Arte de pesebristas checos se presenta en el Castillo de Praga
Fueron fabricados para deleitar el ánimo, para detenerse y reflexionar sobre el destino de la vida humana que empieza con la llegada a este mundo. Sin ellos faltaría algo a la Navidad checa. Belenes históricos y modernos de pesebristas checos se presentan por tercera vez en el Castillo de Praga.
Pesebres tallados en madera, hechos de papel cortado, modelados en cerámica y pan de especias, pintados sobre vidrio, belenes grandes, pequeños y en miniatura. Más de cincuenta representaciones del nacimiento de Jesucristo se exponen desde este jueves en el Burgraviato Superior del Castillo de Praga, señaló el comisario de la muestra Jan Roda, de la Asociación de Pesebristas Checos.
“Elegimos los belenes para la exposición de manera que presenten la evolución del pesebrismo en este país. El más antiguo es un pesebre de tablas, de más de 200 años de antigüedad, procede de los franciscanos de Slaný y representa los nacimientos que se instalaban en las iglesias”.
De las iglesias los pesebres pasaron a las casas de la nobleza y la burguesía hasta acomodarse en los hogares de la gente común gracias a lo cual, la tradición se ha conservado hasta el presente. El nacimiento más nuevo en la exposición fue creado por alumnos de un instituto de Praga.
Jan Roda advirtió sobre un belén que fabricó un cubero humilde a finales del siglo XIX en el rincón más septentrional de Bohemia, Šluknov.
“Andando por el mundo había conocido pesebres tallados en el estilo del romanticismo, forma artística que trajo a su región natal. Así influyó la obra de los tallistas locales de Šluknov, que en las postrimerías del siglo XIX se convirtió en una región de pesebrismo original”.
Muchos de los belenes de Šluknov se perdieron tras la Segunda Guerra Mundial, igual que el nacimiento que la destacada escultora checa Helena Johnová realizaba de cerámica para la catedral de San Vito en el Castillo de Praga. En la exposición en el Burgraviato Superior se puede ver el modelo de ese pesebre grande.
A diferencia de los dos años anteriores, los belenes están instalados en las salas históricas del recinto, antes no accesibles al público. Bajo pinturas renacentistas al fresco de finales del siglo XVI, al son de villancicos navideños y con luz atenuada los visitantes pueden admirar el arte de los belenistas checos hasta el 4 de enero.
Foto: Ivo Mičkal, Agentura Schok