La mujer checa pierde el apellido cuando se casa
Los apellidos checos funcionan de manera distinta a los del mundo hispánico, y esta diferencia crea no pocos quebraderos de cabeza a los latinos que viven en Praga.
Así son las cosas, en las bodas el representante del Ayuntamiento que casa a la pareja agarra las tijeras y corta el carnet de identidad de la mujer. La ley permite conservar el apellido, o incluso combinarlo con el del marido, pero muy pocas mujeres lo aprovechan.
Zuzana Hroššová es checa, y tenía dudas sobre qué hacer con su apellido. Después de quedarse embarazada lo tuvo claro.
“Al principio no podía imaginar que yo soy Hroššová y un día eso va a cambiar. Ahora me parece mejor cambiarlo y tener el mismo apellido que mi niño. Porque mi niño se va a llamar con el apellido del padre, y me parece más extraño tener dos apellidos: yo uno y el niño otro distinto”.
En el otro lado tenemos a Milena Caba, una mexicana que vive en Praga desde hace ya varios años.“Yo no me quiero cambiar el apellido cuando me case, por cuestiones personales. Me ha tomado muchísimo tiempo llegar a ser la mujer que soy, para que de repente llegue un hombre (aunque sea muy admirable, aunque sea muy buen hombre) y que me tenga que llamar yo como él”.
Todo esto causa, por supuesto, diversos problemas burocráticos, pero hay algo más. Los checos tienen su propia especificidad. Y es que el apellido de mujer tiene que llevar el sufijo –ová, si es un sustantivo, y –á, si es un adjetivo.
Así, un latino que se case con una checa verá como su mujer e hijas pasan a llamarse Núñezová, Ferrerová o Valverdeová, por poner ejemplos cercanos. No parece que los checos tengan el mismo apego a su apellido como los latinos. Tendré que ponerme el apellido de mi novia para saber qué sienten exactamente. Igual me gusta. Hasta pronto.