“La cultura en Praga es accesible y cercana y está en todos lados”
¿Qué hace un violinista chileno tocando en una banda de mariachis en Praga? Arturo Escobar Montecinos, nacido en 1981 en Puerto Aysén, bien al sur del mundo, cuenta cómo llegó a la capital checa casi por casualidad, por qué decidió quedarse aquí y por qué se dedica ahora a la música mexicana.
-Hola Arturo.
“Hola”.
-¿Qué te trajo a Praga?
“Tres cosas. Uno, poder tratar de estudiar acá violín, especializarme más en lo que hago. Dos, mi novia. Y tres, la cerveza”.
-Eres violinista, entonces.
“Sí, soy violinista. Estudié violín en Santiago, en el Campus Oriente de la Universidad Católica, durante varios años”.
-¿Tu novia es checa?
“Sí, es checa. La conocí aquí en Praga en el año 2006, en febrero. Estaba en Alemania, haciendo unos estudios, una especie de pasantía con un profesor en la ciudad de Würzburg, y por esas coincidencias de la vida llegué a Praga, como turista. Cuando estaba en Würzburg simplemente tiré una moneda para saber si iba a Viena o a Praga y al final salió Praga así que aquí estoy. Pero primero vine a conocer, como un turista más, de esos muchos que se ven por acá. También viendo el tema musical, la ciudad siempre me llamó mucho la atención en todos los aspectos, sobre todo cultural, y luego, bueno, conocí a Klara, mi novia, y encontré un profesor con el que podía estudiar, así que se me empezaron a dar las posibilidades de hacer algo que pudiese valer la pena acá, tanto en términos personales como profesionales”.
-¿Cuánto tiempo llevas en Praga?
“Un año”.
-¿Y a qué te dedicas?
“Trabajo como violinista en diferentes lugares. El año pasado, por esos contactos que se dan esporádicamente, llegué a conocer a un grupo de mariachis mexicanos que me invitaron a tocar con ellos un par de veces y finalmente terminamos haciendo un proyecto bastante interesante juntos, de cultura mexicana, con gente bastante entretenida, con la cual hemos obtenido algo que se puede llamar un éxito pasajero e importante en ciertos momentos”.
-Es decir, te convertiste en un mariachi mexicano.
“Me convertí en un mariachi, pero por casualidades de la vida. Y también por una cuestión de querer ganarme la vida de alguna forma. Yo tenía dos opciones. O trabajaba como músico o intentaba buscar un trabajo donde necesitaran gente que hablara español e inglés, yo hablo inglés también, creo que muy bien, pero gracias Dios puedo trabajar en lo que estudié y en lo que hago. Si bien no es música clásica, que es lo que yo he estudiado toda mi vida, es algo que tiene que ver con música y con entretener a la gente”.
-¿Y qué siente un músico latinoamericano al llegar a Praga, que es una de las ciudades más musicales del mundo?
“Yo lo sentí principalmente cuando entré por primera vez al Rudolfinum, que fue lo primero que hice cuando llegué acá, fui a comprarme una entrada para ver cualquier concierto en ese teatro, que es uno de los mejores de Praga, y tocó la suerte de que iban a tocar, si mal no recuerdo, la cuarta sinfonía de Bruckner. Yo venía con muchas ganas de impresionarme y quedé absolutamente impresionado. Lo primero para un músico latinoamericano, al llegar a Praga, es ver que la cultura es tan accesible y tan cercana y está en todos lados. Y es algo que muchas veces, en países como los nuestros, en Latinoamérica, es prohibitivo, tanto por los precios como por el tiempo que uno podría dedicarle a esas cosas”.
-¿Qué le dirías a un chileno que no sabe nada de Praga y tiene ganas de venir acá, qué recomendación le harías?
“Que si tiene la posibilidad de venir a Europa, que se aparezca por acá, que venga a conocer los lugares tanto turísticos como de fiesta, que va a tener un muy buen pasar y le va a gustar. Y que la cerveza checa es la mejor del mundo, no hay ninguna que se le pueda comparar y he probado muchas”.
-Muchas gracias por tu tiempo y ojalá te vaya bien en todos tus proyectos.
“Muchas gracias a ti, un saludo a todos los oyentes de Radio Praga y un saludo a todos los que me conocen en Chile, especialmente a mi familia y a mis amigos más cercanos”.