Especial 28 de octubre: Masaryk, el padre de Checoslovaquia
Este martes 28 de octubre, los checos celebran el 90 aniversario de la independencia de Checoslovaquia. Para esta fecha tan destacada hemos preparado en Radio Praga un programa especial dedicado al primer presidente y principal artífice del nuevo estado, Tomáš Garrigue Masaryk, considerado como padre de la nación checoslovaca.
Descubrirán también las convicciones morales e ideas políticas de Masaryk, que configurarían el nuevo estado checoslovaco como una de las democracias más prósperas del periodo de entreguerras. Y por supuesto les hablaremos del último periodo de la vida de Masaryk, ya como presidente de Checoslovaquia.
Años de juventud, Charlotta Garrigue
Tomáš Masaryk nació en Hodonín, Moravia, en 1850, en el seno de una familia humilde. Su padre era eslovaco y su madre alemana. Ambos trabajaban como criados en una hacienda.El destino de Masaryk podría haber sido el de un modesto artesano. De hecho estudió un tiempo diversos oficios: relojero, cerrajero e incluso herrero, pero finalmente decidió hacer bachillerato y al mismo tiempo trabajar como profesor.
En 1872 Masaryk consiguió ingresar en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Viena. En 1876, una vez acabado su doctorado, trabajó dos años en la Universidad de Leipzig, donde conoció a Charlotta Garrigue, una mujer de gran formación intelectual y sólidas convicciones morales de la que se enamoró y con la que se prometió un año después.
Charlotta era hija de una adinerada familia neoyorquina, perteneciente a la Iglesia Unitarista y descendiente de hugonotes franceses emigrados a Estados Unidos.
La figura de Charlotta fue fundamental en la vida de Masaryk. Después de la boda, celebrada en Nueva York en 1878, adoptó el apellido Garrigue en su honor. Mucho más tarde, tras la muerte de Charlotta en 1923, Masaryk describió así la intensa relación que marcó el matrimonio.
“Era una americana que se convirtió en checa, tanto en lo moral como en lo político. Creía en el genio de nuestra nación, me ayudó en todas mis luchas políticas y en toda mi actividad política en general. Tan solo durante la guerra, en el exilio, tuve que trabajar sin ella, pero sabía que actuaba de acuerdo con ella. Había momentos en los que sentía directamente, a pesar de la distancia, la coincidencia de nuestros pensamientos. No creo que sea telepatía, sino el pensamiento paralelo de dos personas que coinciden en todo y que miran al mundo. Su convicción era que la mujer no vive solo para el hombre ni el hombre solo para la mujer: los dos tienen que buscar la ley de Dios y hacerla realidad.”
Masaryk: un intelectual de renombre. La polémica de los manuscritos
Al volver de Estados Unidos a Europa, el matrimonio Masaryk se estableció en Viena. Durante tres años el futuro padre de Checoslovaquia se dedicó a la enseñanza y la vida académica, en contacto constante con el mundo literario checo de la entonces capital del Imperio Austro-Húngaro. También fue en esta ciudad donde nacieron sus hijos Alice y Herbert.
En 1882 Masaryk se trasladó a Praga para ocupar el puesto de profesor extraordinario en la Universidad Carolina, donde durante años enseñaría filosofía, lógica, ética, sociología y psicología.
De nuevo en territorio checo, Masaryk se vio inmerso en el creciente ambiente nacionalista de Praga con el que entonces no comulgaba y en el que se granjeó numerosos enemigos. De la misma manera su actitud igualitaria y abierta con los estudiantes despertó el recelo del claustro.
Sin embargo, lo que le provocó mayores conflictos fue su actitud respecto a la Iglesia Católica. Masaryk y su esposa se habían convertido al evangelismo, y mantenían una postura de radical enfrentamiento con los sectores más conservadores del catolicismo checo.
De hecho las paradójicas ideas religiosas de Masaryk, un firme creyente a la vez que positivista, configurarían más tarde la política religiosa del estado checoslovaco.
Masaryk consideraba que el catolicismo era la representación religiosa del absolutismo, mientras que el protestantismo lo era de la libertad y la democracia.
Esta idea se resumía en su lema “Jesús sí, César no”. No aceptaba ni la revelación ni la mística y apostaba por una reforma de la Iglesia Católica que llevara a la confesión a un ordenamiento más racional y democrático.
Sin embargo, y a pesar de contar con adversarios de diferentes espectros políticos, Tomáš Garrigue Masaryk contó también con muchos amigos entre los estudiantes y con un círculo afín en torno a la revista literaria Athenaeum, que fundó él mismo.
Precisamente fue esta revista la que le sirvió de plataforma para polemizar en el caso de los manuscritos de Dvůr Králové y Zelená Hora.
Se trataba de dos manuscritos checos presuntamente medievales descubiertos a principios del siglo XIX. En 1886 se desató en el país una fuerte polémica en torno a su autenticidad. Las discusiones trascendían lo científico y llegaban al terreno político. Masaryk intentó que prevaleciera la verdad ante todo, como nos cuenta el historiador Jiří Rak, de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Carolina.
“En la época del hallazgo solo se oía hablar de cosas como los poemas celtas, el kalevala, los poemas de Ossian, los bardos del norte… Toda Europa buscaba sus raíces. ¿Por qué precisamente en las tierras checas se llega a la conclusión de que el texto no es original o al menos que no es medieval? El tema despertó discusiones acaloradas y fue precisamente Masaryk el que jugó un papel esencial al plantear la cuestión desde un punto de vista científico y también desde la política y el carácter moral de la nación”, explicó.
De esta manera, y debido a la crítica de Masaryk, nunca se pudo demostrar la autenticidad de los manuscritos. La razón había vencido al sentimiento. Todo el debate podría considerarse un símbolo de su pensamiento: la verdad y la razón por encima de todo.
Masaryk en política y el caso Hilsner
Las ideas de Masaryk cristalizaron pronto en forma de opción política: el realismo, propuesto en sus propias palabras como una reacción “de las cosas científicamente probadas contra la fantasía romántica”.La revista Čas (Tiempo), se convirtió en la voz pública de los realistas y allanó el camino para la entrada de Masaryk en la política real.
En 1890 los realistas ingresaron en el Partido Nacional Liberal, conocido como partido de los Jóvenes Checos, una formación de corte demócrata, liberal, regionalista y anticatólica que encajaba con las ideas políticas de Masaryk.
De esta manera, en 1891 fue elegido como diputado para el Consejo Imperial, el parlamento del Imperio Austro-Húngaro, y en 1891 para la Cámara de los Países de la Corona Checa.
Sin embargo en 1893 Masaryk renunció a ambos cargos debido al nacimiento de sus hijas Jana y Olga.
Los años 90 del siglo XIX estuvieron marcados por la continuación de sus actividades docentes y literarias y por la cada vez mayor hostilidad de los nacionalistas checos, que no le perdonaban que navegara culturalmente entre las aguas checas y las alemanas.
Por otro lado, el creciente antisemitismo de los nacionalistas chocaba con la decidida defensa que Masaryk hacía de los judíos.
Precisamente su siguiente intervención en el debate público de la nación fue en 1899 cuando intervino en el proceso de Hilsner, un judío acusado del sacrificio ritual de la checa Anežka Hrůzová. El caso, conocido como la Hilsneriada, conmocionó la sociedad checa y, en general, todo el Imperio, como nos cuenta Jiří Rak.“Fue algo parecido al caso Dreiffus en Francia. El capitán Dreiffus, judío, fue acusado de espionaje para los alemanes, y condenado, y el escritor Emile Zola salió en su defensa. Pero entre los dos casos hay una diferencia importante. Masaryk fue, digamos, más convencional. No le interesaba la culpabilidad o inocencia de Hilsner, sino el monstruoso prejuicio de que por ser judío se trataba de un asesinato ritual. Cuando en el segundo juicio quedó claro que no se trataba de ningún rito, Masaryk dijo ‘hemos ganado’ y dio el asunto por zanjado”.
Sin embargo, y debido a sus opiniones durante la Hilsneriada, Masaryk se encontró con un ambiente tan hostil que incluso consideró la idea de enviar a su mujer e hijos fuera del país.
Todavía tendrían que pasar varios años hasta que Masaryk fuera considerado el artífice de Checoslovaquia y encumbrado a la categoría de mito por gran parte de los checos.
La Primera Guerra Mundial y la lucha por la Checoslovaquia independiente
En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. Sería el principio del fin para el Imperio Austro-Húngaro y el germen que daría lugar a Checoslovaquia.Y es que fue durante la Primera Guerra Mundial cuando las ideas políticas de Masaryk empezaron a orientarse al nacionalismo checo. La monarquía austrohúngara parecía lejos de adaptarse a los preceptos de un estado liberal y totalmente democrático, con lo que Masaryk empezó a abogar por un nuevo modelo: la conversión del Imperio en un país de regiones autónomas.
Ya en su libro ‘Una nueva Europa: el punto de vista de los eslavos’, Tomáš Garrigue Masaryk apuesta por la lucha contra la monarquía y la creación de un nuevo ordenamiento estatal en Europa Oriental en forma de federación democrática de estados.
En 1915 abandonó el país y se exilió en Ginebra, Suiza. Allí sus ideas derivaron finalmente en un independentismo sin concesiones. Solo una república independiente podía garantizar el modelo de sociedad que había defendido toda la vida.
El historiador Ivan Šedivý, del Instituto Masaryk, destaca el carácter pragmático de las convicciones nacionalistas del Masaryk de aquel entonces.“En el fondo podemos decir que Masaryk veía la historia checa como una continuidad que comenzaba con los husitas y llegaba hasta el Resurgimiento nacional con Palacký. Así pues el culmen de la historia checa sería el nacimiento de Checoslovaquia. Masaryk concebía la historia como un instrumento cuyo objetivo sería la creación de un estado checoslovaco independiente”, opinó.
De esta forma, Masaryk comenzó a trabajar con todas su fuerzas por la creación de un estado checo independiente. Precisamente fue el 6 de julio de 1915, en la Universidad de Gínebra, donde presentó su proclamación de lucha contra el dominio de los Habsburgo, coincidiendo con el 500 aniversario de la ejecución del reformista checo Juan Hus.
Poco después se reunió con él Edvard Beneš, entonces un influyente miembro del Partido Nacional Socialista checo y Milan Rastislav Štefánik, un político eslovaco que ocupaba el cargo de general en el ejército francés. Los tres formaron en 1916 el Consejo Nacional Checoslovaco.
El objetivo de la institución era aprovechar la posible derrota del Imperio Austro-Húngaro en la guerra para conseguir la independencia de Eslovaquia y de los territorios de Bohemia y Moravia.
La actividad del Consejo no se centró únicamente en contactos diplomáticos con los países de la Entente. Una de las claves de su éxito fue la creación de legiones checoslovacas en Francia, Italia y sobre todo en Rusia que lucharon al lado de los Aliados contra Alemania y Austria-Hungría.
De esta manera, Checoslovaquia se convirtió en parte del bando ganador aún antes de existir como país.
En 1917 Estados Unidos entró en la guerra, de modo que en 1918 Masaryk se desplazó a ese país para entrevistarse con el presidente Wilson y convencerle de su proyecto político.
Además, en Estados Unidos ya había organizada una campaña a favor de la independencia desde el estallido de la guerra. En ella participaban emigrantes checos y eslovacos, como nos explica el historiador František Hanzlík.
“Las primeras acciones tuvieron lugar en Nueva York y Chicago en 1914 en apoyo de los soldados checos cautivos en campos de prisioneros de Rusia y Serbia y consistieron básicamente en recogidas de fondos. Rápidamente surgió la Agrupación Nacional de Compatriotas, que coordinaba toda la ayuda destinada a conseguir la independencia de checos y eslovacos, y que fue de importancia fundamental. Más tarde se procedió al reclutamiento de soldados. En 1918 se consiguió mandar al frente a unos 3.000 hombres”, explicó.Se puede decir que Checoslovaquia nació en Estados Unidos. Aquí acordaron los compromisos fundamentales checos, eslovacos y finalmente también los rusinos, una pequeña nación también bajo el Imperio Austro-Húngaro al este de Eslovaquia.
Coordinados por Masaryk, representantes de las tres naciones firmaron el acuerdo de unión en Pittsburg, el 30 de mayo de 1918.
La campaña y los múltiples apoyos que Masaryk cosechó en las altas esferas estadounidenses hicieron que finalmente el presidente Wilson apoyara públicamente la creación del estado checoslovaco.
Los primeros años de independencia
Tras la derrota de Austria-Hungría, el 28 de octubre de 1918 se declaró la independencia de Checoslovaquia, y el 14 de noviembre Tomáš Garrigue Masaryk fue elegido presidente.
Aunque fue más tarde, el 20 de diciembre, cuando Masaryk entró en el país y fue recibido por la Asamblea Nacional y arropado por la multitud en České Budějovice en la plaza de la ciudad.
Tomáš Garrigue Masaryk personificaba la independencia de checos y eslovacos y contaba con un apoyo abrumador entre la población. Podría haber sucumbido a la tentación y concentrar todo el poder de la nueva república, pero sus principios estaban por encima de todo eso, como nos explica Jiří Pernes, del Instituto de Historia Contemporánea de la Academia de Ciencias de la República Checa.
“Masaryk no pretendía nada de eso. Él era un demócrata convencido y realmente se esforzó por que la República Checoslovaca surgiera como una democracia funcional. En algún momento podría haber pensado en instaurar un régimen presidencialista, pero no estaba entre sus aspiraciones personales. Él estaba satisfecho con que el sistema democrático funcionara en el país”.
Masaryk presidió y representó uno de los países más prósperos del periodo de entreguerras. Entre los viajes que hizo bajo su mandato destacan los realizados a Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Palestina y Egipto.
Es en este periodo de su vida como mandatario cuando se forma la imagen que los checos conservan actualmente de su padre fundador. Un hombre anciano pero fuerte y enérgico, con barba, en un uniforme gris, con gorra y montado a caballo.
Masaryk estaba instaurando la institución de presidente de la República, como explica Pernes.
“Los presidentes tenían un periodo máximo en su función de siete años en la Primera República, pero Masaryk consiguió que se hiciera una excepción. Por eso a diferencia de otros políticos, fue elegido cuatro veces. Su extraordinaria personalidad otorgó al cargo de presidente de la República un aura especial. Tenía tanto carisma que generaba una magia especial en la gente que lo escuchaba, a diferencia de lo que pasaba con los presidentes de otros países”.
Finalmente, en 1935, poco después de ser elegido presidente por cuarta vez, renunció al puesto por motivos de salud.
Tomáš Garrigue Masaryk murió el 14 de septiembre de 1937. Su persona es actualmente todo un mito nacional, indiscutiblemente unido al nuevo camino emprendido por Checoslovaquia como nación independiente.