Diez poemas, dos autores peruanos y una cita en Praga: "Kafka se huele en todas partes"
Los autores peruanos Patricia Colchado y Luis Alonso Cruz Álvarez recitaron sus versos en la feria el Mundo del Libro, en Praga. Conversamos con ellos sobre Kafka, Vargas Llosa y hasta del futuro de la poesía a partir de los avances de la inteligencia artificial.
Desde la puerta de la sala Jaroslav Seifert, durante la feria el Mundo del Libro, en Praga, los curiosos escuchan frases en español, asoman la cabeza y miran hacia el interior: dos poetas leen sus versos en voz alta, pasado el mediodía gris. ¿En qué momento se había decidido traer a estos dos escritores del Perú?
Patricia Colchado y Luis Alonso Cruz Álvarez nacieron el mismo año, 1981. Ella, en Chimbote; él, en Lima. Ella es instructora de danza; él, ingeniero industrial. Además de la nacionalidad, los une la poesía, que los ha llevado a publicar múltiples libros y los ha traído a la ciudad de las mil torres.
Gracias a los esfuerzos combinados de Jorge Ayay Dela Cruz, presidente de la Asociación Tierra Artes de Múnich, el embajador de Perú en Chequia, Néstor Popolizio, y el Instituto Cervantes de Praga, los escritores tuvieron espacio para festejar y promover la rica poesía peruana en el debate Por qué poesía hoy, en uno de los últimos eventos de la feria más importante dedicada a la literatura en el país.
Consultado sobre sus impresiones acerca de la feria, que tuvo como temática principal el centenario de la muerte de Franz Kafka, Álvarez, con su voz calma y diseñada para narrar, se mostró entusiasmado.
“Definitivamente, Kafka se huele en todas partes; la misma ciudad de Praga es kafkiana. Algo que me gustó mucho fue que en el stand del Instituto Cervantes está justamente un libro de Julio Ramón Ribeyro, que es la antología La palabra del mudo, y justo, en esa antología está el cuento La insignia, que es quizás el cuento más kafkiano de uno nuestros autores más kafkianos que tenemos. Verlo ahí, y relacionarlo con Kafka, fue demasiado emocionante”.
Patricia Colchado, por su parte, multipremiada por sus versos y exdirectora cultural de la asociación Freunde der Kulturförderung en Múnich, donde reside, también expresó su satisfacción con el homenaje al escritor checo.
“La verdad es que ha habido muchas exposiciones, desde cómics, hasta su obra no solo de literatura, como sus novelas, sus cuentos, sino también su libro de imágenes, que él mismo dibujaba. Hemos encontrado su obra en todas partes, pero, sobre todo, ver las diferentes ediciones de sus libros importantes, en muchos idiomas, es lo que nos ha llenado de gusto”.
Durante el evento, los autores leyeron, cada uno, cinco poemas propios. Para Patricia Colchado, autora de Hypercubus, Blumen, Las pieles del edén y muchos otros, hablar de poesía es hablar de lenguaje, que define como “un animal peligroso y bello”. Bello, por el trabajo que llevan el ritmo y la cadencia de los versos, y peligroso, porque despierta conciencia. La poesía, según la escritora, aparece en “los momentos más importantes del ser humano”.
Para Cruz Álvarez, quien publicó Tetrameron, Lumen, Radio Futura, entre otros, se trata de un “trabajo personalísimo”, en el que el escritor intenta interpretar el mundo e imprime su intención en el texto. Sin embargo, sostiene el autor, esta intención puede ser modificada por los lectores, que abren la posibilidad de una “reinterpretación infinita” de los versos.
Un tal Mario
Las palabras “literatura” y “Perú” difícilmente pueden escapar del reino de Mario Vargas Llosa. Del mismo modo, los poetas invitados a Praga tampoco lograron escapar a la pregunta sobre las luces y sombras que proyecta el gigante escritor sobre los autores peruanos cuando se presentan en el extranjero.
Según el poeta, el ganador del premio Nobel de Literatura de 2010 representa la puerta por la que gran parte del público entra en el mundo de la literatura peruana, y eso le merece su agradecimiento.
“Por ahí comienza uno a conocer qué otras cosas más hay. Y hay público que está muy entusiasmado por saber qué más puede haber. Es como la cultura inca. Gracias a los incas, aparece el interés por otras culturas, preincas. Es así, hay una puerta, y tienes que saber que esa es tu puerta”.
A su vez, Patricia Colchado asegura que es un orgullo contar con un autor tan reconocido, pero que es importante resaltar la existencia de otras figuras destacadas. De hecho, según su estimación, es innegable que otros autores, como es el caso de José María Arguedas, son aún más leídos y estudiados. Con respecto a Arguedas, la escritora se siente más identificada con su figura que con la de Vargas Llosa.
En su experiencia como directora de una asociación cultural, el interés por el autor de Conversación en la catedral siempre fue explícito por parte de las instituciones con las que colaboró, hecho que por momentos chocaba con su intención de involucrar a otros autores peruanos en las actividades que organizaba.
Poesía artificial
Colchado asegura que la poesía es “su salvación”, porque es su manera de no sentirse sola en el mundo. “Uno escribe para compartir”, asegura. Álvarez, por su parte, toma el ejemplo de Ribeyro para comentar que la poesía “nos hermana”: ¿cómo se podría haber imaginado Kafka que su obra inspiraría a un autor “al otro lado del charco”, en Perú?
¿Y cómo se sienten los autores hoy al pensar que la inteligencia artificial ya es capaz de escribir poemas?
Para la poetisa, este escenario no resulta tan plausible, al menos en el corto plazo.
“Que un poema creado por la inteligencia artificial nos despierte sentimientos va a ser complicado. Lo que sí puedo decir es que en los próximos años se van a leer buenos poemas, bien escritos; pero el alma va a faltar ahí. Va a tener que pasar muchísimo tiempo para sentir un poema de una inteligencia artificial. No creo que despierte esos sentidos, esos sentimientos”.
Álvarez, por su lado, se siente más cercano a estas posibilidades porque, comenta, las viene anticipando en sus lecturas -y creaciones- de ciencia ficción. Ante los avances de la tecnología, no le resulta extraño pensar que los poetas terminen complementando a las computadoras para pasar a ser, precisamente, “el espíritu de las máquinas”. “No hay problema”, desliza, tranquilo. A lo mejor, dentro de un tiempo, había que leer versos en otra capital y lo llamarían de nuevo.
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