La primavera de Praga
Este año, la primavera se ha adelantado un tanto y en RPI aprovechamos la ocasión para hablar con el encargado del Departamento de Protección Ambiental de Praga sobre los cerezos, el árbol frutal estrella de la ciudad. ¿A qué año se remonta su historia? ¿Tienen algo que ver con los famosos sakura de Japón? ¿Cuál es la mejor época para visitar la capital checa? Todas esas preguntas y muchas más nos contesta en esta entrevista el experto Jiří Rom.
La tan ansiada primavera ya parece haber llegado a Praga. Y, como todos los años, la capital checa suma a sus innumerables atractivos el encanto de las flores que engalanan, de un modo muy especial, sus vistas y panoramas. Sin embargo, entre esas flores hay una que se distingue de las otras en belleza y cantidad, tal como confirma Jiří Rom, encargado del Departamento de Protección Ambiental de la ciudad de Praga.
“Desde 2010, nuestro departamento se ha propuesto restaurar los huertos de Praga. La mayoría de esos huertos son de cerezas, manzanas, peras y otras frutas, pero la gran mayoría son de cerezas”.
A cargo de las reservas naturales de Praga, Rom se ocupa también de los huertos desde que, veinte años atrás, descubrió la presencia de unos escarabajos que dañaban la madera de los árboles frutales, poniendo en riesgo la biodiversidad. Cuenta que fueron trabajando en forma progresiva ya que, en 2010, empezaron con unos pocos huertos y hoy tienen a cargo alrededor de 75 jardines con una superficie total de 133 hectáreas. Algunos de esos huertos fueron restaurados pero otros son nuevos. De hecho, hasta el momento, llevan plantados más de seis mil árboles frutales en la ciudad.
“Praga y sus alrededores eran, en el siglo XIX y a mediados del siglo XX, una zona muy importante de cerezos dentro de Bohemia. Incluso se transportaban grandes cantidades de cerezas de Praga a Viena, aunque al mismo tiempo se procesaban también aquí, por lo que una parte de esas cerezas se destinaba al consumo directo y otra a la producción de mermeladas y confituras”.
El encanto de los cerezos
“La tradición japonesa es completamente diferente: allí no cultivan cerezos por el fruto, sino solo por las flores”.
Añade Rom que aún existen en Praga algunos cerezos de la década de 1930 que han logrado sobrevivir a la amenaza de los escarabajos de la corteza. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga: gracias a esa misma tarea, las autoridades de la ciudad se dieron cuenta de la importancia de esos árboles que habían sido descuidados durante mucho tiempo, lo cual constituye una verdadera lástima porque, en su opinión, aportan mucho más que frutos.
“Estamos tratando de restablecer, de esta forma, toda una tradición cultural, porque, además, la gama y variedad que tenemos es enorme, hay docenas y docenas de variedades diferentes de cerezos y cada variedad tiene un sabor y forma ligeramente diferentes, y hasta una resistencia distinta: algunas son fuertes y pueden soportar el transporte a Viena sin dañarse; mientras que otras son muy blandas y no aguantarían el traslado, por lo que tienen que ser consumidas o procesadas. Además, estamos tratando de conseguir algunas de las variedades antiguas que ya no se cultivan, pero se cultivaban en el siglo XIX o incluso en el XVIII. Ahora mismo estamos viendo dónde conseguirlas para traerlas de nuevo a Praga”.
Perdidos en Tokio
Explica Rom que el cerezo es una especie originaria de Eurasia que se remonta al siglo XIV, y desde entonces se cultivan en la actual República Checa, donde la variedad más frecuente es la que en latín recibe el nombre de Prunus avium. Y aunque a más de un turista sus hermosas flores quizás les recuerden a los famosos sakura de Japón, aclara Rom que se trata de especies muy distintas.
“Tenemos evidencias de que, en el siglo XIV, se empezaron a cultivar cerezos en Bohemia Central, pero los que se pueden ver en Japón son una especie completamente diferente: no es la variedad Prunus avium, sino una especie de cerezo ornamental que aquí llamamos sakura y que no tiene nada que ver con nuestro cerezo. Su flor es distinta, su forma también, es otra cosa”.
De todos modos, afirma Rom que sí es posible encontrar en Praga algunos ejemplares del auténtico sakura japonés, que fueron plantados, sobre todo, en la década del noventa, cuando el sakura empezó a ponerse de moda. Sin embargo, en comparación son muy pocos y, por otro lado, contradicen una de las máximas de los huertos checos porque solo ofrecen su flor en primavera y el resto del año pasan inadvertidos. Es decir que, a pesar de que su belleza pueda parecer semejante, la diferencia de conceptos es fundamental.
“La tradición japonesa es completamente diferente: allí no cultivan cerezos por el fruto sino solo por las flores, mientras que aquí las plantaciones de cerezos siempre estuvieron enfocadas a la producción de frutas, siempre se trataba de las frutas”.
Agrega Rom que otro árbol bastante marginal en Praga es el almendro, que también está floreciendo por estos días. Como se trata de un árbol muy susceptible a las heladas, el clima de Europa Central no ha sido muy amable con ellos, aunque los cambios que se están registrando en el último tiempo hacen pensar que, en el futuro cercano, tal vez tengan un mayor desarrollo. Los dos huertos más antiguos de almendros se encuentran en la colina de Petřín, donde el clima es un poco más cálido que en las afueras de la ciudad, aunque también hay algunos dispersos en antiguos jardines de Malá Strana, Hradčany o Smíchov.
El paraíso de los cerezos
“El huerto más hermoso de cerezos es, claramente, el de la colina de Třešňovka, en Hrdlořezy, en Praga 9”.
No obstante, volviendo a la estrella de los árboles frutales de Praga, Rom recomienda un lugar no muy conocido que, sin embargo, ningún visitante de Praga debería perderse y constituye, además, una excelente muestra de su trabajo: se trata de un sitio cuya historia se remonta al período posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando se estableció allí un huerto de cerezos que, a partir de la década del noventa, vivió un lento pero constante período de deterioro. Sin embargo, a partir del año 2015, se retiraron montañas de residuos, se renovaron los caminos y se sustituyeron los árboles muertos por cerezos recién plantados.
“Cuando se trata de cerezos, el huerto más hermoso es claramente es el de la colina de Třešňovka en Hrdlořezy, en Praga 9. Con una superficie de diez hectáreas es realmente enorme, el huerto de cerezos más grande que tenemos. Su forma es muy especial porque tiene una meseta de un lado, una pendiente del otro y un gran sendero en el que tenemos unos dos mil cerezos”.
Basado en su propia experiencia laboral, Jiří Rom se anima a responder incluso una de las preguntas más recurrentes y tal vez difíciles de quienes proyectan una visita a Praga: en su opinión, los mejores momentos del año para visitar la capital checa son dos: a mediados de abril, para ver florecer la mayoría de los huertos frutales y, por otro lado, en mayo, para disfrutar de la naturaleza en general. Y si bien reconoce que este año la primavera parece haber llegado antes de tiempo porque ahora mismo se empiezan a ver varios árboles florecidos, él asegura que lo mejor aún está por venir.
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