Pesebres con piedras semipreciosas y con paisajes absurdos

Foto: Ivana Bernáthová

Piedras semipreciosas, paja, masa, papel, ingeniosos sistemas mecánicos y unos paisajes incoherentes conforman una serie de pesebres exhibidos en el Museo del Paraíso Checo, en la ciudad de Turnov, que ofrece una mirada a la obra de una de las zonas más importantes de la creación de nacimientos artesanales en la República Checa.

Foto: Ivana Bernáthová

La exhibición titulada 'Pastores, vengan al belén' ('Pastýři, pospěšte k betlému') muestra la destreza y la creatividad de los checos de la localidad de Pojizeří, que presume de una tradición fuerte en la creación de pesebres hechos en casa, según indica la directora del Museo del Paraíso Checo, Vladimíra Jakouběová.

Vladimíra Jakouběová,  foto: Jiří Sýkora,  ČRo
“La gente elaboraba pesebres sobre todo por placer, sin percibir demasiado su aspecto religioso y litúrgico, es decir, el nacimiento del Niño Jesús. La gente tenía una relación personal con los pesebres porque eran obra de sus antepasados”.

Los pesebres llegaron a los hogares checos tras las reformas del emperador José II Habsburgo, que prohibían instalarlos en las iglesias por ser “un arte indigno de la Iglesia”. La gente no quería renunciar a estas escenas bíblicas y empezó a elaborar pesebres caseros.

Los nacimientos formaban parte indispensable del ambiente navideño, además de desempeñar un papel importante en las tradiciones de la Nochebuena, prosigue Vladimíra Jakouběová.

“Hasta principios del siglo XX, la gente se daba los regalos navideños junto a los pesebres, ya que hasta entonces no existía la tradición del árbol navideño”.

Unos paisajes absurdos

A diferencia de los nacimientos elaborados en ciudades más grandes, como Liberec o Mladá Boleslav, que se caracterizan por un aspecto más clásico y artístico, los pesebres de la localidad de Pojizeří destacan por contener elementos más bien curiosos, prosigue la directora.

Foto: Ivana Bernáthová
“Los pesebres populares se caracterizan por un diseño que puede resultar hasta absurdo. Al lado de José, María y el Niño Jesús, pasea un vecino con un ganso, como si se tratase de un conocido del pueblo. La gente colocaba en los pesebres cosas que conocía. Ponía figuras de sus vecinos, porque hay que tener en cuenta que en esa época la gente viajaba como máximo al pueblo más cercano o al mercado de la ciudad. No existe ninguna conexión entre los elementos, pero a pesar de ello estos pesebres armonizan y forman un trasfondo precioso. Creo que esta es la magia inconfundible y es por este motivo que la tradición se ha mantenido durante tanto tiempo”.

A diferencia de nuestros días, los nacimientos se instalaban en los hogares el día de la Nochebuena, explica Vladimíra Jakouběová.

“Se instalaban cuando la casa estaba limpia. No estoy segura de si las amas de casa estaban muy contentas cuando los hombres, cuya responsabilidad era instalar los pesebres, llevaban a casa musgo, corteza de árboles y otros materiales para construir el pesebre. A diferencia de hoy, el paisaje de los nacimientos iba cambiando según los acontecimientos bíblicos. Por ejemplo, los Reyes Magos no se colocaban hasta el día de su llegada y en algunos pesebres aparecía La Huida a Egipto. Hoy esto ya no se suele practicar, todas las escenas se instalan a la vez en la época del Adviento”.

Pesebres semipreciosos

Foto: Ivana Bernáthová

La exhibición 'Pastores, vengan al belén' reúne pesebres y nacimientos de diez museos de las proximidades del Paraíso Checo. Las localidades con la mayor tradición pesebrista son Lomnice nad Popelkou, Nová Paka, Železný Brod y Vysoké nad Jizerou.

Foto: Ivana Bernáthová
Muchos pesebres creados en estas zonas se caracterizaban por sus paisajes románticos de grandes dimensiones colocadas en pedestales de madera y almohadillas de papel en forma de rocas, cubiertas de musgo, corteza y con figuras talladas en madera o hechas de papel. Estos belenes solían ocupar una esquina entera de la casa.

Verdaderas joyas de la exhibición las representan los nacimientos decorados con piedras semipreciosas que proceden de la localidad de Lomnice nad Popelkou, en cuyo alrededor se hallan yacimientos de diversos minerales preciosos, prosigue la directora.

“Esta localidad es conocida por los pesebres de piedras semipreciosas como amatistas, ágatas, cristales o cuarzos rosas. La gente que trabajaba las piedras semipreciosas quería darles un uso diferente. Es una tradición especial de esta región. En Europa no era habitual que este tipo de pesebres se hicieran en las casas. Se hacían por encargo para aristócratas y lo que importaba era el valor de la piedra que se usaba, por ejemplo, para decorar el vestido de las figuritas”.

Foto: Ivana Bernáthová
Otra obra peculiar instalada en el museo es el torso de un nacimiento mecánico con figuras de madera, papel y estaño, que se salvó de ser destruido, señala Jakouběová.

“Hasta los años sesenta del siglo XX, este pesebre formaba parte de la exhibición, pero después fue desmontado y casi destruido. Quedó solamente el esqueleto. Cuando mostré una de sus figuritas al doctor Vaclík, el máximo especialista en arte pesebrista del país, la mencionó en todas sus publicaciones, ya que la considera una de las figuras más extraordinarias nunca vista. Es así como hemos logrado remodelar un poco lo que ha quedado del pesebre y restaurar algunas figuras”.

Los nacimientos que representan el arte pesebrista de la ciudad de Turnov proceden del taller del sepulturero Josef Kos quien dibujaba las figuras en láminas de cartón y después las coloreaba.

Por su parte, los nacimientos más típicos para la ciudad de Železný Brod son obra de Jan Šilhán, apodado por su afición entre los locales como “Juanito el Santo”.

Foto: archivo del Museo de Praga
“Las novias de Železný Brod obtenían pesebres de papel pintados como parte de su ajuar. No he conocido una tradición similar en ninguna otra localidad. La verdad es que en las familias de esta ciudad hay muchos de estos pesebres y se siguen elaborando hasta la actualidad”, apuntó Jakouběová.

Una curiosidad técnica la representa un pesebre mecánico de la localidad de Martinice, cuyo sistema de propulsión es de gomas de sombreros, alambres y de piezas del juego de construcción de fabricación checoslovaca Merkur.

Gracias a la eterna búsqueda de nuevos materiales, se pueden ver también belenes de masa, estaño, paja y virutas de madera, entre otros.

La exposición permanecerá abierta hasta el 26 de enero de 2020 en el Museo del Paraíso Checo, en Turnov.

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