Héctor Santiago, de Kundera a la poesía queer
Doctor en filología eslava con una tesis sobre la obra de la escritora Daniela Hodrová, Héctor Santiago volvió a Praga, luego de cinco años, para participar de la residencia para traductores del Centro Checo de Literatura (CzechLit). En esta entrevista nos habla de su trabajo y sus impresiones sobre la ciudad.
Cuando se empieza a emprender un camino no tan transitado y poco conocido, suele tener mucho peso la intuición en la toma de decisiones. Y eso fue precisamente lo que le ocurrió al granadino Héctor Santiago cuando dio el primer paso que lo convertiría, algunos años después, en doctor en filología eslava e incluso lo llevaría a dar clases de literatura checa en España.
“Tenía muy en claro que no quería hacer filología inglesa porque el inglés lo llevaba ya desde el instituto. Me interesaban otras culturas y la filología eslava en ese momento en la Universidad de Granada casi acababa de empezar y había muy poquita gente, entonces era una oportunidad”.
Aclara que, antes de empezar la carrera, no conocía casi nada de los países eslavos y recuerda que, por ese entonces, el idioma común que todos debían aprender era el ruso y luego estaba el checo como segundo idioma opcional junto al polaco, lo cual también fue un factor importante a la hora de decidirse por ese terreno.
“Por aquella época, durante mi adolescencia, Kundera era uno de mis escritores favoritos y Praga siempre me había llamado la atención como ciudad. No la había visitado nunca pero la tenía ahí como proyecto y dije: ‘Bueno, ¿por qué no?’”.
Durante sus estudios, en el año 2000, Héctor Santiago viajó por primera vez a República Checa a realizar los cursos de verano, aunque la ciudad elegida fue Brno porque buscaba una mayor inmersión en el idioma y le habían dicho que, como Praga era una ciudad muy internacional, fuera del curso todos le hablarían en inglés y hasta en español. Luego hizo también la escuela de verano en Olomouc e incluso en la capital checa hace ya cinco años. Para hacer su doctorado en literatura checa realizó su tesis sobre la obra de Daniela Hodrová que empezó en Granada y concluyó en Praga.
“Conocí su obra, si no me equivoco, en el curso de verano de Olomouc donde, además de las clases, daban distintas conferencias y una era sobre autores posmodernos y me llamó la atención ella. Entonces busqué la obra, empecé a leerla y me fascinó. Me fascinó sobre todo porque era entrar en Praga como ciudad y luego la forma en que estaba escrita, me llamó mucho la atención todo el universo que crea”.
Héctor Santiago precisa que uno de los aspectos que más lo impresionaron del estilo de Hodrová es su escritura extremadamente caótica que, según cuenta, lo hacía sentirse muy identificado con su propio caos. Y a punto ya de terminar la tesis tuvo el privilegio de poder conocerla en persona en el marco de una estancia del Instituto de Literatura Checa de la Academia de Ciencias, donde trabajaba la autora.
“Me la presentaron un día por sorpresa, yo no sabía que la iba a ver ese día y de repente me dicen que había una persona que me quería saludar. Me vuelvo y me encuentro a Daniela Hodrová. Nos fuimos a tomar un café y yo no podía ni hablar pero me hizo mucha gracia porque ella estaba casi más nerviosa que yo”.
Héctor Santiago recuerda perfectamente que, a pesar de los nervios que ninguno de los dos lograba disimular, estuvieron hablando mucho de los motivos que lo habían llevado a él a elegir ese tema. Pero sobre todo recuerda que hubo un momento clave en la charla que ayudó a romper definitivamente el hielo.
“Y me hizo un comentario que lo recordaré siempre: me miró con pena y me dijo: ‘Héctor, sabes que vas a acabar muy mal de la cabeza, ¿no?’. Y yo le dije: ‘Daniela, ya lo estoy, creo que por eso estoy escribiendo sobre tu obra’”.
De lo que en un principio era su trilogía sobre Praga, cuenta Héctor Santiago que hasta el momento solo se tradujo al español, a principios de los años 90, el primer tomo bajo el título de Cuerpo y sangre, que, según recuerda, no tuvo mucha repercusión. Él reconoce que en algún momento se planteó el proyecto de traducir la trilogía aunque por ahora no se anima a hacerlo porque asegura que la red de referencias de la obra acerca de la capital checa es tan inabarcable que sería una lectura casi imposible para lectores no iniciados.
“Praga aparece como un laberinto que los personajes recorren incesantemente, un laberinto lleno de caminos iniciáticos que van recorriendo a lo largo de la historia como una forma de darle sentido a la ciudad y de configurarla, aparece como un espacio absolutamente abierto donde no hay fronteras de tiempo ni de espacio y su trilogía, que en realidad luego ella ha continuado, se traduciría como la ciudad doliente, así que eso es para mí la Praga de Hodrová: es una ciudad doliente”.
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Luego de defender su tesis en 2008 sin perder la cordura como había vaticinado Daniela Hodrová, Héctor Santiago empezó a trabajar en el campo de la administración universitaria y, más allá de algunas obras en inglés, no se había dedicado tanto a traducir. Hasta ahora que, a partir de una propuesta del Centro Checo de Literatura, volvió luego de cinco años a Praga con la curiosa coincidencia de que se alojó justo en frente del cementerio de Olšany, que es el escenario principal de la trilogía de Hodrová. Sin embargo, en este caso vino a traducir la antología de poesía queer checa que organizó y compiló Ángelo Néstore.
“Se lo comenté a Ángelo cuando conocí el proyecto, que me ha sorprendido porque he intentado durante muchos años encontrar autores queer checos y no conseguía dar con nadie, se publica muy poca literatura queer en este país y, bueno, ha sido una sorpresa ver que hay un montón de autores que están publicando cosas muy interesantes”.
A pesar de que no tuvo demasiado tiempo para recorrer la ciudad, dice Santiago que, en comparación con lo que había percibido cinco años atrás, ve que la de Praga se ha vuelto una sociedad mucho más abierta. En cuanto a Chequia, nota un interés mucho más grande por la cultura en comparación, al menos, con España, y afirma que nunca dejó de sorprenderlo el hecho de que, siendo un país relativamente chico tenga, en su opinión, una de las literaturas más importantes del mundo.