Se cumplen 1100 años del martirio de Ludmila, la primera santa checa
Patrona de Bohemia y de República Checa, Santa Ludmila continúa siendo un símbolo de orgullo nacional 1100 años después de su martirio, que tuvo lugar el 15 de septiembre del año 921. Duquesa, exiliada, mártir, abuela del célebre San Venceslao, evangelista en una tierra pagana y adorada por católicos y ortodoxos. La suya es la historia de una mujer tan admirada como adelantada a su tiempo.
Chequia conmemora la figura de su santa más venerada este jueves 16 de septiembre. En el país se multiplican los eventos que celebran la vida y legado de la duquesa y que tendrán su colofón este fin de semana en la ciudad de Tetín, en Bohemia, donde Ludmila fue asesinada hace exactamente 1100 años.
Se espera que al evento acudan todo tipo de personalidades, peregrinos o simples amantes de la historia movidos por la voluntad de rendir homenaje a la santa, que incluso recibirá la visita de un legado papal.
Miroslava Janičatová es la directora del proyecto Santa Ludmila 1100 años y no duda en remarcar la importancia y la dimensión de su figura.
“Santa Ludmila fue la primera santa checa y la primera santa eslava. Fue la primera princesa checa, la abuela y educadora de San Venceslao. Es la primera mujer checa documentada históricamente y la primera figura política femenina que conocemos. También es la primera mujer checa cuya edad conocemos. Mucha gente no sabía ni qué edad tenían ellos mismos pero nosotros sabemos cuándo murió ella, y por las leyendas, probablemente podemos deducir cuando nació. Tenía unos 60 años al morir”.
Con todo, aún existe una gran parte sobre la vida de la duquesa que continúa siendo todo un misterio. Apenas sabemos nada, por ejemplo, respecto a su infancia y primeros años. Las únicas certezas que existen son que nació en Mělník, ciudad de Bohemia Central, que era hija de un príncipe sorbio y que fue su propio padre quién dispuso todo para que esta contrajese matrimonio con Bořivoj I. Casados a muy temprana edad, fueron padres de hasta seis hijos, tres niños y tres niñas.
En torno a finales del siglo IX, ella y su esposo se convierten al cristianismo y con ello impulsan su voluntad de expandir esta fe por todos sus dominios. De hecho, la existencia de diferentes indicios apunta a que ambos habrían sido bautizados por el mismo San Metodio, quién junto con su hermano San Cirilo son considerados los apóstoles de los eslavos. Este afán por cristianizar a su pueblo le acabó trayendo al matrimonio graves quebraderos de cabeza, como la aparición de diferentes revueltas de la nobleza que terminaron conduciéndolos al exilio y del que regresarían pasado un año. Tras la muerte de su marido Bořivoj, su hijo accede al trono y Ludmila actúa como reina regente hasta su mayoría de edad, desempeñándose como gobernante de la región. Todo esto no hace sino corroborar el hecho de que es imposible comprender la cristianización de Bohemia sin atender a la figura de Ludmila. Su influencia es tan fuerte que no podemos adscribirla solo al terreno de la fe, sino que continúa latente a día de hoy. Así lo explica Miroslava Janičatová.
“Había escuchado muy poco sobre Santa Ludmila en la escuela. Como mucho, era solo mencionada por ser la abuela de San Venceslao. Nunca me habría imaginado cuanto me inspiraría a hacer, de hecho, me da fuerzas en el viaje de mi propia vida. Ya desde el siglo XIX, cuando el concepto de un renacimiento nacional checo se volvió más actual, se buscaron puentes para construir el orgullo nacional. Se formaron muchas organizaciones benéficas en nombre de Santa Ludmila, que se ocuparon de los ancianos, por ejemplo. Se convirtió en una figura del orgullo nacional checo. Personalmente, creo que esos modelos históricos faltan en la sociedad, mujeres en las que podamos buscar inspiración. Y yo sigo encontrándola en Ludmila. Su historia está envuelta en mitos, pero debe haber sido una mujer sabia y fuerte, con una gran fuerza interior".
Ya en sus últimos años, Santa Ludmila adquirió un rol de madre y después abuela, siendo referente y educadora de Vratislav y Venceslao, su hijo y nieto respectivamente, y gobernantes de Bohemia ambos, a los que transmitió y educó en la fe cristiana. De ese rol nació la disputa que la enfrentó con su nuera, Drahomíra, que recelaba de la posible influencia que Ludmila podría ejercer sobre Venceslao. Así, el 15 de septiembre de 921 en Tetín, Ludmila fue estrangulada por orden de su nuera. Inicialmente fue enterrada en la iglesia de San Miguel de Tetín hasta que fue trasladada a la de San Jorge, en Praga, construida por su marido y en donde actualmente descansa.