Pierre Assouline, el autor francés que le dedicó una novela policial al golem
Viajó por primera vez a Praga poco antes de la caída del comunismo cuando, por las noches, no había nada de luz. Desde entonces regresó varias veces fascinado por la tradición musical de la ciudad y, en especial, por el antiguo cementerio judío. En esta entrevista, el prestigioso autor y periodista Pierre Assouline habla de su amor por Praga y de su novela Golem (2016), que retoma la célebre leyenda para tratar un tema muy vigente: la inteligencia artificial.
“Para mí lo más increíble de Praga sigue siendo el viejo cementerio judío”.
Además de ser una de las más famosas de Praga, la leyenda del golem cuenta con una infinidad de versiones y reversiones tanto literarias como cinematográficas. Una de ellas es Golem, tal vez la novela menos conocida de Pierre Assouline, un premiado escritor y periodista francés nacido en Casablanca (Marruecos) que, además de publicar muchas novelas, desde 2012 es miembro de la Academia Goncourt, colabora con France Culture y fue el director de ‘Lire’, una revista exclusivamente literaria que, en su momento, llegó a vender más de cien mil ejemplares.
“Viajo seguido a Praga desde hace mucho tiempo, porque la primera vez fue bajo el régimen comunista, de hecho estuve un año o dos antes de la caída del régimen”.
Aquella primera vez, Pierre Assouline llegó a Praga como invitado de la embajada de Francia para brindar una conferencia. De aquellos tiempos recuerda, sobre todo, la densidad de las noches porque en las calles, una vez que oscurecía, no había ningún tipo de iluminación. Al respecto, afirma que la Revolución de Terciopelo trajo luz en todo sentido y calcula que, desde entonces, viajó unas ocho veces por distintos motivos a la capital checa, la única ciudad que conoce del país.
“Y luego empecé a ir con bastante frecuencia para visitar a mis amigos y porque me encanta la ciudad y también he venido especialmente por el golem para la investigación de mi libro intentando situar mejor mi historia. Cuando escribo una novela tengo la costumbre de registrar un poco la ciudad, hacer algunos paseos, mirar las calles y casas porque si uno comete errores es el libro el que pierde credibilidad”.
Aunque durante todos esos viajes, la ciudad fue cambiando de aspecto, dice Assouline que lo que se mantiene intacto es su enorme tradición musical. De hecho, cuenta que siempre le ha llamado la atención la cantidad de iglesias praguenses que ofrecen conciertos de música clásica. Por otro lado, si bien es cierto que, aún hoy, existen muchas zonas de Praga que no suelen visitarse en los circuitos turísticos tradicionales, cuenta que lo que más lo sorprendió de la ciudad fue, precisamente, su extensión.
“Lo que me sorprendió es que es una ciudad pequeña, muy pequeña en relación con otras ciudades en las que he estado, todo se puede hacer a pie, también me impactó el desnivel entre la ciudad y el castillo, la ciudad de arriba y la ciudad de abajo, pero es cierto que para mí lo más increíble sigue siendo el cementerio judío que, a pesar de ser turístico, es un lugar muy expresivo y, por otro lado, la Sinagoga Vieja-Nueva”.
Aunque no es un sitio de fácil acceso, cuenta Assouline que no solo pudo ingresar a esa mítica sinagoga sino que, además, cumplió su objetivo de rezar el salmo 92 que en Praga se pronuncia dos veces porque, de acuerdo a la leyenda, es el salmo que el rabino Löw había dejado inconcluso cuando algunos miembros de la comunidad fueron a buscarlo a esa misma sinagoga para avisarle que el golem estaba haciendo destrozos en el barrio judío.
Assouline no recuerda exactamente cuándo oyó hablar del golem por primera vez, pero está convencido de que mucho tuvo que ver su origen judío. De todos modos, además de haber escuchado esa historia en varias conversaciones familiares también la recuerda por los libros y el cine.
“Es cierto que fue la lectura del libro de Gustav Meyrink, El Golem, lo que me dio ganas de ir más lejos. Y después, hace mucho tiempo, cuando tenía menos de veinte años, vi en la televisión francesa la película El Golem de Julien Duvivier, que es un film extraordinario que, de hecho, me ha marcado muchísimo”.
Recuerda Assouline que, en esa época, los viernes a la tarde, la televisión francesa tenía un segmento en el que proyectaba películas bastante antiguas al que hoy le debe su formación cinéfila. Lo curioso es que el film al que hace referencia se trata, en realidad, de una producción checoslovaca realizada en los estudios Barrandov. En todo caso, esa película que asegura que no es conocida en Francia y la novela de Meyrink significaron para él una verdadera fuente de inspiración.
“Lo interesante de El golem de Meyrink es que no lo escribió un religioso porque la mayoría de relatos sobre el golem, en tanto que leyenda judía, nos llegan por los rabinos o los profesores de Talmud Torá. Pero Gustav Meyrink era un escritor laico, eso cambió todo. Es decir que Meyrink ha permitido el acceso a la historia del golem sin necesidad de ser religioso ni incluso judío, de hecho está destinado a todo el mundo y eso explica el éxito del libro que ha sido extraordinario”.
En su novela policial Golem, publicada en el año 2016, Assouline tomaba la famosa leyenda para abordar temas tan actuales como la inteligencia artificial, el transhumanismo y la posibilidad de la manipulación genética, algo que ya en ese entonces lo preocupaba mucho. Y si bien hoy admite que en su novela mostraba al respecto una mirada bastante pesimista, hoy se siente mucho más tranquilo porque entiende que, al menos en la sociedad francesa, las ideas del transhumanismo no tuvieron buena recepción.
“Meyrink ha permitido el acceso a la historia del golem a todo el mundo y eso explica el éxito de su novela, que ha sido extraordinario”.
“Creo que, por otro lado, ese tipo de temas pueden explicar que este libro haya tenido tal vez menos éxito que otras obras mías: creo que llegó un poco pronto, es decir, cuando salió no se hablaba de todos estos temas y ahora todo el tiempo en la prensa francesa aparecen debates de ese tipo, pero hace unos quince años no se hablaba nada de inteligencia artificial en Francia”.
Además de mencionar una gran cantidad de versiones cinematográficas y literarias del golem que incluyen una extraordinaria canción de Jan Werich, la novela de Assouline dedica varios comentarios al escritor argentino Jorge Luis Borges, quien leyó el libro de Meyrink gracias a una mujer nacida en Praga y le dedicó un conocido poema a la leyenda. Además de admirarlo y visitar su tumba en Ginebra, Assouline explica que un artículo suyo en Le Nouvel Observateur resultó clave para destrabar una prohibición que impedía reeditar las obras completas del autor argentino en Francia.
“Gracias a todo ese proceso el editor Antoine Gallimard tuvo la posibilidad de encontrarse con María Kodama. Hablaron, llegaron a un acuerdo y desde entonces pudo volver a reimprimir la obra completa de Borges en la colección de la Pléiade que había estado prohibida durante cinco o seis años”.
La novela Golem de Pierre Assouline se enmarca en la rica tradición de intercambio intelectual y cultural que Francia mantiene con República Checa. El autor agrega que Praga es una ciudad que suele fascinar a los franceses y afirma que Kundera es quizás el escritor actual más celebrado en su país. Por su parte, él lamenta no haberlo encontrado nunca a pesar de pasar muy seguido por su casa en pleno corazón de París. Sin embargo, al que sí tuvo la suerte de conocer durante sus primeras visitas a la capital checa fue a su admirado escritor Bohumil Hrabal, al que siempre encontraba bebiendo en el mismo bar. De todos modos, asegura que su máximo referente sigue siendo Franz Kafka, un autor incomparable que siempre se las ingenia para estar muy presente en todo lo que escribe.
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