Sapa, el sorprendente barrio vietnamita de Praga
La comunidad vietnamita de la República Checa llegó al país durante el comunismo, pero tras la Revolución de Terciopelo sufrió algunos problemas habitacionales hasta que un grupo de empresarios compró el terreno donde actualmente está Sapa, una especie de sucursal vietnamita dentro de Praga donde las personas de ese país viven en comunidad ofreciendo una gran cantidad de productos tan exóticos como baratos.
Una de las comunidades de extranjeros más importantes de República Checa es la de los vietnamitas, que empezaron a llegaron al país durante la época del comunismo, cuando les asignaban, de manera oficial, un lugar para vivir. Sin embargo, cuenta el programador checo Martin Hassman que, tras la Revolución de Terciopelo, se les dio la posibilidad de regresar a su país. Y pese a que se les ofrecía incluso el dinero del viaje, muchos de ellos decidieron quedarse aun cuando corrían riesgos de perderlo todo.
“En ese momento los vietnamitas que vivían en la República Checa perdieron sus lugares porque en un área donde vivían tenían que construir, por ejemplo, un hotel y entonces muchos vietnamitas se quedaron sin vivienda y sin un lugar donde trabajar. Ahí se empiezan a mudar a la zona de Písnice, donde hoy está Sapa, pero al principio vivían en forma ilegal y tenían muchos problemas con la Policía. Pero poco después algunos empresarios vietnamitas compraron el lugar y construyeron Sapa, que continúa hasta ahora con miles de vietnamitas trabajando ahí”.
En lo que hoy es Sapa, nombre que proviene de una de las ciudades más frías de Vietnam, había un matadero que quebró alrededor del año 2000. Hassman lo define como un barrio vietnamita en el que viven muchas personas de esa nacionalidad que todavía no aprendieron el checo ni las reglas y costumbres de su país de adopción, pero forman parte de una comunidad muy grande gracias a la cual pueden vivir y trabajar perfectamente porque ahí tienen traductores, médicos, una pagoda donde se realizan las ceremonias y casi todos los anuncios están en su idioma. Por otro lado, como un gran porcentaje de los vietnamitas suelen dedicarse al comercio, Sapa se fue convirtiendo para los checos en un excelente lugar donde ir de compras.
“En Sapa hay muchos mercados y muchos restaurantes que suelen tener cosas muy baratas y también algunas cosas exóticas, por ejemplo, si quieres alguna fruta tropical es mejor comprarla en Sapa porque son mucho más frescas que en otras tiendas de República Checa”.
Otros productos que pueden conseguirse en Sapa son, por supuesto, las grandes bolsas mayoristas de arroz, pero además ropa barata, calzado de todo tipo y hasta dispositivos electrónicos como radios, juguetes y videojuegos. Lo que sí aclara Hassman es que cierta mercadería que se ofrece en Sapa puede resultar un poco bizarra, como, por ejemplo, una estatuilla de la Virgen a pilas que emite una luz verde. Hassman explica que en Brno hay otro barrio vietnamita que no es tan grande como Sapa, pero se parece bastante, lo cual es curioso porque se trata de algo que no existe en otros países. Incluso afirma que muchos vietnamitas no quieren vivir en Alemania porque, a pesar de tener una economía más fuerte que la de Chequia, ahí no cuentan con una comunidad tan importante. En definitiva, hay tantos vietnamitas en Chequia que ya se empezaron a generar algunos puentes culturales entre los dos países.
“La comida vietnamita es muy diferente de la checa, pero en un restaurante de Sapa hay un caso de sincretismo porque ellos usan en una receta vietnamita carne de carpa checa y es algo original y es el único lugar del mundo que tiene esta comida que se llama Bún Cá”.
Se trata de una sopa con fideos y verduras que, como las típicas sopas vietnamitas, se pide como plato principal, pero tiene la particularidad de que lleva carne de carpa. Hassman asegura que es un tipo de comida que les gusta mucho a los vietnamitas que viven en el país porque mezcla, de alguna forma, su cultura natal con la del lugar que habitan.
“Los vietnamitas de mayor edad no suelen tener muchos amigos checos, entonces no suelen entender el idioma y usan sus propios nombres para referirse a distintos lugares de Praga: por ejemplo al Puente de Carlos lo llaman el Puente del Amor porque ahí suelen sacarse fotos los novios, la Plaza de la Ciudad Vieja se llama la Plaza del Gallo porque en el reloj hay un gallo que aparece cada hora en punto mientras que la Plaza Venceslao es la Plaza del Caballo por la estatua de Venceslao en el caballo”.
Otra costumbre que tienen, cuenta Hassman, es acortar la denominación de las ciudades checas y también ponerles a sus hijos nombres muy poéticos que, combinados, forman un nuevo sentido. Por ejemplo, si tienen dos hijos suelen ponerles ‘Viet’ y ‘Nam’ (el nombre más frecuente), o lo que sería la traducción de las palabras ‘Mar’ y ‘Faro’. Sin embargo, como a los checos les cuesta pronunciarlos, los vietnamitas usan en la escuela nombres inspirados en actores famosos, maestros o músicos checos que los padres suelen ponerles, casi sin pensar, el primer día de clase, aun cuando probablemente lo terminen usando durante toda la vida.
“Yo me di cuenta de que la cultura vietnamita es muy buena, aunque aquí en República Checa no se la conoce mucho lo cual es raro porque tenemos muchos vietnamitas viviendo aquí y pensamos que es lo mismo que China, pero no, es muy diferente”.
Martin Hassman explica que el hecho de que Vietnam sea un país pequeño en relación a ese verdadero imperio que es China, lo vuelve más parecido a República Checa. Por otro lado, como fueron colonia francesa quedaron algunos indicios de esa cultura, por ejemplo, en el consumo de la baguete, ya que es el único país asiático que la produce. Además, usan también el alfabeto latino. Hassman empezó a aprender esa lengua tan exótica para mucha gente porque sus amigos lo invitaron a viajar a Vietnam. De hecho, cuenta que los vietnamitas que trabajan en los restaurantes o en los negocios se sorprenden mucho cuando él les habla en su propio idioma, porque es muy raro que un checo se interese en su cultura.
“La comida vietnamita más popular en la República Checa es la sopa Phở que puede venir con carne de vaca o carne de pollo y aunque ese es el nombre de la sopa, a los checos les cuesta mucho pronunciarlo y solo decimos “Fo”, que quiere decir otra cosa completamente distinta y es una palabra muy vulgar para referirse a una prostituta, entonces lo que suelen pedir los checos, sin saberlo, es en realidad una prostituta de vaca o de pollo y los vietnamitas, sobre todo los primeros días, suelen reírse mucho, pero luego se acostumbran y ese es como un gran secreto de los vietnamitas que viven aquí”.
Martin Hassman cuenta que, aun hoy, siguen llegando cada año nuevos vietnamitas a Chequia para trabajar o estudiar, aunque no todos se quedan a vivir de manera definitiva. Lo curioso es que hay una serie vietnamita que transcurre en parte en Vietnam y en parte en República Checa, y es tan popular que incluso la gente que jamás visitó Chequia sabe algo del país gracias a ella.