Pasado, presente y futuro del famoso cine checo
Conocido en todo el mundo por la animación, las comedias negras y, sobre todo, la época dorada de los 60, el cine checo goza actualmente de muy buena salud y amplia presencia en festivales internacionales. En esta entrevista con Radio Praga Internacional, Michal Bregant, director del Archivo Nacional del Cine, explica qué temas aún no fueron llevados a la pantalla grande y ofrece, además, un importante anuncio sobre las primeras películas de la historia.
La misión del Archivo Nacional del Cine checo consiste en mantener las películas en las mejores condiciones posibles y también hacerlas accesibles a las nuevas audiencias, tanto en Chequia como en países extranjeros. El archivo, que ya cuenta con más de 75 años de trabajo, tiene a cargo una de las colecciones más grandes de Europa y, desde hace ocho años, lo dirige Michal Bregant, historiador de cine y realizador que, apenas se graduó de la Universidad Carolina de Praga, ya había trabajado en el mismo archivo que hoy dirige.
“En los últimos 6 años hemos tenido películas en los grandes festivales internacionales, eso es un logro muy inusual”.
Asegura que durante esos años la institución fue ganando status profesional y él mismo se encargó de profundizar esa tendencia con colaboradores bien formados, con experiencia y conocedores del mundo.
“En los últimos 6 años hemos tenido películas en los grandes festivales internacionales: Berlín, Cannes, Venecia, y en algunos de ellos cada año presentamos películas restauradas, eso es un logro muy inusual”.
Las obras checas restauradas, además, suelen mostrarse en otros prestigiosos festivales especializados en películas clásicas como Lyon y Bolonia. Esas películas están empezando a financiar al cine checo contemporáneo en el contexto internacional, otro de los grandes objetivos de esta institución que, en la actualidad, es miembro de la Federación Internacional de Archivos de Cine y cuenta con una presencia internacional cada vez más importante.“Nuestras películas restauradas son muy bien recibidas a nivel internacional y creo que eso puede abrir las puertas a nuevas producciones no tan reconocidas en la escena internacional. Pero quizás esto cambie porque veo a los jóvenes realizadores egresados de FAMU y creo realmente que ellos van a hacer la diferencia en el futuro”.
Bregant dice esto último con fundamento ya que fue también profesor y director de la prestigiosa Escuela de Cine y Televisión checa. Es por eso que los diversos trabajos que viene desarrollando en torno al cine le dan una interesante perspectiva para repasar lo más destacado en la historia del cine checo e incluso tratar de definir cuál es el rasgo identitario que mejor suele mostrar.
“Hay algo que es parte de nuestra identidad cultural: el sentido de la ironía y el humor negro, esas son cualidades que culturalmente siempre han ayudado a la nación checa a sobrevivir, sobre todo en el siglo XX se puede ver claramente que esas eran las armas más poderosas que había a mano”.
“Hay muy pocas películas sobre el fin del comunismo y el retorno a la democracia, aún hay ciertos elementos de la transformación que quedan por descubrir, como el proceso de privatización”.
Según Bregant ese humor tan checo por momentos va a acompañado de cierto escepticismo hacia las autoridades y la idea de nacionalismo, lo cual termina siendo a veces un rasgo positivo de su democracia. Además considera que la cultura checa suele carecer de pathos, es decir, ni en la literatura ni en la música checa se busca interpelar mediante las emociones.
Y es interesante porque eso mismo se extiende también a algunas de sus películas más populares, esas que suelen pasarse por televisión durante cada fin de año: por ejemplo, “Tres nueces para Cenicienta”, una particular adaptación del famoso cuento de hadas filmada en 1973 y basada en un relato de Božena Němcova.
Cuando salió tuvo un éxito inmediato y hoy es una película de culto que adelantó incluso algunas ideas feministas.
El otro ejemplo es “El panadero del emperador”.
“Es una adaptación de los 50 de la leyenda del golem, ambientada en la Praga de Rodolfo II. Y es también una película muy popular, sobre todo por la presencia del actor principal que fue una gran estrella de teatro y cine, Jan Werich. Y esa película también es interesante porque tiene ciertos rastros de la propaganda ideológica de los 50 que se puede leer entre líneas. La gente no lo detecta muy seguido pero está ahí porque se hizo en los 50”.Bregant considera que durante esa década, marcada por la fuerte presencia ideológica del comunismo totalitarista, el cine checo dio su propia versión del neorrealismo. Y esas historias realistas de gente común vuelven a tener cierto interés cada vez que la gente piensa en el cine como testimonio social.
También destaca la presencia actual de realizadores muy importantes como Karol Vachek que hacía documentales en los años 60 hasta que cayó en la lista negra y sus películas fueron prohibidas, pero que desde que regresó a la industria del cine, a principios de los 90, ha hecho híbridos de ficción y realidad, películas que son más bien ensayos filosóficos.
“Křiženecký hacía videoreportajes en la vía pública de Praga. Somos afortunados de tener muchas de esas filmaciones preservadas en los negativos de 1898”.
Su más reciente obra, que analiza los desafíos que tiene la sociedad de un país como República Checa en relación a la crisis de la democracia, va a competir ahora en Rotterdam.
Según Bregant, en la década del 90, los documentalistas eran más rápidos que los realizadores de ficción y por eso llegaron a tratar temas de mayor actualidad.
“Hay muy pocas películas sobre el fin del comunismo y el retorno a la democracia, aunque con los documentales la historia es distinta. Sin embargo, aún hay ciertos elementos de la transformación que quedan por descubrir, como el proceso de privatización que nunca fue analizado por los documentalistas. Recién ahora y casi siempre los realizadores jóvenes que nacieron en los 90 son quienes hacen las preguntas que aún están en el aire”.
En ese mismo sentido Bregant propone no quedarse únicamente con los festejos por la recuperación democrática sino seguir trabajando en pos de mejorarla. Una forma sería, por ejemplo, ocupándose de problemas actuales como la pobreza en algunas regiones del país o la situación de la industria.Sin embargo, volviendo al cine checo y su importancia a nivel internacional, hay un momento, una generación que suele llevarse siempre todas las miradas.
“Obviamente la nueva ola checa de los 60 es muy popular, a la gente le gusta mucho. Es cierto que hay nuevas generaciones que siempre pueden descubrir ese período dorado y esas maravillosas películas tan relevantes en la actualidad que no pierden su energía. No son solo las comedias realistas de Miloš Forman sino por ejemplo también las películas más filosóficas de Věra Chytilová. Hay mucho por redescubrir y cada vez que mostramos esas películas en el exterior son muy apreciadas”.
Otro tema vinculado a la mirada internacional que también atraviesa el cine checo es la poderosa imagen que irradia la ciudad de Praga, locación privilegiada de una enorme cantidad de películas de distintas épocas y diverso origen.
Producciones muy populares como Misión imposible, Casino Royale o El ilusionista tienen a Praga como personaje fundamental. Y a esos pocos títulos que sirven como ejemplo Bregant agrega una serie coreana llamada “Amantes en Praga” de 2005, tan exitosa que, en su momento, motivó una conexión aérea directa entre Seúl y y la capital checa.
“Ya a finales de los 80 Praga se usaba con frecuencia como locación de coproducciones internacionales, a las autoridades comunistas se les pagaba muy bien el permiso para filmar. La ciudad estaba tan deteriorada que era muy fácil transformar una de las calles del centro en un escenario de 1940 porque todo estaba desmoronándose. Ahora con el capitalismo es distinto: como cualquier otra ciudad histórica de Europa, Praga está llena de turistas. Pero siempre digo que la ciudad es fuerte y ha sobrevivido a cosas peores”.
Por último, como un buen realizador que sabe dosificar los tiempos y las expectativas, Bregant espera casi hasta el final de la entrevista para realizar un importante anuncio: el Archivo Nacional del Cine checo finalizó el proceso de restauración de lo que serían las primeras películas checas de la historia: una serie de escenas urbanas de Jan Křiženecký, un fotógrafo profesional que, cuando tuvo acceso a las primeras cámaras, decidió filmar, por ejemplo, algunos paseos en tranvía por Praga o los entrenamientos del grupo Sokol.“Las primeras películas se hicieron en 1898 con las cámaras de los hermanos Lumière, por lo que hay una conexión directa con los padres del cine. Křiženecký hacía algo así como videoreportajes en la vía pública de Praga y también filmaba situaciones anecdóticas. Somos afortunados de tener muchas de esas filmaciones preservadas en su versión original ya que contamos con los negativos de 1898”.
El proceso, que culmina ahora con la comercialización de la serie completa de estas películas en formato DVD, fue muy complejo y le llevó al Archivo alrededor de dos años de trabajo.
Y si, tal como suele decirse, conocer el pasado sirve para mejorar el presente y anticipar el futuro, este material histórico seguramente interese a los seguidores del famoso cine checo de todas las generaciones.