Las Ruinas de Baba: el sueño romántico de la Edad Media
En todo el mundo se suele elogiar la belleza de Praga, pero esta vez en RPI nos preguntamos cómo es la relación de los praguenses con su propia ciudad. El profesor de historia y guía de turismo local David Venclík nos cuenta que desde hace algunos años, la gente de Praga empieza a redescubrir distintos rincones de su ciudad, desde el mismo centro hasta sitios mucho menos conocidos como las Ruinas de Baba.
Visitantes de buena parte del mundo ponderan en libros, medios de comunicación y plataformas de todo tipo la belleza de Praga, una de las ciudades más bellas de Europa y del mundo. Sin embargo, de lo que no suele hablarse tanto es de la relación que los propios praguenses tienen con su ciudad: ¿visitan asiduamente el Castillo de Praga? ¿Cruzan con frecuencia el Puente de Carlos? ¿Qué ven al observar la multitud de gente que se agrupa frente al Reloj Astronómico? El profesor de historia David Venclík organiza paseos gratuitos por Praga para los propios checos y opina que, durante un tiempo y a causa sobre todo del turismo masivo, los locales tuvieron que limitar sus paseos y salidas a otras zonas más alejadas de la ciudad. Sin embargo, está convencido de que esa tendencia empezó a cambiar notablemente en los últimos años.
“Algunos rincones de Praga reviven gracias al aliento que le dan sus propios residentes al redescubrirlos”.
“Es muy agradable observar cómo, en los últimos años, los praguenses han empezado a reencontrarse con lugares que ellos mismos quizás descuidaban, y al regresar a esos rincones en los que quieren estar logran, al mismo tiempo, reanimarlos. Es decir, esos rincones en algunas áreas de Praga reviven gracias al aliento que le dan sus propios residentes al redescubrirlos. Eso quizás pasaba antes con las zonas más periféricas de la ciudad para evitar el turismo, sobre todo en temporada alta, pero ahora se está viendo también en el centro. No me refiero en concreto al Camino Real, que va desde la Plaza de la Ciudad Vieja hasta el Puente de Carlos, porque esa sigue siendo una zona muy turística, pero sí es cierto que en los alrededores de esas mismas calles están apareciendo muchos cafés y, a la vez, se están creando comunidades de vecinos y diversos eventos”.
Un excelente ejemplo de lo que dice David Venclík es la zona de Kampa. Porque si bien sigue atrayendo a muchos turistas cuenta también con la presencia de una gran cantidad de locales reunidos en torno a emblemáticas cafeterías y hasta un centro comunitario. Lo cierto es que muchos de esos lugares que, tal como él dice, los praguenses vuelven a descubrir, David los recorre en sus paseos que incluyen distintas paradas por los barrios más céntricos de Praga, pero también visitas a sitios más alejados como Obora Hvězda que, en su opinión, todos los amantes de Praga deberían conocer y no solo por esa curiosa construcción renacentista con forma de estrella.
“Definitivamente es un lugar importante y en lo personal un sitio fundamental para mí: Obora Hvězda es un lugar donde, en verano y primavera, puedes esconderte bajo un techo verde porque hay mucha vegetación. Y para los que nos gusta correr, es un sitio que ofrece la posibilidad de crear una ruta hermosa, en la que puedes correr durante mucho tiempo en el verde. Y como el parque es muy grande, puedes perderte allí y estar completamente solo por un tiempo. Y si en invierno nieva, como pasó, de hecho, el año pasado, no tardarán en aparecer esquiadores de fondo. Todo eso lo vuelve un sitio perfecto”.
Otro lugar aún menos conocido pero también muy interesante son las llamadas Ruinas de Baba que están en lo alto de un promontorio rocoso y se pueden ver perfectamente desde Troja. Cuenta Venclík que, desde el siglo XVI hasta principios del siglo XVIII, había allí viñedos y una casa de verano que había mandado a hacer Servác Engel, el dueño de la curtiduría más famosa de la ciudad, a manera de festejo por convertirse en noble luego de pelear contra el ejército sueco para defender la ciudad. Esa casa de verano en el promontorio Baba, nombre que se remonta al siglo XV, fue reducida a ruinas en el siglo siguiente, durante la guerra de sucesión austríaca, cuando Praga fue sitiada y sólo quedaron en pie los muros perimetrales de aquel palacete construido en el siglo XVII.
“La cuestión es que en el siglo XIX, concretamente en el año 1858, el viñedo con estas ruinas fue adquirido por los Ferrocarriles del Estado, es decir, el organismo estatal encargado de traer la innovación y la modernidad a Praga. La idea era ni más ni menos que el placer estético que producirían las vistas de esas ruinas románticas desde el ferrocarril por parte de los praguenses que iban de Praga a Děčín. Por eso mismo es que aquellas ruinas originales de aquella casa de verano barroca fueron ‘reconstruidas’ como si hubieran pertenecido a la Edad Media, de acuerdo al sueño romántico de la Edad Media”.
Explica David Venclík que el fenómeno es bastante asimilable a esos términos como “neogótico” o “neorrenacentista” que, en realidad, dan cuenta de un cruce de distintas épocas. En el caso de las Ruinas de Baba él asegura que se trata, entonces, del curioso gesto de aquella sociedad del siglo XIX que, ya instalada en la modernidad y en plena industrialización, soñaba y miraba con nostalgia a la Edad Media. Así fue que los creadores de este atractivo lugar de Praga se inspiraron para crear unas ruinas “neomedievales”. Algo similar dice que sucede nada menos que con el edificio neorrenacentista del Teatro Nacional y hasta con el Parlamento de Budapest que, aunque parece mucho más antiguo, terminó de construirse en 1902.
“Y siempre nos ha resultado atractivo ir a algún lugar donde pudiéramos extender la manta, sacar cosas de la canasta y dejar que allí jugaran los niños con la silueta detrás de esas antiguas ruinas que, en realidad, son nuevas. Un poco como un Disneyland en miniatura, un pequeño Disneyland checo en Praga. De hecho, si miramos hoy esa zona debajo del promontorio de Baba, debajo de los antiguos viñedos, esa zona que fue totalmente transformada de un modo muy personal por aquel exitoso curtidor, es muy interesante ver las casas que se fueron construyendo debajo. Otra capa de la historia de la que se podría hablar y donde planeo, en algún momento, hacer otro paseo”.
“Las Ruinas de Baba son un poco como un Disneyland en miniatura, un pequeño Disneyland checo en Praga”.
En efecto, uno de los tantos circuitos del famoso Club de senderistas checos, que se extiende por casi veinte kilómetros, pasa precisamente por estas ruinas que suelen iluminarse de noche y forman parte de la lista de edificios protegidos como patrimonio de la ciudad. Además de la curiosa y atractiva historia de sus ruinas, acceder al promontorio de Baba permite disfrutar de un lugar muy tranquilo que ofrece, además, excelentes vistas de Troja, Bubeneč y Dejvice.
“Tanto antes como hoy, Baba es un típico lugar al que se va de paseo. A los praguenses nos gusta ir allí y si bien es un lugar que los turistas en general no han descubierto todavía, tal vez esta misma conversación les llame la atención porque en verdad vale la pena: ofrece una hermosa vista, una perspectiva distinta tanto del río Moldava como de la ciudad en su conjunto”.
Autor de un libro sobre la importancia simbólica e histórica del castillo de Karlštejn, a David Venclík le encanta mostrar a los praguenses su propia ciudad con el agregado de que cada uno de esos paseos cuenta con un gran contenido histórico que, por supuesto, hace que todo se disfrute el doble. Pero asegura que también le gusta recomendar a los turistas extranjeros sitios de Praga no tan explorados.
“Me gustaría recomendar lugares que no son tan visitados y, aunque parezca contradictorio, voy a ubicarme en el Castillo de Praga, que sí es muy popular, pero yo me refiero a una parte que está muy cerca de ahí y se llama Nuevo Mundo. Ahí vivían originalmente artesanos y mercaderes que entregaban algunos de sus productos al Castillo. Es decir, un grupo de prestigiosos residentes como el propio astrónomo y alquimista danés Tycho Brahe que vivió allí y tal vez por eso las calles del Nuevo Mundo son tan pintorescas y tienen una atmósfera especial”.
En definitiva, aquellos que estén programando ahora mismo algún viaje a Praga o ya residan en la ciudad, pueden seguir las recomendaciones de David Venclík, uno de los praguenses que, sin lugar a dudas, aprendió a ser turista en su propia ciudad.
Relacionado
-
Lugares de Praga con Historia
El Santuario del Niño Jesús de Praga, la colina de Vyšehrad o el Barrio Judío son algunos de los puntos más visitados de la capital checa.