Prohibido morir aquí: el centro checo de investigación en Svalbard

En el extremo del mundo

Cerca del Polo Norte hay una particular isla que, si bien queda casi en el fin del mundo, es muy estratégica y cuenta, entre otras curiosidades, con un banco mundial de semillas por si llegara a ocurrir una catástrofe. En Svalbard hay también un centro checo de investigación liderado por Jan Pechar, quien nos cuenta en esta entrevista su experiencia de vida en la ciudad más septentrional del mundo.

Un paisaje de Svalbard | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Ubicada a poco más de mil kilómetros del polo norte, en la curiosa isla de Svalbard está prohibido morir. El motivo es que el permafrost del suelo impide la descomposición de los cuerpos. Por eso mismo, desde el año 1950, no se realizan entierros en el cementerio local. Al mismo tiempo, la gran mezcla de nacionalidades que conforma su población la vuelve una especie de mundo en miniatura, tal como cuenta Jan Pechar, el jefe del Centro de Investigación de la Universidad de Bohemia del Sur de České Budějovice, que vive allí hace varios años con su esposa y su pequeña hija.

“Se trata de un territorio internacional bajo administración noruega”.
Jan Pechar

“Aquí en la isla de Svalbard hay unas treinta nacionalidades distintas porque se trata, en verdad, de un territorio internacional que está bajo administración noruega. A raíz del llamado Tratado de Svalbard, funciona como una zona libre de visados a la que pueden venir personas de todo el mundo y, por lo tanto, no necesitan más que un visado de tránsito a través de Noruega”.

Banco mundial de semillas en Svalbard  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Además de contar también con un curioso banco de semillas de todo el mundo por si hubiera una catástrofe (de hecho, Israel y Ucrania ya lo han utilizado) la isla de Svalbard tiene la particularidad de que su capital, Longyearbyen, es la ciudad más septentrional del mundo. Y justamente allí funciona, desde el año 2013, el centro de investigación que lidera Jan Pechar, una construcción con varios laboratorios y alojamiento disponible para dieciséis personas.

“Las actividades que realiza este centro son básicamente de dos tipos: una es la investigación y la otra es ofrecer la infraestructura necesaria para que puedan venir científicos de todo el mundo, no solo checos. De hecho, tenemos gente de todo el mundo, aunque tenemos también algunos proyectos checos. Luego, la Universidad de Bohemia del Sur la utiliza también para realizar distintas investigaciones, por ejemplo, de botánica, zoología o microbiología”.

Jan Pechar,  jefe de la estación checa de investigación ártica y Tereza Hromádková,  que también trabaja ahí  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International
Un reno en plena calle  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Actualmente viven en Svalbard unas 2500 personas y suele decirse que la población de osos polares es aún mayor a esa cifra; por lo que los habitantes suelen salir con rifles para evitar sorpresas. Lo interesante es que, más allá de ese centro, Svalbard es un lugar que ha llamado la atención de varios checos. Por citar solo algunos casos, el mismísimo Bohumil Hrabal la menciona en uno de sus libros de cuentos. Por su parte, el botánico Emil Hadač le dedicó en 1946 el libro Svalbard, la costa fría, mientras que, mucho más acá en el tiempo, la antropóloga social Zdenka Sokolíčková, quien vivió allí entre 2019 y 2021, publicó The paradox of Svalbard, un análisis sobre las transformaciones de la zona vinculadas al cambio climático y la era de la globalización.

Casas de colores en la capital de Svalbard | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“La huella checa en la investigación o la exploración polar o ártica tiene por cierto mucha historia debido al trabajo que se hizo, por ejemplo, en la Tierra de Francisco José y en otros lugares. En el caso puntual de Svalbard, el proyecto que hizo aquí Zdenka Sokolíčková durante tres años fue muy interesante y  apreciado por la comunidad científica que se ocupa de estos temas. Además se hizo un documental también interesante sobre su estancia que tuvo un considerable éxito”.

Ese documental que se llama Návštěvníci (Los visitantes) y obtuvo premios en algunos festivales, aborda la experiencia de vida de esta antropóloga que, a partir de una beca, decidió trasladarse con su marido y sus tres hijos a Svalbard para observar los distintos cambios en las regiones polares. Lo interesante es que, además de advertir, por ejemplo, la desaparición de glaciares, lo que cuenta el documental es también la propia interacción de la antropóloga con una comunidad muy heterogénea, pero quizás no tan armónica como parecía a simple vista. Y esas características tienen que ver, tal como explica Jan Pechar, con los profundos cambios que sin dudas experimentó la ciudad en los últimos años.

“Todos los residentes de aquí eran, hace unos cincuenta años, mineros. La ciudad era propiedad de Store Norske, la compañía noruega que explota aquí la mina, todavía abierta, de carbón. Pero ya no tenemos una central eléctrica de carbón ni una central de calefacción de carbón. Ahora hemos cambiado a diésel, hemos cambiado todo a generadores diésel más ecológicos. Pero al igual que esa transición desde una ciudad minera a una ciudad más o menos convencional, muchas otras cosas han cambiado aquí. Ahora hay un gobierno local, todo está funcionando, pero ha virado con los años hacia un tipo de comunidad con una democracia local”.

Cada paso que se da en Svalbard tiene algo de récord boreal: el aeropuerto comercial, la iglesia y la fábrica de cerveza más al norte del mundo, por dar solo algunos ejemplos. A todo eso hay que añadir, por supuesto, su impresionante estación satelital. Conocida como SvalSat, no solo es, otra vez, la más septentrional que existe, sino también el centro de seguimiento de satélites más grande del mundo. Esos pequeños grandes detalles quizás empiecen a esclarecer un poco la paradoja que plantea Jan Pechar sobre esta isla.

Monumento al minero,  emblema de la zona | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Aunque esté en el fin del mundo, Svalbard es un lugar muy estratégico... Hace cuatro años, los rusos realizaron ya ciertos ejercicios oficiales en algún lugar del norte, cerca del mar de Barents. Así que este lugar ahora es también muy estratégico y, al mismo tiempo, hay algunos rusos viviendo aquí en la ciudad y también en Barentsburg, porque es una ciudad minera y mucha gente del Donbas vivía o trabajaba aquí. Es decir que hay mitad y mitad, o incluso más ucranianos que rusos. Es complicado porque todavía se están resolviendo aquí muchas cosas, incluidas las sanciones impuestas a Rusia: ya no se les permite volar aquí, ya no se les permite venir a los barcos... Sí, aquí nada es fácil y el contexto geopolítico se vive de un modo muy fuerte”.

“El contexto geopolítico se vive aquí de un modo muy fuerte”.
Jan Pechar

Aunque todas estas curiosidades empiezan a convertirlo, de a poco, en un lugar más conocido y hasta turístico, dice Jan Pechar que mucha gente de Noruega no sabe tanto de estas islas. Por otro lado, aclara a quienes estén interesados en visitarlas que, si bien es preferible llegar con buen abrigo, lejos de tratarse de un lugar salvaje, se puede conseguir de todo. Y si bien entiende que, a veces, se repiten cosas falsas sobre Svalbard, en su opinión hay una frase sobre la capital que sí es cierta, aunque con algunas restricciones.

Huellas de oso polar en el aeropuerto de Longyearbyen  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Bueno, una de las cosas que se dicen sobre Longyearbyen que, en realidad, es verdad, es que es la ciudad más septentrional del mundo. Sí, en Canadá hay, obviamente, asentamientos que están más al norte, pero ya no tienen el estatus de ciudad”.

Por último agrega que una falsa impresión que se tiene sobre Svalbard es que se trata de un lugar en el que no se puede soportar el frío. Y si bien concede que, en invierno, las temperaturas suelen alcanzar fácilmente los veinte grados bajo cero, explica que, en comparación con otras zonas más occidentales, el clima es bastante benévolo. En todo caso, Jan Pechar reconoce que no sufre tanto el frío, aunque la verdad es que está bastante acostumbrado porque, en su momento, realizó también una larga expedición desde Ushuaia hasta la Antártida que quizás explique su estoica resistencia a las heladas.

Noche de veinticuatro horas | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International
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