Radio Free Europe, la voz que las dictaduras no quieren escuchar
La histórica emisora Radio Free Europe/Radio Liberty, transmite desde Praga desde hace ya 30 años en decenas de lenguas para países en los que no hay democracia ni libertad de prensa. A pesar de sufrir persecución y hasta condenas de prisión en sus propios países de origen, como Rusia, Bielorrusia o Azerbaiyán, el compromiso con la información libre de estos periodistas sigue prevaleciendo sobre el alto precio personal que deben pagar. La situación es ya peor que durante la Guerra Fría, aseguran.
La emisora Radio Free Europe/Radio Liberty, o Radio Europa Libre/Radio Libertad en español, tiene una historia de 75 años ya. Nació como un medio de propaganda anticomunista y sus primeras emisiones se produjeron en verano de 1950, precisamente en checo. Al principio, Radio Free Europe estaba dirigida especialmente a los países satélites de la Unión Soviética como Checoslovaquia, Polonia o Hungría. De la URSS se ocupaba Radio Liberty (Radio Svoboda). Las dos emisoras finalmente se unieron en una misma compañía en los 70, de ahí lo largo del nombre de la corporación actual. Pero, desde su primera sede en Múnich, ambas estuvieron desde el principio burlando, informativamente hablando, el Telón de Acero hasta que este cayó finalmente en 1989.
Quien hoy es jefe de la redacción en lengua tártara, Rim Gilfánov, la descubrió de niño en su ciudad, Kazán, una ciudad completamente cerrada a viajeros extranjeros durante la era soviética, dado que en ella se fabricaba armamento. Nunca podrá olvidar Rim lo que provocó en él escuchar aquella información tan distinta a la que le llegaba día tras día de los medios oficiales. Y además, en su propia lengua, recuerda.
“La descubrí por completa casualidad y transmitía en tártaro, lo que fue un gran shock para mí, porque bajo la Unión Soviética también teníamos con eso problemas, había una fuerte rusificación, que por cierto ahora también existe y continúa con Putin. En aquel momento el tártaro solo se hablaba en casa, y de repente escucho una radio que utiliza con normalidad mi lengua materna. Por supuesto, en seguida empezaban las interferencias, unos ruidos muy desagradables con los que el régimen soviético intentaba que no se escuchara nada. Aun así, escuché y aprendí muchas cosas nuevas. Por ejemplo, sobre nuestra propia historia, que era un tabú, me enteré de muchas cosas, también de Tartaristán. No conocíamos la historia real y aprendimos muchas cosas por la radio de las que no podríamos habernos enterado de otra forma. Entonces no podía ni imaginar que terminaría en esa radio en tártaro entre las ocho o siete personas que trabajamos ahora aquí”.
Mucha importancia en la memoria colectiva checa tienen también aquellas emisiones de la redacción checoslovaca que se escuchaban clandestinamente en las casas con la esperanza de que no fueran muy fuertes las interferencias con las que el Gobierno comunista quería impedir su recepción. Igual pasaba, por ejemplo, en la España de Franco, con las emisiones propagandísticas de emisoras como la propia Radio Praga, que por entonces se dedicaban a alabar las virtudes de los regímenes socialistas.
30 años en Praga
Tres años después de la caída del Muro de Berlín y la Revolución de Terciopelo en 1989, también se desmanteló la Unión Soviética y Radio Free Europe/Radio Liberty, en gran parte gracias a los esfuerzos del presidente Václav Havel, se mudó al centro de Praga, desde donde empezó a emitir el 10 de marzo de 1995, hace ahora 30 años, en el edificio de la antigua Asamblea Federal Checoslovaca de los comunistas, a pocos metros de la propia Radio Checa en la calle Vinohradská.
Si ya se habían acabado las dictaduras comunistas en Europa Central y del Este, que era contra lo que luchó Radio Free Europe en toda su historia, ¿no habría que terminar también con las emisiones? Rim Gilfánov ve claramente que la historia ha dado la razón a quienes pensaron que el objetivo no se había cumplido realmente.
“Nuestro trabajo continúa porque sigue existiendo el sistema soviético, ya que en Rusia no sólo hay nostalgia por lo soviético, sino que de hecho han vuelto con una versión aún peor. Así que la radio continúa. Lamentablemente, no podemos cerrar diciendo que hemos logrado nuestros objetivos. Desgraciadamente, en Rusia no hay democracia, no hay estado de derecho, y por eso todavía esta radio tiene una misión que cumplir”.
Y no solo en Rusia, sino que Radio Free Europe, en la actualidad financiada por el Congreso de Estados Unidos, transmite hoy en día en 27 idiomas para 23 países, incluyendo la mayoría de las exrepúblicas soviéticas en Europa del Este, el Cáucaso y Asia Central, pero también Afganistán, Irán o países europeos de los Balcanes y hasta tres miembros de la Unión Europea como son Hungría, Bulgaria y Rumanía. Todo ello gracias a una plantilla de unas 1700 personas, de las que algo menos de la mitad hace su trabajo en Praga. También el canal de televisión en lengua rusa Current Time se hace desde la sede principal en la calle Vinohradská de la capital checa.
Una radio de exiliados e “indeseables”
Rim Gilfánov lleva 12 años sin pisar su país, asegura. Radio Free Europe en la actualidad está declarado, desde el pasado verano, como un “medio indeseable” por el régimen de Putin, lo que supone una cascada de problemas legales para la organización y sus trabajadores. Sin embargo, no siempre tuvieron esa animadversión por parte del Kremlin. Rim comenzó a trabajar para Radio Free Europe desde Kazán, donde la emisora tenía una oficina, recuerda.
“En los mejores años, transmitíamos en Tartaristán en FM. Teníamos un socio de la radio estatal que emitía dos horas de nuestra transmisión. Teníamos una oficina allí, pero llegó Putin y empezó a buscar enemigos, primero entre los medios. La oficina se cerró y la transmisión también terminó. Luego nos declararon agente extranjero. Y al final, ya en 2024, nos declararon ‘medio no deseado’, lo que llevó a que cualquiera que ahora nos dé una entrevista, hable con nosotros o escriba algo, ya puede ser perseguido, es un acto criminal ahora. El régimen hace todo lo posible para complicar nuestro trabajo. Así que la forma en que recopilamos y encontramos información ha cambiado por completo. Sobre todo es a través de redes sociales y algunos contactos de quienes ni siquiera podemos decir abiertamente quiénes son. Solo decimos que conocemos a esa persona y su identidad, pero que por razones de seguridad no podemos dar su nombre”.
A Rim Gilfánov no se le ocurre poner un pie en Rusia, pero recientemente le tocó vivir muy de cerca la persecución contra Radio Liberty. Una de sus compañeras, Alsú Kurmasheva, viajó a Kazán para visitar a su madre enferma y terminó encarcelada. Le fue impuesta incluso una pena de 6,5 años de prisión por difundir “informaciones falsas sobre el Ejército Ruso”. Si no es por la intermediación del propio Gobierno de EE.UU., que la incluyó en el mayor intercambio de prisioneros en décadas entre los dos países, Alsú, que vivió un infierno de casi un año, especialmente en los meses de invierno que pasó encerrada a menudo sin calefacción, estaría aún empezando a cumplir su pena.
Alsú no fue, ni con mucho, la primera periodista encarcelada por trabajar para Radio Free Europe, pero para muchos supuso un antes y un después.
“Eso fue, por supuesto, un shock. Pero no somos tan ilusos, sabemos qué tipo de régimen es, quién es Putin, de qué era capaz y, además, la guerra ya había comenzado, todos sabían de lo que era capaz. Alguno lo esperaba, pero fue un shock. De repente se trataba de una persona que trabaja con nosotros. Así que no se trataba sólo de ella, sino de todos nosotros, y surgieron muchas preguntas sobre la seguridad de cada uno de nosotros. Lo bueno es que se inició inmediatamente un esfuerzo conjunto de la empresa en general, pero también se nos unieron muchos medios, también la Radio Checa, y periodistas de la República Checa y de todo el mundo, así como el gobierno estadounidense al final. Afortunadamente, todo terminó bien”.
“El periodismo no es un crimen”
Todo terminó “bien”, aunque después de una experiencia traumática para Alsú Kurmasheva. Sin embargo, la tendencia actual en el mundo, incluida Europa, es la que es, destaca Rim Gilfánov.
“En nuestros países, hacer periodismo independiente está considerado un delito”
Rim Gilfánov
“Lamentablemente, en nuestras regiones, en nuestros países, hacer periodismo independiente está considerado un delito. Una de las consignas que utilizamos para liberar a Alsú, era ‘El periodismo no es un crimen’. Pero, desafortunadamente, en dictaduras como las de Putin, Lukashenko y otros lugares, incluso ahora en algunos países europeos existe tal tendencia, como vemos en Eslovaquia o Hungría, de que a los mandatarios no les gustan los periodistas. Y todos intentan convertir a los periodistas en criminales, lo cual no es cierto. Un periodista solo hace su trabajo. Te puede gustar o no, pero solo hace su trabajo”.
En el despacho anexo al tártaro, en la redacción en lengua bielorrusa, han vivido una situación muy parecida. Solo que se alargó incluso mucho más. Andréi Kuznéchik recibió otra pena de seis años tras ser detenido en noviembre de 2021. Hace pocas semanas salió de repente de la cárcel de Minsk en la que se encontraba, como contó a Radio Praga Internacional Kanstantsín Lashkévich, director de las emisiones en bielorruso.
“Andréi ha pasado más de tres años en prisión. Cuando entró, su hijo tenía dos años. Ahora tiene cinco. Ha tenido que redescubrir a su padre”.
Kanstantsín Lashkévich
“Andréi ha pasado tres años y dos meses en prisión. Cuando entró en prisión, su hijo pequeño tenía dos años. Ahora tiene cinco. Básicamente, como Andréi describió con mucha precisión, su hijo ha tenido que redescubrir a su padre. Y es muy conmovedor, por supuesto.
Es un gran drama familiar y, claro, estamos felices de que finalmente esté en libertad. Es libre y ahora está en Lituania”.
El régimen en Bielorrusia de Lukashenko siempre se ha caracterizado por una represión incluso mayor que en Rusia en las últimas décadas. Es por eso que la redacción bielorrusa es, probablemente la más castigada tradicionalmente. Andréi Kuznéchik ya se está recuperando de su injusto encierro, pero otros colegas suyos siguen sufriendo en las cárceles de la dictadura.
“Es un gran alivio lo de Andréi, pero otro de nuestros colegas, Íhar Lósik, lleva más de cuatro años en prisión. Y nuestro excolega Íhar Karnéi lleva ya año y medio. Así que seguimos luchando por ellos y la compañía está trabajando duro para traerlos de regreso, porque esta historia aún no ha terminado”.
No solo no ha terminado, sino que, de hecho, con el inicio de la invasión a Ucrania en 2022, todo ha empeorado incluso también en Bielorrusia, dice Kanstantsín Lashkévich.
“Muchas cosas han cambiado desde entonces. Mentalmente, es el comienzo de una nueva era y, considerando el hecho de que Bielorrusia, el régimen bielorruso, es el aliado más cercano del régimen de Putin, esto ha complicado nuestras vidas significativamente porque el régimen de Lukashenko después de que comenzase la agresión sobre Ucrania, se volvió más radical, más agresivo, y la narrativa oficial, la propaganda oficial, empezó a alinearse cada vez más con los criminales. Así que todo se volvió cada vez más difícil para nosotros. Complicó una situación que ya era muy difícil y muy desafiante antes de que comenzara la guerra”.
Echando la vista atrás, tuvo sentido hace 30 años establecer Radio Free Europe en Praga, como ciudad que a lo largo de la historia ha recibido tradicionalmente exiliados de otros países de Europa Central o de Europa del Este. Para la oposición bielorrusa en particular, Praga ha sido un lugar natural de exilio históricamente, no solo en los últimos años, recuerda Lashkévich.
“Es importante que el estado independiente checo siempre apoyó el movimiento democrático bielorruso desde después de la Primera Guerra Mundial, cuando el primer gobierno democrático bielorruso estaba en el exilio tras la ocupación bolchevique y muchos de aquellos ministros independientes bielorrusos obtuvieron el apoyo de la Checoslovaquia de Masaryk. Fue crucial entonces y lo es ahora porque el actual Estado checo apoya a la oposición democrática bielorrusa. La oficina de la líde opositora Svetlana Tijanóvskaya tiene una representación oficial aquí en Praga. Por lo tanto, es uno de los lugares más importantes y significativos en este aspecto en toda Europa, junto con Vilna y Varsovia”.
“Encender la luz en una habitación oscura”
Como es fácilmente imaginable, las importantes emisiones en lengua rusa, también han sufrido una fuerte persecución por parte del régimen de Putin.
Evgenia Nazarets era la directora de la oficina de Radio Liberty en Moscú hasta que tuvieron que cerrarla en el año 22 tras el comienzo de la guerra y establecer esa sede en Riga. La justicia rusa impuso a la empresa una multa que llegó a alcanzar los 18 millones de dólares por publicar informaciones distintas a las oficiales. Por esa razón, Eugenia Nazarets tuvo que irse urgentemente de Rusia para no volver. Así llegó a Praga, explica.
“Cuando me fui, las multas eran aún de 8 millones de dólares, lo que ya era suficiente para enviarme a la cárcel como uno de los directivos de una empresa que no paga sus multas. Así que se decidió que tenía que salir de Rusia, pero en aquel momento no había oficina en Riga aún. La oficina de Moscú siguió funcionando durante algún tiempo, unos meses, menos de un año. Así que me vine a Praga”.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en otoño del año pasado falló a favor de la emisora y ahora es el régimen de Putin quien les debe dinero, pero Rusia no acata las decisiones de esta corte, por lo que nada cambia en la práctica.
Dice Eugenia Nazarets que su historia en Radio Liberty, adonde llegó a principios de este siglo, es la del endurecimiento del régimen de Putin y el empeoramiento de las libertades en Rusia.
De igual manera lo ve el director de las emisiones en ruso, Andréi Shary. Aunque él lleva más tiempo. En Radio Liberty trabaja desde que aún emitía desde Múnich, justo después del fin de la URSS. Pero ya era periodista desde antes, cuenta.
“Durante la Perestroika de Gorbachov parecía que el mundo estaba cambiando a mejor. Ahora resulta que todo ese ciclo de evolución de la política rusa, y quizá de la política mundial, ha llegado a su fin”.
Andréi Shary
“Empecé a trabajar de periodista a mediados y finales de los ochenta, durante la Perestroika de Gorbachov, cuando parecía que el mundo estaba cambiando a mejor. Ahora resulta que todo ese ciclo de evolución de la política rusa, y quizá de la política mundial, ha llegado a su fin, y empieza ahora un nuevo ciclo que trae consigo muchas amenazas y peligros debido a lo que tenemos que ser muy adaptables, muy rápidos y muy profesionales para poder hacer frente a ello”.
Ese cierre de la oficina de Moscú es quizá el mejor ejemplo de ello, aunque según Eugenia Nazarets, esa velocidad de los cambios ya se ha vuelto una constante.
“En otro tiempo tardábamos dos años en crear una web moderna. Ahora tuvimos un mes o incluso dos semanas para relanzar todas las emisiones desde Riga al cerrar la oficina de Moscú. Y ahora, literalmente, tenemos un mes o dos semanas también para decir: ‘Esta plataforma o esta otra red social está funcionando peor en Rusia ahora, vamos a esforzarnos más en esta otra’. Nos hemos vuelto muy adaptables, muy plásticos. A medida que el régimen nos oprime, nos volvemos cada vez más adaptables”.
En 2017, Radio Liberty fue uno de los primeros medios en ser declarado ‘agente extranjero’ por el régimen ruso. La presión solo ha ido a más con el tiempo. El inicio de la invasión a gran escala de Ucrania fue la culminación de un largo proceso. Con la oficina de Moscú cerrada y las cuentas de Radio Liberty en Rusia bloqueadas, por lo que, entre otras cosas, no pueden pagar a sus colaboradores clandestinos de dentro del país, las dificultades son enormes. Pero ya estaban acostumbrados a tener que lidiar con ello, asegura Nazarets.
“Con el comienzo de la guerra cambió todo y no cambió nada para nosotros. Por un lado, ya llevábamos dos años viendo que todo se encaminaba hacia un final muy malo, al menos para Radio Liberty. Probablemente nadie creía en un desenlace como el comienzo de la guerra en Ucrania. Es decir, cuando comenzó, entendimos mejor muchas cosas que nos habían pasado antes. Pero al mismo tiempo, nos quedó claro cuál es nuestra misión: contar lo que la propaganda rusa no cuenta. Y, por otro lado, nos dimos cuenta de que estábamos aislados de Rusia, porque habíamos emigrado, y nos resultaba muy difícil estar en contacto con las fuentes de las noticias y lo que estaba ocurriendo. Tuvimos que reconfigurar todo nuestro sistema de trabajo. Se trata también de la seguridad de quienes cooperan con nosotros, de métodos de trabajo completamente nuevos en términos organizativos. Por ejemplo, si tenemos una fuente de información o un intermediario en Rusia, tenemos que pensar no sólo en lo que le ocurrirá a él, y ahora mismo tenemos en la cárcel a varios periodistas. Tenemos que pensar no sólo en los corresponsales, sino también en las personas a quienes entrevistan. ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué protocolos de seguridad utilizar? ¿Cómo verificamos esa información? Desde entonces hemos reforzado y desarrollado mucho nuestra unidad de periodismo de investigación”.
Asistencia psicológica en el contrato
Coincide Andréi Shary con Eugenia Nazarets en señalar todas las complicaciones a las que se tienen que enfrentar para poder seguir haciendo su trabajo. Por supuesto, muchas de estas trabas les afectan directamente en su vida personal. Pero son gente que tiene claro desde hace mucho cuál es su compromiso, asegura.
“Tenemos un equipo veterano y sabemos trabajar bajo presión y en circunstancias difíciles. Se formó a principios de la década del 2000, hemos vivido muchas crisis juntos, y por eso, como dijo acertadamente uno de nuestros colegas, cuando ocurre algo, Radio Liberty funciona como la tripulación de una ambulancia. Todo el mundo sabe qué hacer, qué maniobras llevar a cabo, etc. Pero es difícil, por supuesto, para todos. Eugenia tiene a sus padres allí, y yo a mi madre en Moscú. Pero no podemos ir, y está claro que tras el incidente de Alsú, todos estamos bajo el radar. Nuestros colegas de la oficina de Moscú se tuvieron que ir de allí en pocos días, muchos de ellos dejaron allí a sus familias, dejaron sus propiedades en Moscú o en algún lugar de Rusia. Así que, por supuesto, es difícil. Por cierto que tenemos un programa de asistencia psicológica en la empresa. Pero esto es, de hecho, exactamente el caso para el que se necesita el periodismo, cuando hay que encender la luz en una habitación oscura, que es lo que intentamos hacer. Y ha abandonado el equipo muy poca gente. En general, somos las mismas personas siempre, hemos pasado por mucho, sabemos mucho y trabajamos bien juntos. Por eso somos muy eficaces”.
El equipo actual ha tenido que aprender a actuar y amoldarse a cada situación, pero Andréi Shary tiene presente a las anteriores generaciones de las que tomaron el relevo en un momento más positivo y esperanzador de las relaciones entre Moscú y Occidente, pero que habían luchado durante décadas contras los gobiernos de Nikita Jrushchov o Leonid Brézhnev en la antigua Unión Soviética.
“Ahora siento lo importante que fue cuando llegamos y éramos jóvenes periodistas, la relación que teníamos con nuestros colegas mayores. Tenemos una tradición de más de 70 años, y ahora lo valoro mucho. Ahora hay aún periodistas muy experimentados que recuerdan las interferencias con las que tapaban nuestra señal en los años ochenta. Ahora los bloqueos son diferentes. La situación ha cambiado, pero la esencia del trabajo, ese sentimiento de trabajar en el exilio, es la misma. Mantenemos nuestra presencia en Rusia. Tenemos fuentes de información y personas que trabajan para nosotros desde allí, aunque sea de forma anónima siguiendo todo tipo de protocolos de seguridad. Sabemos trabajar con eso. Radio Liberty trabajó durante los primeros 30 años de su existencia para democratizar la Unión Soviética a pesar de las interferencias”.
“Es fácil suponer que los que nos hemos ido tenemos un rencor personal contra Putin. Pero tenemos que seguir siendo periodistas, encontrar el tono adecuado”.
Eugenia Nazarets
Otro reto añadido es, según Eugenia Nazarets, ante tantos obstáculos y persecución, seguir manteniendo la cabeza fría y hacer un buen trabajo periodístico.
“Otra historia es, por supuesto, respetar nuestra misión y mantener la objetividad. Es fácil suponer que cada uno de los que nos hemos ido tenemos un rencor personal contra Putin por la totalmente vergonzosa operación contra la libertad de prensa y por nuestras historias personales. Pero tenemos que seguir siendo periodistas, encontrar el tono adecuado que nos lo permita, mientras trabajamos para un público que está en Rusia y que está expuesto a mucha propaganda y que tiende a escuchar dos fuentes, una de las cuales es la propaganda oficial, que es mucho más poderosa, y Radio Liberty, que es mucho más débil por los esfuerzos del Kremlin. ¿Cómo sobrevivimos a todo esto ahora que, por ejemplo, nuestro sitio web está bloqueado y YouTube está limitado en Rusia? Dependemos en gran medida de plataformas y redes sociales populares entre los jóvenes. Pero cada una de esas plataformas está censurada por el régimen de Putin, ya sea cerrando o dificultando el acceso a ella o castigando a la gente por leer o instalar redes privadas virtuales VPN. Es una situación en la que tenemos que saber cambiar muy, muy rápidamente”.
Y luego están el resto de desafíos que afectan al periodismo a nivel global y a cualquier sociedad también las democráticas, como son las noticias falsas y la crisis de los medios de comunicación tradicionales, señala Andréi Shary.
“Hay otra cuestión filosófica o simbólica del inicio de la guerra que ustedes en la Radio Checa la conocen tan bien como nosotros. El mundo ha cambiado, el periodismo ha cambiado, las comunicaciones globales han traído consigo no sólo ventajas, sino también un gran número de inconvenientes. Y ahora los principales problemas para nuestras organizaciones periodísticas son las noticias falsas, la desconfianza general en las fuentes de información, la crisis de los medios de comunicación tradicionales, a los que pertenecemos. Y esto también está relacionado con un cambio en la política mundial. Está claro que se está produciendo un gran giro conservador. El sistema de valores liberales que nos parecía establecido tiene grietas, y lo que está sucediendo en Ucrania simboliza esto muy vívidamente, pero sin embargo es solo un fragmento del cuadro general”.
Unas instalaciones amuralladas en las que no se puede sacar fotos
Radio Free Europe tuvo que abandonar su primera sede en Praga al lado del Museo Nacional a principios de este siglo porque aquel lugar no reunía las medidas de seguridad necesarias para una emisora contra la que quería atentar el propio Sadam Huseín. No era el primero. En 1981 lo consiguió en su sede de Múnich el propio terrorista venezolano Ilich Ramírez, más conocido como Carlos el Chacal, en una operación preparada durante años por la KGB y en la que participaron los servicios secretos de la Rumanía de Ceaușescu. Por fortuna, solo hubo que lamentar heridos y daños por valor de dos millones de dólares de la época.
En la sede actual, una gran área amurallada y vigilada para la que hay que pasar un minucioso control de metales, ni siquiera se pueden hacer fotos dentro salvo permiso previo de cada una de las personas retratadas, ya que para muchas, salir en una fotografía dentro de esas instalaciones, puede suponer un riesgo para sí misma o sus familias en su país.
Esto no sucede a Carla Pedret, una barcelonesa que pertenece, efectivamente, a esa minoría de trabajadores de Radio Free Europe que sí pueden, por ejemplo, viajar tranquilamente a su país de origen sin miedo a ser encarcelada. Pero no deja de ser un compromiso con el mundo en que vivimos trabajar en una institución así, explica Carla.
“Yo siempre he trabajado en medios públicos y Radio Free Europe es una organización sin ánimo de lucro. Yo creo que el periodismo es un servicio para la sociedad y para la gente. En este caso, nuestro papel es, en este contexto actual, más importante que nunca, solo hay que ver el momento político en el que nos movemos. Hay mucha desinformación, mucha división, mucha confusión y lo que nosotros intentamos como periodistas, desde un punto neutral y honesto, es ayudar a la gente a entender qué está pasando y a ser críticos con lo que está pasando, con su gobierno, con el contexto global o con cualquier otro hecho que les pueda afectar en sus vidas”.
Carla dirige el departamento de estrategia digital y desarrollo de producto para pensar la mejor forma de que el programa de Radio Free Europe llegue a una audiencia extremadamente variopinta. Desde un público potencial en estados del este de la Unión Europea, hasta países como Afganistán o Irán, donde no se cuenta ni con acceso a internet, pasando, por supuesto, por otros lugares en los que los respectivos gobiernos actúan para dificultar o imposibilitar el acceso a las webs o a la señal de radio.
En Barcelona, Carla también trabajaba en este ámbito en la emisora Catalunya Ràdio, pero con un público, evidentemente, muy distinto.
En Radio Free Europe ha tenido que aprender a convivir también con las situaciones extremas a las que se enfrenta la mayor parte de sus compañeros.
“Hay compañeros con familiares que han fallecido y no han podido ir al funeral porque no podían volver a su país, son situaciones muy duras”.
Carla Pedret
“Hay situaciones muy dramáticas, tengo compañeros que hacen sacrificios enormes por la misión de Radio Free Europe pensando en realmente intentar cambiar la situación en sus países desde el periodismo. Mucha gente no puede volver a su país, no puede ver a su familia. En algunos casos, no pueden renovar el pasaporte y se convierten en personas que están como en una especie de limbo, porque renovar el pasaporte implica que tienen que ir a su embajada o a su país y serían detenidos o a saber qué les pasaría. Hay compañeros con familiares que han fallecido y no han podido ir al funeral porque no podían volver a su país, son situaciones muy duras”.
Por pocos meses, Carla, que lleva dos años en Radio Free Europe, no tuvo que vivir la peor situación imaginable, la pérdida de uno de sus compañeros. Fue la periodista ucraniana Vira Hyrych, que murió en un bombardeo ruso sobre Kiev en abril de 2022 el mismo día que visitaba la capital el secretario general de la ONU, António Guterres.
Pero en otoño del año pasado, otra colaboradora de la emisora, Viktoria Roshchyna, murió con solo 27 años en una cárcel rusa. Sus restos y diferentes testimonios indican que fue torturada, recibió electroshock y que tras no recibir atención médica por las graves heridas con las que fue capturada en territorios ocupados, tampoco le dieron alimentos, hasta dejarla fallecer.
Trabajar junto a periodistas que han tenido que renunciar a tanto y se exponen a todo, afecta, dice Carla.
“Me afecta ver a compañeros que lo pasan mal, claro, me afecta. No me afecta como a ellos, pero afecta porque, por ejemplo, tenemos una redacción en Ucrania y un día te dicen que a un compañero lo han llamado para ir al frente. Y a lo mejor tú trabajabas con él bastante a menudo. Era tu punto de contacto, y de repente lo han llamado a filas. Y qué vas a pensar… Te impacta, te impacta. Cuando llegué aquí la guerra ya había empezado pero la veías como desde la barrera. Seguías las noticias, como europeo, y claro, te preocupa, te impacta, pero cuando vienes aquí ves el efecto real en personas, que es muy diferente”.
75 años después de su fundación, 30 años después de su mudanza a Praga, Radio Free Europe/Radio Liberty sigue emitiendo hasta que llegue ese momento, seguramente utópico, en que ya no sea necesaria, cuando no haya país sin libertad de prensa y no haya que buscar mil maneras desde un país lejano de hacer llegar la información que algunos gobiernos y dictaduras no quieren que su pueblo escuche.