Separarse fue la única solución

Vladimír Mečiar y Václav Klaus
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¿Fue la separación de Checoslovaquia una decisión buena o mala? Según historiadores checos y eslovacos, esa es una pregunta frecuente pero irrelevante.

Los historiadores concuerdan en que los checoslovacos siempre fueron checos y eslovacos y que la unión en un solo Estado fue una cuestión estratégica. De acuerdo con el historiador de la Universidad Carolina de Praga y antiguo asesor de la Oficina del Gobierno checo, Jan Rychlík, la historia de Chequia y Eslovaquia antes del año 1918, es decir, los caminos por los que llegaron ambas naciones hasta la formación de la Primera República Checoslovaca, transcurrieron por vías completamente distintas. Mientras que los eslovacos vivieron desde la Alta Edad Media en el reino de Hungría, los checos tenían su propio Estado. El historiador lo demuestra en el hecho de que los personajes destacados checos como, por ejemplo, el rey Carlos IV, elegido por una encuesta pública como la figura más importante de la historia checa, para los eslovacos no significa, prácticamente, nada. Rychlík explicó en entrevista para Radio Praga Internacional qué circunstancias desembocaron en la creación de la República común en 1918.

Jan Rychlík | Foto: Jana Myslivečková,  Český rozhlas

“Los checos y los eslovacos se necesitaban mutuamente en 1918. Los checos, sobre todo, necesitaban a los eslovacos como apoyo contra los alemanes, tanto los internos, es decir, la minoría germanoparlante, como los externos. El espacio checo estaba rodeado por Alemania, Silesia pertenecía a Alemania, los austríacos también se consideraban alemanes. Para la política checa de entonces, Eslovaquia representaba un pasillo de salida del asedio alemán hacia el este. Y los eslovacos necesitaban a los checos como apoyo contra la presión húngara”.

Explica Rychlík que la situación geopolítica cambió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los alemanes fueron expulsados del territorio checoslovaco, Alemania fue dividida y los austríacos reivindicaron su propia identidad. En el año 1968, cuando Checoslovaquia fue invadida por las tropas militares del Pacto de Varsovia, quedó claro que Alemania ya no representaba ningún problema. “El enemigo no está en Berlín, sino en Moscú”, concluye Rychlík. Así el pasillo eslovaco dejó de tener su valor, hasta se convirtió en una realidad inoportuna.

Juraj Marušiak | Foto: TA3

Los acontecimientos que llevaron a la separación de Checoslovaquia también se debieron a la caída del régimen comunista con la Revolución de Terciopelo en 1989, sin la cual el movimiento de emancipación eslovaco no hubiera podido desarrollarse.

El punto de inflexión se produjo con las elecciones parlamentarias de los días 5 y 6 de junio de 1992. En la Asamblea General, es decir, el parlamento común, entraron sujetos políticos incompatibles que se bloquearon mutuamente y el Estado común empezó a descomponerse desde dentro.

Juraj Marušiak, historiador de la Academia de Ciencias Eslovaca, confirmó en entrevista para Radio Praga Internacional las palabras de Rychlík de que las elecciones de 1992 marcaron claramente la postura de las dos naciones y significaron un momento clave en la separación.

Checoslovaquia  (1919) | Foto:  Wikimedia Commons,  public domain

“Después de las elecciones de 1992, crecía en la sociedad checa el número de personas que asumían el final de la existencia de Checoslovaquia y lo apoyaban. En Eslovaquia había temores. No es que la gente rechazara la independencia, pero temían las consecuencias económicas y de seguridad. Al fin y al cabo, en el ámbito de la economía y la política de seguridad exterior, la representación eslovaca quería mantener cierto nivel de cooperación. Pero la sociedad checa lo interpretaba como que los eslovacos querían una Eslovaquia independiente con una compañía de seguros checa. Aunque la representación eslovaca no quería escuchar esta comparación, al final era acertada en cuanto a sus expectativas poco realistas”.

Vladimír Mečiar y Václav Klaus | Foto: Museo Nacional de Praga

Explica Marušiak que los eslovacos sí estaban más activos en cuestiones acerca de la soberanía de Eslovaquia, de tener una posición de igual a igual en derechos, pero vacilaban en definir cómo se imaginaban la forma final de Checoslovaquia. Entonces fue Václav Klaus, representante del Partido Cívico Democrático (ODS) y ganador de las elecciones de 1992 en Chequia, quien puso a la representación política eslovaca ante la decisión de si mantener la federación o separarse. El mismo punto de vista comparte el historiador checo Rychlík.

“El lado checo, representado por el Partido Cívico Democrático y Václav Klaus, decía: ‘O una federación funcional o separación del Estado en dos repúblicas independientes’. El Movimiento por Eslovaquia Democrática de Vladimír Mečiar pedía que fuera una confederación de dos Estados independientes que coordinara algunas cosas en cooperación. Y los checos dijeron que eso a ellos no les interesaba. Si no es una federación, que sean dos estados”.

Václav Klaus | Foto: APF Český rozhlas

Añade Rychlík que la separación no le suponía a la República Checa consecuencias graves. Tal vez por eso fueron precisamente los checos quienes propusieron una solución tajante: federación o separación.

“Los checos se identificaron en 1918 con Checoslovaquia y a la República Checa no la entienden como un Estado nuevo, sino como una reducción del original. Se puede demostrar fácilmente en el hecho de que el 28 de octubre, el día del surgimiento de Checoslovaquia en 1918, es una fiesta nacional checa. Celebramos un Estado que dejó de existir hace 30 años. El 1 de enero, que se refiere a la creación de la República Checa en 1993, también es una fiesta nacional, pero nadie la celebra”.

De acuerdo con el historiador Marušiak, Vladimír Mečiar no podía consentir la federación según la visión de Klaus, ya que eso le hubiera supuesto su funeral político. Así, el 26 de agosto de 1992, Klaus y Mečiar se reunieron en la villa Tugendhat de Brno y acordaron terminar con el Estado común. Por muy preocupados que los eslovacos estuvieran en cuanto a las cuestiones económicas y de defensa, no solo lograron superar con éxito la separación, sino que se enfrentaron a otros desafíos políticos que los volvieron aún más fuertes, cuenta Marušiak.

Votación sobre el fin de Checoslovaquia | Foto: Česká televize,  ČT24

“Sin duda fue una decisión buena. También desde el punto de vista económico, así como político. Eslovaquia se enfrentó tras la separación y las elecciones parlamentarias de 1994 a la amenaza de un régimen autoritario. La elección del carácter del régimen estaba en las manos de los eslovacos, era nuestra responsabilidad y, al contrario que en el pasado, Praga ya no iba a salvar la democracia en Eslovaquia. Ningún participante externo cargaba ya con la responsabilidad por los fracasos y las derrotas de Eslovaquia”.

Por mucho que parezca que la separación fue decidida a nivel político y no social, en realidad no sucedió así. Muchas veces surgen tanto en Chequia como en Eslovaquia opiniones de que de un referéndum entre los checos y los eslovacos hubiera salido una decisión distinta. El historiador Marušiak opina que tal vez los checoslovacos hubieran votado por quedarse juntos, pero el referéndum, sin embargo, no habría ofrecido soluciones a la situación política en la Asamblea General.

Los eslovacos exigen su propio estado libre | Foto: YouTube

“Un referéndum hubiera podido decidir de otra forma, pero no hubiera respondido a la pregunta de cómo debía ser el Estado. La amenaza era de un estancamiento político permanente. La orientación diferente de las dos sociedades y la articulación de sus intereses quedaron demostradas en las elecciones de 1992”.

Las sociedades checa y eslovaca se formaron tanto de manera separada como conjunta. Para los habitantes de las actuales dos repúblicas lo más importante es que ambas formas de desarrollo dejaron huellas positivas en la memoria colectiva que se heredan de una generación a otra.

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