Los curiosos 200 pesebres del Museo de los Belenes de Karlštejn
La localidad de Karlštejn alberga la mayor colección de belenes de la República Checa y presume de muchas curiosidades y rarezas de todas las épocas.
El Museo de Belenes (Muzeum betlémů) se encuentra en un pintoresco edificio barroco situado en la plaza principal de la localidad de Karlštejn, uno de los castillos más conocidos y visitados de la República Checa. La institución abrió sus puertas en 1995 gracias a Ladislav Trešl, un gran coleccionista de arte popular, que deseó compartir su afición con el público. Salvo los pesebres, los visitantes encontrarán en las tres plantas del edificio también muebles históricos, pinturas, cerámica y tallas de madera. La idea era exponer la colección en un lugar al que acudiera mucha gente y Karlštejn cumple con esa premisa. La colección de Ladislav Trešl cuenta con 200 pesebres y los visitantes del museo pueden ver una cuarta parte de ellos. La mayoría de las obras expuestas son de gran dimensión y tienen un alto valor histórico, explicó para Radio Praga Internacional la copropietaria del museo y la hija de su fundador, Romana Trešlová.
“El nacimiento más antiguo tiene más de 250 años. No se han conservado muchas piezas de aquella época, ya que durante el reinado de José II de Habsburgo, a finales del siglo XVIII, se llevó a cabo una masiva destrucción de belenes en Bohemia”.
Un belén superviviente y otro desconcertante
El emperador prohibió exhibir nacimientos en espacios públicos, considerando esta forma de conmemorar el nacimiento del Señor "indigna de la Iglesia y francamente infantil". Paradójicamente, con este hecho impulsó inconscientemente que los nacimientos se convirtieran en una decoración navideña habitual en los hogares comunes, prosigue Trešlová.
“La gente corriente se puso a fabricar belenes de diversos materiales para decorar sus hogares. El material más empleado era madera, ya que el papel era caro. En la década de 1960 empezó la producción de pesebres hechos literalmente de cualquier cosa. El papel probablemente encabeza esa lista, no obstante, en Bohemia fue enormemente popular también la cerámica. En nuestra colección tenemos incluso nacimientos hechos de pan de jengibre. Cada año nos llegan nuevos y frescos y después se los comen los niños”.
La antigüedad y el hecho de haber sobrevivido aquella época no favorable para los nacimientos no son las únicas curiosidades con las que se destaca el belén más antiguo exhibido, explica la copropietaria.
“También es interesante porque representa la escena de la circuncisión del niño Jesús. Probablemente no se trataba de la escena central, sino de una de las secundarias. Es que no es muy habitual que se represente una circuncisión dentro de un belén. Es una peculiaridad que nos desconcierta y nos provoca curiosidad como investigadores”.
El desván del museo guarda toda una joya: el belén con marionetas más grande de la República Checa, que ocupa una superficie de 80 m². Las 46 marionetas, talladas en madera y vestidas con trajes de época, representan las escenas del nacimiento del Niño Jesús que recibe regalos de diez monarcas checos más importantes, encabezados por Carlos IV, que le regala el castillo de Karlštejn, prosigue la copropietaria.
“Como estamos en un lugar tan especial como Karlštejn, pusimos de fondo el castillo, la aldea y la iglesia local. Aparecen importantes personajes de la historia checa como los reyes, Santa Catalina, que es la patrona del castillo de Karlštejn, San Venceslao, etc. El belén es inusual, pero tiene su magia y muchos admiradores”.
Por su parte, el nacimiento más diminuto ocupa el interior de cáscara de una nuez y de un coco.
Un nacimiento “desnudo”
Uno de los pesebres que más llama la atención del público es mecánico y tiene forma de una pirámide giratoria con figuras de cerámica fabricadas en la municipalidad de Králíky, en el noreste de Bohemia, que se exportaban a todo el Viejo Continente y ultramar. Las figuras son móviles; los reyes hacen una reverencia, mientras que el Niño Jesús agita los pies y los brazos. Otro pesebre mecánico se caracteriza con un rasgo inusual que lo convierte en objeto de muchos comentarios, especialmente de los grupos de escolares, explica Trešlová.
“Cuenta con figuras desnudas, sin embargo, esto no implica, una intención inadecuada del autor. Simplemente quiso visualizar un trozo del Edén y en algunas zonas de habla alemana la imagen del paraíso se retrata a veces por medio de figuras desnudas”.
Entre otras piezas curiosas destacan los pesebres elaborados de azúcar, o más bien de un tipo de resina mezclado con azúcar, que por su fragilidad tienen que estar cubiertos con una tapa de cristal. De un gran valor presumen los nacimientos hechos de vidrio elaborados en las famosas cristalerías de Železný Brod. Tal vez el material más curioso es la masa de pan, prosigue Trešlová.
“Estos nacimientos se elaboraban especialmente en la región de Příbram. Era la forma más barata de elaborar figuras. En dicha región vivían muchos mineros pobres y les resultaban caras incluso las figuras de madera. Buscaron un material de sustitución y se les ocurrió el pan. Aunque no era exactamente pan sino harina mezclada con serrín y pegamento. Esta sustancia se colocaba en moldes y se secaba al sol. Después se pintaban para parecerse a las figuras de Kralice. Sin embargo, estas figuras les gustaban también a los ratones”.
En la bodega barroca del museo se encuentra instalada una exposición permanente sobre la historia de la elaboración de vino en Karlštejn. En la zona exterior, los visitantes pueden visitar un taller alquímico estilizado de la época del reinado de Rodolfo II. El Museo de Pesebres está abierto todo el año los fines de semana y a diario durante los meses de julio, agosto y diciembre.
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