Minga para Ecuador, la ONG checa de desarrollo sostenible en los Andes
La ONG checa Minga pro Ekvádor lleva a cabo distintos proyectos de desarrollo sostenible para las comunidades de pueblos indígenas alrededor de la localidad de Simiátug. Su responsable, Eliška Ochoa, habló para Radio Praga Internacional de sus planes, su motivación y las duras condiciones de vida en esta hermosa región andina.
Eliška Ochoa lleva varios años dedicada a diversos proyectos de desarrollo sostenible para las 42 comunidades indígenas de Simiátug y alrededores. El pueblo está a cinco horas en automóvil desde Quito, pero las condiciones de vida son de otro mundo, explica Eliška.
“Hace tres años fui a Ecuador como voluntaria. Pasé un año en los Andes a 3200 metros de altura en unas condiciones completamente diferentes a las de aquí. Pasábamos frío, porque en las montañas la temperatura promedia es de 10 grados, no había agua caliente, a menudo no había luz, no había electricidad… Fue una experiencia bastante fuerte para mí y eso que vivía en una comunidad que sí tenía ciertas condiciones. Pero visité familias que vivían en unas casitas que ni son casas para nosotros”.
Con el suelo de las viviendas en tierra, a menudo sin techo, sin agua corriente, y familias que conviven en un solo cuarto pequeño y una cama para hasta cuatro personas, aquella estancia fue para Eliška Ochoa solo el principio de su actividad.
“Quería hacer algo por ellos porque los conocía y no podía quedarme indiferente. Comenzamos con una iniciativa que se llamaba Fondo Solidario. Eso ayudaba a las familias más pobres que atravesaban dificultades porque allí no tienen seguro médico, así que cuando le pasaba algo a algún familiar no lo llevaban al hospital. Así comenzó todo, venía dinero de la República Checa para apoyar a esos pueblos”.
Rápidamente esos fondos enviados empezaron a materializarse, mejorando la vida de la comunidad.
“Construimos unas casitas, ayudamos construyendo techos, se ayudó a hacer una residencia estudiantil para los niños, porque alrededor del pueblo hay 42 comunidades indígenas desde las que tienen que caminar los niños, a veces, hasta cinco horas. Algunas comunidades tienen escuelas, pero no todas, es muy complicado. O tienen escuelas solo hasta cierto nivel. La oportunidad para estudiar depende de la comunidad y no es muy buena la calidad de la educación en las escuelitas”.
Además, cuando llegaba la cosecha, muchos niños dejaban de ir a clase dos semanas porque su trabajo era indispensable para la familia. Eliška conoce bien cómo funciona la educación en el lugar porque ella misma enseñaba, recuerda.
“Fue solo porque me escucharon hablar inglés y ellos tienen el inglés obligatorio pero nadie sabe hablarlo, los profesores dan inglés sin saberlo. Empezaron a invitarme a las escuelitas y comencé a dar clases de inglés, pero también hacíamos muchos talleres con los niños, manualidades, talleres de cocina, de pastelería… Les encantan los dulces, y para mí, como checa, es muy natural lo de hacer tortas o galletas. Así que siempre estábamos haciendo algo para niños, pero también con mujeres porque estaban muy abiertas para aprender. Venían y me preguntaban porque siempre querían aprender algo”.
La fundación Minga
Eliška Ochoa obtuvo por su actividad en Ecuador el premio de voluntariado Křesadlo, que otorga la fundación Hestia, y que recibió de manos del alcalde mayor de la capital checa, Zdeněk Hřib. Pero Ochoa quería que esa ayuda fuera creciendo y perdurara a largo plazo y de forma sostenible. Así es como nace la fundación Minga, que ya está avanzando.
“En este momento ya se están armando los proyectos. Estamos también en contacto con unos arquitectos de Ecuador que recibieron en Europa un premio de sostenibilidad. Quieren ayudar a construir un centro comunitario dentro de una comunidad indígena, que sea sostenible y usando materiales locales y las técnicas tradicionales de los indígenas, que se están olvidando. Esa es también una parte fuerte del proyecto: recuperar los valores originales de los indígenas”.
El centro está pensado para ofrecer actividades educativas, formación, talleres para mujeres o para niños y recibir en él a voluntarios e incluso a turistas, explica Eliška.
“Son unas montañas hermosas para que las gente vaya a conocerlas. Hay agencias de viajes en Praga que van a Latinoamérica. Sería lindo cooperar y que vayan los checos a conocer este hermoso lugar y la vida tradicional de los indígenas. Eso también es parte del proyecto”.
A pesar de su actividad, en este momento la fundación Minga pro Ekvador está todavía estableciéndose, para lo que necesitan fondos. Hay abierta una colecta a través del servidor checo de crowdfunding Hithit.
“Hithit es una página checa de crowdfunding, o sea que hay muchos proyectos que a veces no son sociales. Así que no solo sirve para pedir apoyo, sino que se vende algo. Nosotros también vendemos, por ejemplo, calendarios de los Andes o los productos de las mujeres indígenas, que hacen unas artesanías muy lindas. Estamos ofreciendo clases de español, yo no, pero sí mi marido, que es ecuatoriano y pedagogo. Ofrecemos clases de cocina ecuatoriana y tenemos unos ebooks de recetas de Perú. Estamos cooperando también con varias tiendas online que ofrecen otras cosas y en la página de Hithit se puede comprar un voucher para usarlo en esas páginas”.
La palabra minga, que procede del quechua, refleja exactamente la filosofía de la iniciativa, dice Eliška.
“Minga, generalmente en Latinoamérica, pero especialmente en Ecuador, es un trabajo cooperativo. Significa que la gente de las comunidades se reúne para hacer algo por el bien de la comunidad. En el tiempo de la cosecha van todos y ayudan a cosechar primero en el campo de uno y luego en el de otro. Se casa una nueva pareja y la comunidad hace una minga para construirles la casa. Así se ayudan mutuamente. Esa es la idea de la fundación Minga, la cooperación. Cada uno da lo que pueda para realizar el proyecto”.
Por el momento, en los primeros días de la colecta se lleva recaudado el 20% de la suma perseguida para que la fundación eche a andar definitivamente, pero Eliška Ochoa confía en lo contagioso de ese espíritu de cooperación y solidaridad que significa Minga.