donde podías contactar con ellos y te enviaban la novela. Envié un correo electrónico diciendo que estaba interesado, que por favor me dijeran cómo conseguirla, y la persona que me respondió firmaba como Dita Kraus, esposa de Ota Kraus. Y yo había leído en la documentación que la muchacha de 14 años que manejaba los libros en aquel barracón 31 se llamaba Dita”.
En efecto, Dita Polachová se había casado con Ota Kraus al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y como otros muchos supervivientes al Holocausto, se había establecido en Israel, donde continuaba viviendo hasta la fecha, con más de 80 años de edad. Iturbe, fascinado por el tema, encontró en ella los pedazos que faltaban para reconstruir la historia de manera coherente.
Así retrata Dita Kraus en entrevista a la Televisión Checa la vida de ese barracón-escuela que sirvió de escenario a la biblioteca.“No tenía literas estaba vacía, el suelo era solo tierra esparcida. Su director era Fredy Hirsch, un profesor de gimnasia que todos los niños conocíamos de Praga o de nuestro periodo en el campo de Terezín. Llegó al arreglo con los alemanes de que los niños podían quedarse durante el día en ese barracón. Los niños de entre 14 y 16 años trabajaban allí como asistentes. Ayudaban a los profesores, ayudaban a repartir los platos de sopa, y a mí me encomendaron los pocos libros que existían”.
Estos libros fueron adquiridos a través del mercado negro que existía en el campo, y en el que jugaban un importante papel los internos polacos que realizaban reparaciones y por tanto se movían entre diferentes bloques. No había por tanto mucho para elegir, y precisamente una de las grandes preguntas es qué títulos tuvieron a su disposición los niños y maestros del bloque 31, qué libros les acompañaron en aquellos difíciles momentos. El paso del tiempo ha borrado la mayor parte de los recuerdos, como reconoce la bibliotecaria.
“Ya no me puedo acordar. Recuerdo solo uno, ‘Breve Historia del Mundo’, de H.G. Wells. Y también me acuerdo de un libro que no tenía tapas, que estaba formado solo por hojas sueltas. Del resto no me acuerdo. Eran títulos al azar, que no servían directamente para la lectura, quizá solo algunos. Los profesores los utilizaban para enseñar el abecedario a los niños pequeños, para enseñar a leer. El autor luego en el libro imaginó los libros que quizás pudieran haber estado allí”.
Entre ficción y realidad
La protagonista de ‘La Bibliotecaria de Auschwitz’ no se llama Dita y aunque tanto ella como la mayor parte de los personajes están basados en personas reales de carne y hueso que vivieron en ese campo, la historia es una recreación libre, y como tal debería ser tomada, advierte Iturbe.“Este libro es una novela, no es una biografía de Dita Kraus. La biografía es un libro que está pendiente de escribir, y yo animaría a los escritores checos a que se pongan a la tarea porque tienen ahí un filón maravilloso para escribir una gran historia. Lo que yo he hecho, tomando un hecho real, la existencia de esta librería, y con las armas del narrador, ha sido contar una historia. Porque me daba la impresión de que únicamente explicando los datos estrictos que yo tenía me salía un dossier un tanto frío y distante. Yo quería transmitir la emoción de los libros, de la lectura, mi propia reflexión sobre lo que significa leer, el valor de lo que puede tener la imaginación, un libro, en medio de esa negrura, de la más absoluta oscuridad”.
Aún así es inevitable establecer paralelismos, y para Dita Kraus, buscarse a sí misma en las páginas de la obra. La mujer, que leyó la obra en forma de fragmentos, conforme se iba traduciendo a checo, reconoce no verse capaz de leer la novela de principio a fin, en parte por la frustración que suponen las diferencias entre el relato y la realidad.“Una parte es ficción, una creación del autor. En cierto modo eso me molesta un poco, porque hay hechos que no se corresponden con mi biografía. Cuando me lo enviaron en checo el texto ya era prácticamente definitivo, así que no pedí que modificara nada. Especialmente difiere el cómo eran mis padres, están descritos como personas completamente distintas a cómo eran en realidad. El autor no podía saberlo, claro, no conoció a mis padres”.
Al mismo tiempo, como comenta Antonio Iturbe, Dita Kraus no se siente del todo cómoda ante la atención mediática que ha despertado la edición de la novela en Chequia y el aura mágica que le otorga la historia.
“Yo recreo diálogos y situaciones que a ella le chocan un poco porque yo le hago hablar de cierta manera y decir ciertas cosas. Bueno, ella se siente por un lado contenta, por otro ella es una persona humilde y se siente abrumada también. En ningún caso quiere sacar pecho, y esa joven bibliotecaria que yo retrato, cuidando de los libros en ese lugar terrible… De alguna manera a mí parece un momento de la historia extraordinario y creo que es gente que tuvo un valor tremendo. Ella no quiere que la consideren una heroína en absoluto e insiste en que ella manejó los libros porque Fredy Hirsch, el director del barracón, le indicó que los manejara, y si le hubieran dado una escoba para barrer pues se hubiera puesto a barrer. Ella es una persona que se quita completamente importancia”.La traducción al checo de ‘La Bibliotecaria de Auschwitz’, editada por Akropolis, fue presentada oficialmente el pasado lunes en el Instituto Cervantes de Praga, con presencia del autor y de la misma Dita Kraus. La novela aparecerá próximamente en Portugal, Serbia, Brasil, Rumanía, Turquía, entre otros países.