“¡Presos políticos, sabemos que existen!”
“¡Presos políticos, sabemos que existen!” se llama el proyecto que puso en marcha en su página web el democristiano Partido Popular con el fin de reabrir el debate sobre los derechos humanos. El primer país enfocado es Cuba.
“Creemos que es muy importante recordar a los que luchan por la libertad y la democracia en cualquier parte del mundo. Si son perseguidos por este motivo, nosotros debemos saber de su existencia y conocer sus nombres”.
Juan Adolfo Fernández Sainz, Alexis Rodríguez Fernández, Alfredo Domínguez Batista… Los presos cubanos son los primeros en ser traídos a la memoria, después les seguirán los de otros países. El motivo de esta iniciativa ha sido la insatisfacción de los demócratas cristianos con el levantamiento de las sanciones impuestas por la Unión Europea a Cuba en junio de 2003. Svoboda destaca que la situación de los derechos humanos en la isla no ha mejorado, sino empeorado.
“La política exterior checa debe centrar su atención en los derechos humanos. El tema nos ´queda bien´, tiene tradición y credibilidad. No tiene sentido abandonar este dominio porque queremos apoyar la política de exportación, por ejemplo. A largo plazo se muestra que un retroceso en esos principios no trae las ventajas económicas prometidas”.
El democristiano Partido Popular no considera oportunas las sanciones económicas debido a que éstas no suelen afectar al régimen no democrático gobernante sino a los habitantes del país. Los demócratas cristianos recomiendan las “sanciones personales” que, por ejemplo, impidan a los altos representantes de los países totalitarios la entrada en la Unión Europea. A la vez subrayan que las “sanciones personales” no están vinculadas con la limitación de la ayuda humanitaria.
El ministro Cyril Svoboda reveló que el impulso para el lanzamiento del proyecto “¡Presos políticos, sabemos que existen!” fue un relato de Ingrid Betancourt. La política colombiana contó que una vez, después de seis días de marcha agotadora por la selva, escuchó en la radio al papa Benedicto XVI que pronunció su nombre. Ello le dio la fuerza para sobrevivir el resto de su reclusión: la conciencia de que alguien sabe de ella y de su lucha.