El bisonte se asienta en Chequia
A finales del año pasado había en la República Checa 159 bisontes europeos, su mayor número en la historia moderna. Su población en el país se ha duplicado en los últimos ocho años, certificando el éxito de los programas para reintroducir a este bóvido en el que fue su territorio hasta hace no tanto.
Once pequeños bisontes europeos llegaron al mundo el año pasado en Chequia y se sumaron a una población que no deja de crecer en varias reservas del país hasta sumar 159 cabezas, según la última edición del Libro Genealógico Internacional que se elabora todos los años en Białowieża. Fue en ese parque natural que comparten a ambos lados de la frontera Polonia y Bielorrusia que se conservaron en el siglo XX los únicos ejemplares, junto a otros en el Cáucaso, que evitaron por poco la extinción de la especie, que hace miles de años campaba a sus anchas desde la península ibérica hasta Mongolia y desde Escandinavia hasta el noroeste de Irán.
Pero el mayor mamífero de Europa también ha sido uno de los más amenazados. Después de la Primera Guerra Mundial desaparecieron por completo de la naturaleza y solo se conservaban ejemplares en cautiverio en parques zoológicos y reservas. Gracias a los programas de cría y reintroducción en varios países de Europa, lo peor ha pasado y en la actualidad a la especie se la califica ya de ‘casi amenazada’. Pero al proceder toda su población de unos pocos ejemplares, se intenta por todos los medios cuidar la genética de las nuevas generaciones, como dijo a la Radio Checa Miloslav Jirků, del Centro de Biología de la Academia de Ciencias checa.
“Nos corresponde a nosotros, las personas, facilitar la transferencia de genes entre manadas, y esto se está haciendo intercambiando cada año animales jóvenes entre manadas tanto dentro del país como del extranjero. Las instituciones de cría de toda Europa están coordinadas y se intenta que exista el menor contacto posible entre los individuos más emparentados”.
La mayor manada de estos ungulados en Chequia se encuentra en el área militar de Milovice, en Bohemia Central, donde hasta hace 30 años quienes estaban allí asentadas eran las tropas soviéticas de ocupación. En aquellos campos viven 43 bisontes, una cifra aún lejana a la que sería el tamaño ideal de un grupo sano de bisontes, dice Miloslav Jirků.
“El tamaño mínimo completamente óptimo de una manada es de 250 cabezas. Pero cien viene a ser un mínimo razonable para ser un grupo genéticamente autosuficiente. En Chequia podrían darse manadas de este tamaño en grandes zonas militares como los montes Doupov, pero también en Libavá o Šumava”.
En Chequia viven las dos líneas genéticas existentes de bisonte europeo, la de Białowieża, que supone dos terceras partes de la población total del país y es la que campa, por ejemplo, en la citada reserva de Milovice; y la línea del Cáucaso, que el año pasado por fin creció en número en Chequia tras años de estancamiento o incluso de disminución de su número.
Pero al bisonte le va bien en Chequia. En la historia moderna nunca había habido 150 bisontes hasta 2023. La barrera de los cien se pasó hace seis años y la cifra actual de 159 cabezas es más del doble que en 2015.
Expertos explican que los bisontes ayudan a la restauración de los procesos naturales de los ecosistemas. Donde come y fertiliza, permite que crezca la hierba de la que luego se benefician otros animales y el medio ambiente en general.