Odio que me digas...
“No te puedo responder a qué hora voy a regresar a casa porque ni yo lo sé” y “yo no quiero que me compares más con mi hermana que ella tiene su vida y yo la mía”. Seguro que han oído esto más de una vez. Y es que según una encuenta realizada por la agencia Factum Invenio, estas frases son las más odiadas por los checos.
El 25 por ciento de las mujeres y el 30 por ciento de los hombres aseguran que una frase que nos les agrada para nada es la de que “En el comunismo se vivía mejor”. Aunque la suelen emplear más bien las generaciones más mayores, quizás por la nostalgia del pasado, hay también jóvenes que en ocasiones lo dicen. Lukáš de 25 años residente en Slavětín cree que eso no tiene sentido.
No me gusta lo de que con los comunistas se estaba mejor. Porque muchos lo dicen y nadie sabe por qué lo dice. Y se dice que antes estaba todo más barato pero los sueldos también eran más bajos, pues qué vean cuántos panecillos compraban antes y cuántos compran ahora. Seguro que las cuentas salen diferentes.
“Ya te lo decía yo” es otro de esos comentarios que deberíamos obviar si no queremos enfadar a la pareja bien sea hombre o mujer. El 25 por ciento de los hombres y el 22 por ciento de las mujeres odian que presumamos sobre todo de haber advertido algo cuando ya no hay marcha atrás.Y aunque también enfada a los hombres (un 23 por ciento), la frase “Por favor, cálmate” le sienta realmente mal al 31 por ciento de las mujeres checas en particular ya que en ocasiones lo que se consigue es el efecto adverso. A Lenka de 27 y natural de Tábor, por ejemplo, no le gusta nada que en medio de una discusión o altercado le manden tranquilizarse.
La que más odio es “Cálmate, por favor” porque en ese momento cuando me lo dicen no puedo calmarme, necesito más o menos algunos minutos, diez, veinte minutos para yo calmarme y luego hablarlo.
En particular al sexo femenino le disgusta la conocida frase de “¡Mujeres!” o “¡Mujer tenía que ser!” y lo ponen de manifiesto un 25 por ciento de las encuestadas. Esta exclamación es muy recurrida en el ámbito de la conducción y hay quien lo consideran una falta de respeto. Y hay quien tiene también sus anotaciones particulares acerca de las “maravillas” que suelta el sexo opuesto en ciertas ocasiones. Nos vale el ejemplo de Lenka.Una que no está aquí es esa de “Yo creo” o “Yo pensaba” porque siempre se utiliza cuando se ha hecho algo mal, como una disculpa “ah yo pensaba, yo...” pensar para mí significa no saber.
Sabiéndolo o no sabiéndolo, la cuestión es que hay frases que es mejor guardarse, sobre todo si se intenta comparar a la persona con otras. El 23 por ciento de las mujeres entrevistadas coincide en que no les gusta nada que les digan que son iguales que su madre o hermana, porque cada una quiere un trato individualizado. Markéta de Děčin asegura que le irritan mucho ese tipo de frases.
Para mí lo peor es que me digan que me parezco a mi madre, porque mi madre no es perfecta y no me gusta y me enfado cuando me comparan con ella.
Por su parte, el 25 por ciento de los hombres encuentados ha asegurado que lo que más les saca de quicio es la pregunta de “¿Por qué no los has hecho todavía?” o, para el 27 por ciento, que le interroguen en relación a la hora de regreso a casa.
Y no me gusta la de “¿cuándo vuelves?” porque nunca lo sé. Si te digo cuándo vengo y luego no vengo a esa hora es peor. Mejor te digo que no sé cuándo volveré.
Mejor prevenir que lamentar, debe pensar Lukas. De todos modos, lo que sí nos ha quedado claro es que hay veces en las que si no queremos herir la sensibilidad de la novia, pareja, marido o amiga resulta mejor aplicarse el dicho de “en boca cerrada no entran moscas”.