Paul Gauguin, el artista hispano
En el marco de la Semana Iberoamericana, se proyectó en el Instituto Cervantes de Praga la película Gauguin y el Canal, sobre un episodio no muy conocido de la vida del gran pintor posimpresionista: su estadía de cinco semanas en Panamá. En diálogo con Radio Praga Internacional, su director, el panameño Frank Spano, nos cuenta el trasfondo de una idea que lo viene ocupando hace dos décadas.
Con la organización de la Embajada de Panamá en Alemania (la más próxima a Chequia que tiene el país centroamericano) y el Instituto Cervantes de Praga, se acaba de proyectar en la capital checa la película Gauguin y el Canal, que cuenta un episodio importante pero poco conocido en la vida del famoso pintor: su estadía en Panamá involucrado en el fallido y famoso proyecto de construcción de un canal interoceánico.
Una idea multidisciplinaria
Aunque Frank Spano, el director de la película, es panameño, reside hace varios años en Madrid y, por lo tanto, cuenta que, hasta último momento, intentó asistir a la proyección, pero no pudo hacerlo porque, ese mismo día, presentó en la capital de España un proyecto que no deja de estar muy vinculado a la película: la experiencia inmersiva Gauguin y el Canal.
“Es una propuesta que permite al usuario contemplar el arte de Gauguin, pero además ofrecer una experiencia emotiva y narrativa. Yo creo que estoy volviendo a las propuestas de los orígenes del cine de los hermanos Lumière, utilizando las herramientas de la tecnología actual. Eso permite al espectador entrar en la cabaña con Gauguin, acompañarlo en la creación y hasta crear una imagen con su estética que se va a vincular como mosaico al gran cuadro”.
Agrega el también actor Frank Spano que, así como habían elegido filmar la película en una cantera de Panamá para mostrar su compromiso con el contexto real de los hechos en cuestión, este nuevo proyecto también tiene una faceta social porque parte de la subasta que se hará de esos cuadros y que será destinada a la Cruz Roja.
Las correspondencias
Cuenta Frank Spano que durante sus estudios universitarios en Artes había desarrollado un aprecio especial por las obras de Gauguin. Sin embargo, jamás se había imaginado que, al leer casi al azar una traducción al español de su correspondencia, se enteraría de que, en una carta escrita el 3 de mayo de 1887, Gauguin habla del trabajo en la construcción del canal bajo el sol de los trópicos. Por supuesto, él se quedó tan sorprendido como interesado.
"Entonces, leí todas las cartas de Gauguin sabiendo que ahí había una historia, empecé a escribir todo esto en el año 2004 y, seis meses después, tenía una obra de teatro que se llamó Gauguin y el Canal, la presenté al Premio Nacional, lo gané y entonces supe que, a partir de ahí, iba a hacer una película, una adaptación al cine de esto. Pero previo a eso tenía que crecer como guionista, como director, con lo cual hice dos películas antes”.
Explica Spano que, desde hace entonces veinte años, Gauguin se convirtió, más que en un tema, en una necesidad vital para él. Entre otras cosas, porque está convencido de que lo que ese pintor tan inquieto y nómada encarna, no solo como artista sino también como hombre, continúa estando muy vigente en la actualidad.
“Gauguin pasa toda su infancia como un pelaíto en Lima”.
Frank Spano
“Y, de hecho, a mí lo que me interesa en la película es contar, más que la historia del gran pintor que, por supuesto, él lo fue, la historia del hombre que decide abandonar o sacrificar determinadas cosas personales, vivenciales, para ir en busca de su camino, y para mí esa es la premisa que late permanentemente”.
Así como él mismo se asombró al leer en una carta de Gauguin esa referencia al Canal, afirma Frank Spano que lo que él cuenta en la película constituye un episodio muy poco conocido, tanto en Francia como en Panamá. Por otro lado, aclara que no son muchas las biografías que dan cuenta del fuerte vínculo que, desde muy pequeño, ha unido al pintor postimpresionista, ya no con Panamá, sino con el ámbito hispano en general y hasta con la cultura inca.
“Es que Gauguin, con solo 18 meses, viaja en brazos de su madre a Perú y pasa toda su infancia como un pelaíto en Lima, es decir, todo ese vínculo con el primitivismo que luego Picasso va a desarrollar a otro nivel agradeciéndole a Gauguin por haberlo planteado, ha sido por su vinculación con el arte incaico y es por eso que la película comienza con Gauguin contando la historia de Pachacámac, una leyenda incaica para dormir a su hijo nativo, porque la lengua materna, emotiva e infantil de Gauguin es el español”.
“La lengua materna, emotiva e infantil de Gauguin es el español”.
Frank Spano
De hecho, añade Frank Spano que cuando Gauguin regresa con nueve años a París, es despreciado y marginado, justamente por no hablar bien el francés, lo cual, en su opinión, determinará gran parte de su carácter, estilo y rebeldía; ese no ser de aquí ni ser de allá que, junto al colonialismo y la inmigración, es uno de los grandes temas que aborda la película, sobre todo a partir de un proceso judicial que sufre el artista en su contra y la presencia acechante y fantasmagórica de su pasado. Lo cierto es que esa estadía de cinco semanas en Panamá que Gauguin vivió en 1887, es decir, cuatro años antes de su primera visita a la Polinesia francesa, es, según Frank, mucho más importante de lo que podría parecer a simple vista. No solo por lo que ese escenario inspiró en él, sino también por todo lo que estuvo a punto de ocurrirle y, por suerte, no le sucedió.
“Para mí ese viaje a Panamá es determinante, y no porque yo sea panameño, sino porque, en ese momento en el que él no había pintado ningún gran cuadro, en ese momento él decide abandonar su vida burguesa, abandonar su familia, abandonar el progreso y, en su torpeza masculina, en su crisis de los cuarenta, queriendo buscar una nueva vida alejándose del progreso, se va a Panamá, donde está toda la tecnología punta intentando abrir un hueco para abrir dos océanos. Pero el mosquito de la fiebre amarilla lo pica y estuvo a punto de morir”.
En definitiva, Frank Spano entiende que, en ese viaje a Panamá que luego continuaría en Martinica, Gauguin sale al encuentro del desarraigo, la muerte y, al mismo tiempo, de la vida, de su propia identidad como persona y, por lo tanto, como pintor. Incluso se anima a conjeturar que si esos vínculos con Perú y Panamá no circulan tanto en las biografías francesas de Gauguin es porque su padre, que era un periodista antimonárquico, decidió exiliarse en Lima, justamente a causa del golpe de Estado de Napoleón III; mientras que el intento de creación del Canal de Panamá por parte de los franceses fue, ni más ni menos, que la primera gran estafa económica de Europa.
Un cine con tiempo
Además de las dificultades propias de la industria del cine y la complejidad de contar una historia como esa, a Frank Spano le tocó filmar Gauguin y el Canal nada menos que entre 2020 y 2021, es decir, en plena pandemia; con lo cual tuvo que hacer cada uno de los castings por zoom y realizar todo el rodaje con mascarillas.
“El cine independiente, el cine latinoamericano o incluso el cine, en general, se hace de dos maneras: con mucho dinero o con mucho tiempo, y el cine latinoamericano solo tiene lo segundo. Entonces han sido siete años de trabajo levantando y desarrollando el proyecto”.
Con un promisorio recorrido en festivales internacionales y un exhaustivo trabajo de investigación y recreación, Frank Spano destaca que una de las claves del éxito de su película es la entrega y el talento de Roberto Birindelli en la piel de Gauguin, un actor de origen uruguayo que hizo toda su carrera en Brasil y había trabajado ya en su anterior película. Si bien Birindelli vivió unos años en Francia, tuvo que esforzarse al máximo en perfeccionar no solo su acento francés sino también el peruano, además de aprender incluso a pintar tal como le exigía la película.
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