Nunca acabas de leer los libros de Kafka
"Una obra, como toda obra de arte tiene que descubrir algo que incorporas para siempre dentro de ti", opina la escritora Ana María Moix, de Barcelona, que en la actualidad dirige la editorial Bruguera. El primer premio de novela de la editorial fue otorgado a la cubana Wendy Guerra por su libro "Todos se van". Con Ana María Moix conversamos durante su rciente visita a Praga, durante la cual ofreció una charla sobre su obra en el Instituto Cervantes en el marco de un ciclo de encuentros literarios con escritoras españolas.
¿A qué se debe que Franz Kafka sea una fuente de inspiración o un modelo, podría decirse, para muchos escritores hispanohablantes o de España?
"No sé si España. Yo creo que es universal, pero indudablemente en España ha sido muy leído y tiene una gran influencia. Yo creo que Kafka se adelantó a muchas cosas. Por eso digo que sus libros nunca los acabas de leer porque están llenos de intuiciones. Se adelanta al hombre que va a venir después del hecatombe de las dos Guerras Mundiales, este acoso, este agobio. Se adelantó muchísimo. Entonces, yo creo que no paramos de descubrir cosas que nos son muy próximas, más quizá que un autor que escribiera ahora mismo, porque es como si hubiera escrito mañana".
¿Podrían resumirse los temas de su obra que son el amor, los conflictos de relación, quizá la muerte ...?
"Sí, la muerte está, me lo han hecho notar muchas veces, es verdad. La muerte es algo que llevo muy encima. En los libros hay también siempre. Por ejemplo, a mí me encantan los perros y he tenido perro y gato. Y el perro último que se murió hace dos años no lo pude disfrutar pensando que se moriría. Es terrible, ¿no? El sentimiento de la muerte lo tengo muy presente. Ahí en mis primeras obras quizá estaba más presente el mundo de la infancia y de la adolescencia que son mundos cerrados, muy aparte de lo que nos rodea aunque no lo parezca. Y también el tema del extrañamiento de uno ante la realidad, el sentirse ajeno y extraño aun en la vida cotidiana y con los tuyos".
¿Algunas de las escritoras que participaron en este ciclo literario en el Instituto Cervantes de Praga confiesan que cuando empezaron a escribir lo hicieron para provocar a alguien, a la sociedad, a su madre ... ¿Cómo fue en su caso, con su primera obra?
"Yo empecé a escribir a los doce años como casi todo el mundo. Es una edad en que uno se siente solo, necesita expresarse, es como un desahogo. Lo raro es que después se siga, pero bueno, ya que seguí ... Entonces, no escribí de una manera muy inconsciente, pero la primera novela que publiqué mi madre la abrió y la dejó, por algo sería. Pero no había voluntad".
¿Consultó alguna vez su producción literaria con su hermano, Terenci Moix?
"Yo me leía todo lo que él escribía antes de publicarlo. Al revés no, porque él siempre estaba liado. Pero después sí, las leía"
¿Y qué decía?
"Le gustaba. Está muy bien, está muy bien, qué pesimista eres, me decía. Pero bueno, él también".
Un libro de relatos suyo se llama "Las virtudes peligrosas". Con este libro ganó el Premio Ciudad Barcelona. ¿Cómo surgió este título? ¿Cómo puede ser una virtud peligrosa?
"Esto quizá me lo inspiró la gente muy virtuosa aunque en estos relatos no hay gente virtuosa en el sentido religioso, pero sí virtuosos en el sentido de muchas personas, desgraciadamente muchísimas, que ven el mundo de manera monolítica, o blanco o negro, sí o no, sin matices. Esto lo encuentro peligrosísimo. Esta seguridad en una idea o en un sentimiento, generalmente son ideas que no dan lugar al otro, me aterra porque es fuente de problemas muy graves, de dictaduras, de fascismos, de intolerancia, de violencia".