El aroma del pan de especias es típico para la Navidad checa
Las Fiestas de la Navidad son concebidas en la República Checa como fiestas familiares y son consideradas las más populares del año. Se celebran del 24 al 26 de diciembre y son acompañadas por un sinnúmero de antiguas tradiciones populares, que se han conservado durante muchas generaciones.
A diferencia de otros países, en la República Checa la fecha más importante de las fiestas navideñas es el 24 de diciembre o sea, día de Nochebuena. Ese día se colocan debajo del árbol de Navidad los regalos, que más tarde serán repartidos entre los seres más queridos. Al atardecer, la familia se reúne en una cena solemne de Navidad, sirviéndose una típica sopa de pescado y, de plato principal, ensaladilla rusa y carpa frita.
Al terminar la cena se sirven bandejas con fruta, galletas de pan de especias y también con típicas galletas de navidad, de formas y sabores diversos. La mayoría de esas galletas contiene nueces o almendras que desde tiempos remotos habían acompañado la Navidad en las Tierras Checas, como símbolo del bienestar y de la riqueza de la tierra local.
Después de la cena se pasa al salón donde está colocado el árbol de Navidad con abundantes decoraciones y todos los miembros de la familia comienzan a entonar villancicos. Posteriormente se recuerdan diversas tradiciones de Navidad. Por ejemplo, se adivina el futuro cortando una manzana por la mitad o poniendo a navegar una especie de barquitos de cáscaras de nueces con velitas encendidas, colocadas dentro de la mitad de la nuez. Después de concluir todos esos rituales es cuando se reparten los regalos de Navidad.El día de Nochebuena suele culminar con la asistencia a la Misa del Gallo y no importa si la familia es de fe cristiana o si es atea.
El 25 de diciembre, a su vez, suelen visitarse otros familiares y los amigos, obsequiándolos con algún pequeño regalo, como una bonita vela de Navidad o un pesebre hecho de pan de especias. Cada una de las figuras de ese pesebre suele estar decorada con una crema de clara de huevos y azúcar flor.
Lo fundamental, naturalmente, no son los regalos, sino el poder compartir todos, disfrutando de buena salud y del bienestar. A través de los regalos obsequiados, las personas expresan sus sentimientos hacia los familiares y amigos. Lamentablemente, en la era moderna esa bonita tradición va adquiriendo otro carácter.
El modo consumista de vida transformó la bella costumbre de obsequiar a los seres queridos en una competencia por el mejor y más caro regalo de Navidad. En medio de esa carrera no hay lugar para un ambiente de amor, paz y tranquilidad.El 26 de diciembre es el onomástico de San Estéban. Antaño, ese día temprano en la madrugada, las chicas solían lavarles a los muchachos los rostros con agua fría de un arroyo cercano, para que éstos permanecieran sanos y fuertes.
Sobre las niñas a su vez, se lanzaban granos de trigo y cebada para conservar la belleza de las jóvenes. A los animales, mientras tanto, se les daba comida especial y en abundancia para que no dejaran de traer beneficio a sus amos.
Hoy en día, el 25 y el 26 de diciembre, además de visitar a los familiares, las personas suelen salir de paseo, asistir a un concierto o a una exposición o visitar una iglesia, ya que en ellas suelen estar instalados durante la Navidad hermosos pesebres de los más diversos tamaños y materiales.
Y nosotros, amigos, les invitamos ahora a visitar con Radio Praga una exposición, vinculada estrechamente con la Navidad checa.La muestra, a la que les invitamos, estimados amigos, documenta la evolución de dos hermosas tradiciones vinculadas con las Fiestas de la Navidad en las Tierras Checas. La primera de ellas, la de preparar el aromático pan de especias, se remonta a tiempos antiguos cuando el territorio actual de la República Checa comenzó a ser poblado por las tribus eslavas.
La segunda es más reciente. La tradición de instalar y decorar un árbol de Navidad sentó sus raíces hace tan sólo unos 200 años. Para conocer los pormenores de esas tradiciones, nos trasladamos al Museo de Bohemia Central en Roztoky, un pequeño pueblo situado a unos pocos kilómetros de Praga.
En el museo nos dan la bienvenida la etnógrafa Ivana Kubečková y la historiadora Marcela Šášinková, quienes nos servirán de guías durante nuestro recorrido por la exposición temporal con motivo de la Navidad. Y, naturalmente, nos familiarizarán con la historia de la preparación del pan de especias y de los adornos de Navidad en las Tierras Checas.
En la primera parte de la exposición navideña, percibimos el riquísimo aroma que recordamos desde la infancia, vinculándolo con las Fiestas de la Navidad. Es el aroma del pan de especias.En la muestra hay canastos llenos de galletas de pan de especias, aunque, según señala la etnógrafa Ivana Kubečková, la exposición se centra en los comienzos de la evolución en la preparación de esos típicos dulces, dando a conocer a los visitantes un sinnúmero de antiguos moldes para la preparación del pan de especias.
„En la exposición del Museo de Roztoky se pueden ver moldes en los que se preparaba el pan de especias en las Tierras Checas en diversas épocas históricas. Los más antiguos datan del siglo XVII, concretamente de 1650 y 1680. Pero disponemos también de moldes más modernos, de los siglos XVIII y XIX”.
La etnógrafa, Ivana Kubečková explica que las galletas de pan de especias que se preparan actualmente en la República Checa, poco tienen que ver con los dulces históricos, aunque fueran hechos ambos de masas parecidas.
Antaño los dulces de pan de especias se preparaban en moldes de madera especiales, en los que también se asaban. Hoy en día se hace una masa que luego se moldea y estira hasta tener un grosor de unos tres o cinco milímetros, se recorta con unos moldes vacíos de lata, se coloca en una plancha y sólo después se pone a asar.
Independientemente de los cambios del modo de preparación del pan de especias, la tradición de este dulce es muy antigua en la República Checa. Pero, según afirma la etnógrafa Ivana Kubečková, antaño el pan de especias no se vinculaba con las Fiestas de la Navidad.
“Los más antiguas indicios sobre la existencia del pan de especias en el territorio checo datan de la primera mitad del siglo XIV. Sin embargo se supone que el pan de especias lo conocían ya los primeros eslavos que fueron poblando estos territorios. Y es que los eslavos conocían la miel, sabían procesar el trigo, hacer la harina y preparar de ella diversas masas que luego asaban. Se considera que la tradición del pan de especias llegó a estos territorios del Próximo Oriente, donde se utilizaban en la cocina las más diversas especies aromáticas. En las Tierras Checas el pan de especias se preparaba originalmente en moldes y se vendía a lo largo de todo el año, durante la celebración de diversas ferias”.En un principio, la preparación del pan de especias constituía un oficio, al que se dedicaban sólo algunos pasteleros. Éstos cooperaban estrechamente con tallistas que les preparaban moldes especiales. Según explicó a Radio Praga Ivana Kubečková del Museo de Roztoky, el oficio fue desarrollándose mayormente en las ciudades. Mientras que en el siglo XV había en Praga sólo unos quince maestros pasteleros que se especializaban en preparar pan de especias, en el siglo XVII su número se incrementó al doble.
La preparación del pan de especias en moldes de madera era bastante exigente, por lo que durante siglos ese dulce había sido utilizado como un bonito regalo. En los moldes los tallistas tallaban diversas imágenes de la vida de entonces que luego decoraban el pan de especias. Aparecían en ellos caballeros montando caballo, damas en trajes de la época, así como perros de caza, etc.
En las postrimerías del siglo XVIII el pan de especias comenzó a extenderse entre las capas populares, aunque los moldes para los dulces eran más pequeños y menos lujosos. También las imágenes en los moldes eran distintas. Así, en los dulces destinados a la parte masculina de la población aparecían caballos, pistolas y sables, mientras que en otros, destinados a las mujeres, aparecían bebés, canastos y cochecitos para niños.
Cuando a principios del siglo XIX se extendió en el territorio checo, procedente de Alemania, la costumbre de decorar un árbol de Navidad durante la época navideña, éste se decoraba en las Tierras Checas con frutas y nueces, así como con galletas de pan de especias. Las galletas ya no se hacían en moldes de madera, sino que se recortaban con moldes de lata en pequeñas figuras, según recalca Marcela Šášinková, historiadora del Museo de Roztoky.„Las manzanas y nueces fueron las primeras decoraciones del árbol de Navidad en estos territorios en las postrimerías del siglo XIX. Pronto la gente comenzó a colgar en el árbol también diversas figuras de pan de especias recortadas con moldes de lata, cuyo aroma se sentía por todo el hogar. Ese aroma pasó a caracterizar la Navidad checa. Y cabe decir que hoy en día, en muchos hogares checos se hace revivir esa antigua tradición de decorar los árboles de Navidad con frutos de la naturaleza, con adornos de madera, de paja y con pan de especias”.
Marcela Šášinková recordó que antes de extenderse la costumbre de adornar el árbol de Navidad en las Tierras Checas por todo el territorio, en los siglos XVII y XVIII se practicaba entre la aristocracia y la burguesía. Un mayor auge registró esa costumbre en el siglo XIX, cuando fue acogida también por otras capas de la población.Las manzanas, el pan de especias, las nueces y otras decoraciones naturales en el árbol de Navidad testimoniaban el don de la Vida que le fue dado al ser humano y el agradecimiento por éste.
Posteriormente los árboles de Navidad comenzaron a ser decorados por otro tipo de adornos que eran fabricados en serie y de material más diverso, explicó en entrevista a Radio Praga la historiadora del Museo de Roztoky, Marcela Šášinková.
Para los árboles de Navidad comenzaron a ser utilizados adornos de papel y más tarde de madera y estaño. Reflejaban mayormente productos e instrumentos, así como a animales que acompañaban a las personas en su vida cotidiana. Había figuritas de trenes, pajaritos, flores, perros, así como cubiertos en miniatura. A principios del siglo XX, el adorno más popular en los territorios checos así como en el resto de Europa, fue la figura de un ángel, según afirma Marcela Šášinková.
„El ángel fue uno de los principales símbolos de la Navidad y lo sigue siendo hasta el presente. Figuritas de ángeles no podían faltar en los árboles de Navidad. Originalmente se colocaban también sobre la mesa para traer al hogar la tranquilidad y el bienestar típicos para la época navideña, para unir a la familia y para mostrar el camino a casa a las almas extraviadas”.En el siglo XIX, comenzó la fabricación de adornos de Navidad de vidrio soplado en moldes. Este tipo de adornos también surgió en Alemania y pronto se extendió por toda Europa, llegando asimismo a Estados Unidos. Los adornos en forma de muñecos de vidrio debían proteger el hogar ante los malos espíritus. Se colocaban por ello en las ventanas especialmente.
Más tarde se decoraban con ellos los árboles de Navidad y los muñecos de vidrio adquirieron nuevas formas, por ejemplo, la de una campanilla, un globo o de estalactitas. La fabricación de adornos de vidrio soplado se extendió en los territorios checos mayormente en las zonas montañosas de Bohemia Occidental. Como explica la historiadora Marcela Šášinková, los adornos navideños formaron parte de la producción de las fábricas de bisutería.
“Una verdadera especialidad checa en cuanto a los adornos de vidrio son los adornos confeccionadas de pequeñas perlas de cristal soplado. Su aparición fue más bien casual. En las fábricas de bisutería locales se hacían perlas de vidrio que se utilizaban para decorar sombreros o para hacer broches. Posteriormente los vidrieros intentaron utilizar las perlas de vidrio para hacer adornos de Navidad. En los años veinte y treinta del siglo XX su producción tuvo un gran auge en Bohemia, en vista de su positiva aceptación por parte de los clientes”. Con el paso del tiempo la producción de los adornos de Navidad fue perfeccionándose, pasando a combinarse diversos materiales. No obstante, según señala la historiadora Marcela Šášinková, la modernización condujo a la unificación de esos productos y a su fabricación en grandes series. La autenticidad de los adornos hechos a mano, que se distinguían según el lugar de su origen, fue desapareciendo, lo cual es el precio que conlleva el desarrollo científico-técnico.En los últimos decenios, la fabricación de los adornos de Navidad se trasladó a los países asiáticos. Se producen exclusivamente en máquinas y en grandes series.
En vista a la gran competencia del este asiático, hoy en día se dedican a la fabricación manual de adornos de Navidad en la República Checa sólo unas pocas manufacturas. Una excepción es la famosa empresa de cristal Moser, de la ciudad de Karlovy Vary, en Bohemia Occidental, que en 1996 introdujo en su programa de producción la fabricación de adornos de cristal en forma de globos. Éstos son hechos a mano, de cristal de gran calidad, a lo que responde su elevado precio. Se fabrican mayormente por encargo de clientes del extranjero.
Semejante es la situación con el pan de especias, aunque en este caso, como afirma la etnógrafa Ivana Kubečková, este oficio es practicado todavía por muchos ciudadanos checos.“Sí, hasta hoy son muchos los tallistas que siguen tallando moldes de madera para el pan de especias y muchos pasteleros preparan ese tipo de dulce especialmente en Navidad. En la República Checa existe un sinnúmero de recetas para el pan de especias. Lo cierto es, no obstante, que también este oficio va desapareciendo poco a poco y el pan de especias se conserva mayormente gracias a su fabricación individual por las amas de casa y gracias a las recetas caseras que se heredan de generación en generación”.
La estrecha relación que tiene el pueblo checo hacia las tradiciones populares que se mantienen desde tiempos remotos, permite confiar en que la costumbre local de los adornos de cristal para el árbol de Navidad se conservará durante largo tiempo todavía y que el aroma del pan de especias seguirá siendo el típico aroma de la navidad checa por muchas generaciones más.
Foto: autora