Kafka y lo kafkiano en el centenario de su muerte

Kafka en la Feria del Libro de Praga

En el día que se cumple nada menos que el Centenario de la muerte de Franz Kafka, repasamos la edición homenaje que se le hizo en la feria el Mundo del Libro, el único relato en el que describe la capital checa y el impacto enorme que desde siempre ha generado la figura de este autor tan trascendental en los países de habla hispana.

Kafka en el tranvía de Praga | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Es probable que, en la última edición de la feria el Mundo del Libro de Praga, que concluyó la semana pasada, poco antes de cumplirse nada menos que el centenario exacto de su muerte, haya tenido lugar el punto máximo de arraigue de la figura de Kafka a su ciudad natal. Nadie es profeta en su tierra y se sabe que la aceptación local de Kafka ha estado bastante postergada por distintos regímenes políticos, censuras, malentendidos de todo tipo y acaso debido también a alguna característica inherente a su propia obra. De hecho, en Praga mágica, ese libro de culto para todo amante extranjero de la ciudad de las cien torres, el eslavista italiano Angelo Maria Ripellino parece encontrar una especie de continuidad entre los temas kafkianos y su posterior recepción: “El trabajo de Kafka nos permite experimentar el malestar físico de ser un extraño, de ser un extranjero en el propio país”.

“La aceptación local de Kafka ha estado bastante postergada por distintos regimenes políticos, censuras, malentendidos de todo tipo y acaso debido también a alguna característica inherente a su propia obra”.


Sin embargo, y finalmente, es como si en esta feria del libro hubiera tenido lugar la confluencia perfecta entre esa tardía y definitiva aceptación local y las permanentes menciones y homenajes que tan frecuentemente suelen realizar sobre Kafka cada uno de los escritores y visitantes en general que, desde hace ya varios años, llegan a Praga cautivados por la impronta siempre misteriosa de quien, casi en voz baja, ha sabido convertirse, sin lugar a dudas, en una de las voces más importantes del siglo XX y, tal vez, una de las que siguen más vigentes incluso en la actualidad.

Kafka en la Feria del Libro de Praga | Foto: Loreta Vašková,  Radio Prague International

En efecto, cada uno de los escritores y las escritoras que tuvieron algún tipo de presentación en ese gran encuentro literario que se celebra cada año en Praga tenía a sus espaldas todo el peso y la gracia del nombre Kafka, una imagen tan difusa como intrigante referida a ese insecto siempre difuso que se convierte en inesperado protagonista de La metamorfosis y una frase muy conocida que los organizadores de la feria decidieron adoptar como slogan central de la edición de este año: “Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros”.

La Praga de Kafka

Foto: Hana Slavická,  Radio Prague International

En sintonía con la importancia capital de este aniversario, en Radio Praga Internacional hemos estado ofreciendo varios capítulos acerca de los lugares emblemáticos de Praga, y de Chequia en general, vinculados a Kafka. Por otra parte son muchos los lectores que sostienen que alcanza con ir unos pocos días a Praga para entender que Franz Kafka era, después de todo, un escritor realista. La omnipresencia del castillo, la aparición de escenarios sutilmente tétricos como el del viejo cementerio judío y esa inconfundible atmósfera gótica –un poco absurda, un poco mágica– que impregna las calles de la ciudad hacen pensar que Kafka no sólo no era tan serio ni tan retorcido como podía parecer en un principio. En algún punto, quizá sólo tuvo la capacidad para poner como escrito, como ningún otro autor lo había hecho antes, lo que estaba al alcance de su mano. Johannes Urzidil, otro autor checo de lengua alemana, lo dijo de un modo muy claro: “Kafka era Praga y Praga era Kafka. Nada había sido nunca tan completa y típicamente Praga, y nunca nada más pudo ser como había sido en la época de la vida de Kafka”.

Memorial de Franz Kafka | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

La paradoja, sin embargo, es que nunca viene mal recordar que las menciones literarias a la actual capital checa en su obra pueden co válovyntarse casi con los dedos de las manos. Es cierto que pueden leerse numerosas referencias explícitas sobre la ciudad dorada que Kafka distribuyó, sobre todo, en sus diarios y cartas, incluso sobre el que tal vez sea el punto más emblemático y conocido a nivel mundial de la ciudad: el Puente de Carlos, que el propio escritor solía cruzar con frecuencia. En un poema juvenil fechado en 1903 y dirigido a su amigo Pollak, Kafka escribió:

“Hombres que cruzan puentes oscuros pasando junto a Santos
con débiles lucecitas
Nubes, que recorren el cielo gris
pasando junto a iglesias
con mil torres que condenan”.

De todos modos, no deja de llamar la atención que esas referencias prácticamente brillen por su ausencia en su obra de ficción, salvo la honrosa excepción de un relato o nouvelle llamado “Descripción de una lucha” que merece la pena destacarse no solo por su interés literario sino también porque ha inspirado la escultura de Franz Kafka realizada por el escultor Jaroslav Róna que, ubicada junto a la Sinagoga Española en plena entrada del Barrio Judío, hoy visitan turistas de todo el mundo.

“Las referencias a Praga brillan por su ausencia en su obra de ficción, salvo la honrosa excepción del relato Descripción de una lucha”

Fiel exponente de la obra siempre ambigua y hasta contradictoria de Kafka, “Descripción de una lucha” es un relato temprano y, a la vez, póstumo (escrito entre 1903 y 1907) en el que el protagonista no tiene mejor idea que subirse a los hombros de un conocido suyo para lanzarse a recorrer la ciudad. En efecto, la escultura de Jaroslav Róna muestra a un Kafka con corbata y bombín trepado a los hombros de un gigante sin cabeza y vestido con un enorme traje que también podría representar a su padre que, dicho sea de paso, era sastre. Lo cierto es que ese texto quizás injustamente olvidado de Kafka resulta bastante radical y mucho menos legible que América, El castillo o cualquier otra de sus obras más conocidas. Salvo, justamente, por una razón: “Descripción de una lucha” es prácticamente el único texto de ficción de Kafka en el que se reconoce con claridad la ciudad de Praga y hasta se mencionan algunos de sus sitios emblemáticos: “Cuando con pasos cortos crucé la puerta de la calle, la gran concavidad del cielo con la luna y las estrellas, la plaza con el Ayuntamiento, la columna de la Virgen y la iglesia se me vinieron encima”.

Franz Kafka | Foto: Atelier Jacobi,  Wikimedia Commons,  public domain

Por otro lado, hacia el final de “Descripción de una lucha” aparece otro escenario muy particular que Kafka llama “la casa del jardinero” y aún hoy sigue existiendo en plena colina de Petřín, el punto más alto de Praga. Toparse con esa misteriosa casa que menciona Kafka en medio de la naturaleza resulta de por sí bastante extraño. Pero mucho más cuando al entrar a esa vivienda ubicada en la primera estación del funicular nos encontramos con el surrealista taller de un rarísimo pintor checo que se hace llamar Reon Argodian y bautizó a ese enclave con el nombre de La caverna mágica.

Kafka en español

Foto: Ediciones de Urraca

Por último, hoy que se cumplen exactamente cien años de su muerte no debería dejarse de recordar el impresionante impacto que ha tenido Kafka en los países de habla hispana. Sin ir más lejos, el escritor Ernesto Sabato aseguraba en uno de sus libros que Kafka ya era famoso en Argentina cuando en Francia recién empezaban a apreciarlo algunos intelectuales. Incluso intentaba explicar el fenómeno argumentando que la situación periférica de ese país latinoamericano propiciaba la comprensión de una obra signada, precisamente, por lo marginal. De hecho, fue en Argentina y otros países latinoamericanos donde se acuñó ese adjetivo tan sugerente que, entre otras cosas, hizo que la figura de Kafka trascendiera incluso el plano literario. Porque el aniversario de hoy remite a Kafka pero también, por supuesto, a lo kafkiano y aunque esa frase pueda parecer un simple lugar común todo hace pensar que, cien años después de su muerte, esta historia recién empieza.

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