Renacentismo en la sombra del estilo gótico
En la presente edición de "Legados del pasado - testimonios del presente", prestaremos atención al estilo arquitectónico renacentista en la metrópoli de Praga que, a pesar de la importante presencia italiana en la capital, no dejó tantas huellas como su predecesor - el estilo gótico.
El aficionado a la arquitectura que da un paseo por la capital de Praga, no setopa con muchos monumentos puramente renacentistas. Dos motivos principales para este fenómeno son la evolución histórica del Reino Checo y la progresión arquitectónica de toda la ciudad.
El estilo renacentista fue concebido en Italia en el siglo XIV y no tardó en difundirse por toda Europa. Sin embargo, en el Reino Checo no le fue dispensada la atención prevista. En aquel entonces estaba a punto de estallar la revolución husita. Durante las guerras entre católicos y husitas se paralizó la construcción de los edificios hasta aquel momento en estilo gótico.
Además, los habitantes no veían con buenos ojos el renacimiento, ya que provenía de la Italia del Papa, que era enemigo de los husitas, y por ello rechazaban que el estilo fuese implantado en el país. Por este motivo las primeras obras renacentistas aparecieron en Praga unos 150 años después del surgimiento del estilo en Italia. Y pasaron otros 50 años antes de que el renacentismo se impusiera sobre su rival - el estilo gótico, muy vinculado a los partidarios del movimiento husita y muchos otros habitantes del Reino Checo.
La primera aparición de la arquitectura renacentista está vinculada a la dinastía polaca de los Jagellones, que reinaba en los países checos desde la segunda mitad del siglo XV. Sus inicios, no obstante, fueron paulatinos, reflejándose primero en retoques estéticos de un sinnúmero de edificios góticos.Los primeros elementos renacentistas los podemos ver en las grandes ventanas del Antiguo Palacio Real en el recinto del Castillo de Praga. El palacio fue remodelado en estilo gótico tardío, excepto las ventanas de la Sala de Vladislao. En el marco de una de ellas se lee el año exacto: 1483.
No obstante, el florecimiento del estilo renacentista se debe ante todo a la casa de los Habsburgo. El primer monarca de aquella estirpe sobre el trono checo, Fernando I, hermano del emperador Carlos V, mandó construir varios edificios en estilo renacentista. Para ello, le fue paradójicamente propicio el desastroso incendio que se propagó desde el barrio de la Ciudad Pequeña en la orilla izquierda del río hasta el barrio de Hradcany cerca del Castillo de Praga, y provocó grandes daños también en el propio Castillo.Las actividades arquitectónicas estuvieron entonces dirigidas a la renovación del área destruida por el fuego. Comenzaron a llegar a Praga arquitectos, maestros de obra y obreros italianos para construir nuevos edificios y compartir sus conocimientos con los artistas locales. Los italianos poblaron la parte alta del barrio de la Ciudad Pequeña para estar cerca de las obras. Hasta el presente una de las calles lleva el nombre Vlasská, o sea Italiana en checo antiguo. Gracias a su presencia, el estilo renacentista fue echando raíces en el Reino Checo más rápidamente.
Volvamos, sin embargo, a Fernando I de Habsburgo. Él fundó cerca del castillo de Praga el Jardín Real con varias contrucciones renacentistas. La más importante es el Palacete de Verano de la Reina Ana, dedicada a su esposa Ana Jagellón. El edificio es la primera muestra del renacimiento italiano al norte de los Alpes.Frente al Palacete de Verano se halla otro ejemplo de estilo renacentista, la Fuente Cantarina. Su apodo se debe al sonido que emiten las gotas de agua que caen en la fuente de bronce inferior. Según la leyenda se trata del llanto del alma de una hada encerrada en el metal. Asimismo se dice que quien reconozca el sonido de las campanas de boda, se casará dentro de un año.
Otro edificio de renacimiento puro, situado en el Jardín Real, es la Gran Sala de los Juegos de Pelota. En ese lugar los nobles practicaban un deporte parecido al tenis actual. Fernando I también introdujo en el Reino Checo el cultivo de tulipas, que fueron plantadas por primera vez en Europa precisamente en el Jardín Real.Si echamos un vistazo al resto del recinto del Castillo de Praga, no encontramos muchos edificios o elementos renacentistas. La excepción que confirma la regla es la Callejuela de Oro formada por filas de pequeñas casas, habitadas, según la leyenda, por los alquimistas del emperador Rodolfo II de Habsburgo en el siglo XVI.
En la catedral de San Vito tampoco se encuentran muchas muestras de estilo renacentista, salvo el Mausoleo Real de mármol blanco donde yacen sepultados Fernando I de Habsburgo, su esposa Ana y su hijo Maximiliano. Y en la parte norte del crucero del templo se alza el coro renacentista.
La Plaza de Hradcany, delante del Castillo de Praga, ostenta dos palacios renacentistas. El primero de ellos es el Palacio de Schwarzenberg, de maravillosa fachada esgrafiada, y construido en estilo renacentista italiano. El otro palacio se llama Palacio de Martinic, y luce en su fachada motivos de la Antigüedad, concretamente el Juicio de Paris. Más allá de la Plaza de Hradcany, encontramos el antiguo Ayuntamiento de Hradcany, construido con motivo del nombramiento del barrio de Hradcany como cuarta ciudad real de Praga. En la fachada se ve su escudo y el águila imperial habsburga.Cerca del Monasterio de Strahov, al margen de Hradcany, se encuentra una de las pocas iglesias de rasgos renacentistas. Está consagrada a San Roque y se trata de una mezcla de estilo gótico tardío y renacentista. El emperador Rodolfo II mandó construirla para agradecer el fin de la epidemia de peste.
Si bajamos al río, a la Ciudad Pequeña, nos topamos con dos edificios renacentistas que tienen en común el agua. El primero es el Molino del Gran Priorato o Velkoprevorsky en checo, que pertenecía a la orden de los caballeros de San Juan. El otro es la Torre de Agua de la Ciudad Pequeña, situada ya en el barrio de Smíchov. Sin embargo, abastecía de agua a toda la Ciudad Pequeña a partir del siglo XVI.
Antes de pasar a la orilla derecha del río Vltava, echemos un vistazo a la casa renacentista de las Tres Avestruces, que aparecen también en la fachada. El nombre de la casa se debe a que los artesanos elaboraban allí objetos decorativos con plumas de avestruz.En las Ciudades Vieja y Nueva, la propagación del renacentismo no fue tan exitosa como en la orilla izquierda. No hubo un incendio desvastador que lo facilitase, y los burgueses eran más conservadores y no disponían de tanto dinero como los nobles. Además, se remodelaban principalmente las fachadas, ocultas luego por reconstrucciones siguientes.
A pesar de las mencionadas circunstancias, en la Ciudad Vieja podemos ver ejemplos de estilo renacentista en varias casas. Cerca de la Plaza de la Ciudad Vieja se halla la casa de los Dos Osos Dorados, que luce un bonito portal decorado con figuras de dos osos.
La casa contigua al Antiguo Ayuntamiento de la Ciudad Vieja lleva el nombre de la Casa del Minuto, derivado de los cigarrillos que se vendían allí, que tardaban un minuto en fumarse. Lleva una decoración esgrafiada renacentista, descubierta apenas durante su remodelación moderna.Otra casa renacentista, que ostenta entre sus figuras esgrafiadas la de Fernando I, se encuentra cerca de la Plaza de la Ciudad Vieja, en Ungelt, una antigua aduana de mercaderes detrás del Templo de Týn.
También una de las sinagogas del Barrio Judío de Praga fue construida en la época del renacimiento. Se llama Sinagoga de Pinkas, y en la actualidad es el Monumento a las Víctimas del Holocausto en los países checos. Las paredes de la sinagoga están cubiertas por casi 80 000 nombres de judíos que perecieron en los campos de concentración.
En la Ciudad Nueva el número de edificios renacentistas es todavía inferior. La muestra más representativa es el Ayuntamiento Histórico de la Ciudad Nueva, con frontones renacentistas que dan a la Plaza de Carlos.Para ver el último monumento de estilo renacentista de nuestro recorrido, tenemos que desplazarnos fuera del centro de Praga, al barrio de Liboc, al suroeste de la ciudad. Fue allí donde en medio de un coto vedado mandó edificar Fernando I de Habsburgo el Palacete de Verano de la Estrella, llamado así por tener una planta de estrella de seis puntas.
No lejos de allí fue librada en 1620 la nefasta batalla de la Montaña Blanca entre el ejército rebelde checo y las tropas imperiales habsburgas. Después de la derrota, el Reino Checo fue sometido a una dura contrarreforma que, sin embargo, dio lugar a otro estilo arquitectónico - el barroco.