Una controvertida exposición advierte ante el problema de tumbas alemanas abandonadas
Una nueva exposición en Ústí nad Labem intenta abrir el diálogo sobre la devastación de las tumbas y los cementerios de la población alemana que se vio expulsada tras la guerra. Mientras que la idea resuena con muchos, la propia forma genera controversia.
Lo que unos ven como una manera de contribuir al rescate de los antiguos cementerios alemanes en la región fronteriza de Bohemia del Norte, otros ven como una seria falta de respeto hacia los difuntos.
En Ústí nad Labem se ha inaugurado una particular exposición. Lápidas antiguas han sido colocadas en palés de madera y esparcidas en un espacio frente al museo de la ciudad. La calle, normalmente bastante frecuentada, ha sido cerrada al tráfico.
El historiador del Museo de la Ciudad de Ústí nad Labem, coautor de la exposición y concejal Martin Krsek explicó a la Radio Checa de dónde salieron las lápidas.
“Las lápidas provienen del pueblo de Zubrnice, situado a unos pocos kilómetros de Ústí nad Labem. En 1968, la dirección del pueblo decidió limpiar el cementerio local de tumbas abandonadas, principalmente las pertenecientes a los alemanes que desaparecieron del pueblo. Las lápidas fueron ofrecidas como material de construcción y terminaron siendo aprovechadas en cimientos, por ejemplo. El resto terminó en una escombrera, donde las piedras permanecieron hasta este año, cuando fueron excavadas y trasladadas”.
Se trata de un destino no inusual para las lápidas de los habitantes de origen alemán asentados antiguamente en áreas fronterizas de Checoslovaquia. En 2020, dos periodistas de la Radio Checa visitaron alrededor de 15 000 tumbas alemanas en 50 sitios en las regiones de Karlovy Vary y Ústí nad Labem. Confirmaron que, en su mayoría, las lápidas habían llegado a un estado avanzado de deterioro. Por un lado la población alemana en las zonas es cada vez menos numerosa, por otro, los municipios están fallando en su conservación, fueron sus conclusiones.
Las lápidas expuestas en Ústí nad Labem se pueden apreciar en el estado en el que fueron encontradas. Llevan huellas de vandalismo, pero al mismo tiempo, de acuerdo con Krsek, conservan la capacidad de ofrecer testimonios sobre sus propietarios. Las piedras llevan sus nombres y oficios y es interesante también el lado artístico, el material del que fueron fabricadas, al igual que el adornado que, en muchas ocasiones, se ha conservado.
La exposición no ha fallado en atraer al público. Martin Krsek explica que se trata de una forma de iniciar un debate sobre la falta de interés sobre el tema.
“Para nosotros se trata de una oportunidad de llamar la atención a la problemática de las tumbas abandonadas, que no está siendo tratada de ninguna manera. Naturalmente, previmos que provocaría algo de controversia, dado que toca un tema que sigue vivo, el de las relaciones checo-alemanas. Pero creemos que la forma que elegimos es adecuada e impulsará un diálogo abierto”.
Por el contrario, el vicealcalde de Ústí nad Labem, Tomáš Vlach, afirma que entiende el esfuerzo detrás de la iniciativa, pero se opone fuertemente el concepto.
“La idea de rescatar o renovar los antiguos cementerios es muy buena y nadie está en contra, ni yo ni mis compañeros. Lo que no nos gusta es la forma. Porque se trata de restos humanos que merecen respeto y tomar estos restos y colocarlos en una calle concurrida, ahora cerrada, y subirlos en palés es algo que no he visto nunca”.
Krsek, como coautor sostiene que trabajar con elementos funerarios es una práctica común en la arqueología y la museología. Al mismo tiempo, dice que las reacciones de algunos visitantes lo han afirmado en su convicción de que el camino por el que optó el museo ha sido el correcto.
“Varias personas me han comentado que tienen un cementerio alemán abandonado detrás de su casa o al lado de su pueblo. Y me piden consejos de cómo salvar las lápidas. Creo que ese es el tema y el sentido principal de la exposición”.
Según afirma Krsek, existen varios documentos que establecen cómo se deben cuidar los cementerios, como un acuerdo concluido entre Chequia y Alemania a principios de la década de los noventa o un manual creado por el Gobierno para los municipios. Son, de hecho, las ciudades y pueblos los que tienen la responsabilidad de conservar las lápidas. Al no ser así, en muchos casos, Krsek espera que la exposición ayude a poner el tema sobre la mesa.