David Rubín, amo y señor del cómic

David Rubín

Por estos días, Praga se rinde al llamado noveno arte. En distintos puntos de la capital checa se celebra el KomiksFEST 2009, que se clausura este sábado. Y una de las estrellas extranjeras invitadas es el dibujante gallego David Rubín, quien con publicaciones en distintas revistas, con varios libros de su autoría, un largometraje de animación y otro en ciernes, ya es una de las figuras más relevantes del género a nivel europeo.

David Rubín
Varios son los motivos por los que el dibujante español David Rubín está en Praga. Vino como una de las figuras extranjeras del KomiksFEST, el festival de cómic checo, pero no solo eso. Además, está aquí para estrenar en sociedad su libro ‘La Tetería del Oso Malayo’, traducido al checo.

También para mostrar su largometraje animado ‘Espíritu del Bosque’, que codirigió con Juan Carlos Pena. Además, ha aprovechado para inaugurar la exposición ‘Té, Sangre y Pasión: los Mundos de David Rubín’, en el Instituto Cervantes de Praga.

Y, por último, pero no menos importante, para dialogar con su público checo en la conferencia ‘Cómo ser autor de tebeos y no morir en el intento’.

Así que, en conversación con Radio Praga, lo primero que le preguntamos es por esa rara mezcla de té, sangre y pasión, que da título a su exposición.

“Té en principio porque el libro mío que se publica aquí en Chequia es ‘La Tetería del Oso Malayo’, así se titula. Sangre porque en mis tebeos, aunque no suelen ser sangrientos, para nada, en determinados momentos sí que hay en ellos grandes momentos de violencia. No de una violencia física, no de una violencia explícita, pero sí de una violencia interior, violencia anímica. Y pasión pues por la pasión que meto en mi trabajo cuando me pongo delante de la hoja en blanco y la pasión que intento ojalá transmitir a la gente mediante la lectura de mi obra”.

Por estos días, David Rubín trabaja intensamente en su segundo largometraje, ‘Holy Night’, que debería estrenarse en 2010. Y desde esa dualidad de dibujante y cineasta, habla de las diferencias entre el cine y el cómic.

“La relación es muy cercana pero no es igual. Hay veces que veo películas que intentan hacer que se parezcan a un cómic o algo así y no terminan de gustarme, me chocan bastante. Y cómic que quieren parecerse demasiado a películas y lo que terminan pareciendo más es un storyboard que un cómic en sí. Yo creo que son medios que sí, son similares, tienen muchas cosas en común, porque los dos se apoyan principalmente en lo visual y en la secuencia pero son más primos que hermanos, no son tan parecidos como a simple vista pueda parecer”.

En ese sentido, sostiene que es en el cómic donde disfruta de toda la libertad que necesita un artista.

David Rubín
“Para mi sorpresa, cuando me pongo a hacer tebeos no estoy pensando en la gente que los va a leer, estoy pensando en mí, en que tiene que quedar bien, como yo quiero que quede. Quiero hacer la historia que a mí me gustaría leer como lector. Y así como en cine tengo que estar todo el tiempo pensando en tal espectador, tal otro, esto puede molestar, esto no sé qué, esto tal, el productor no sé qué… Hay mil cosas ahí, mil factores. Aquí yo soy amo y señor, entonces, pues la verdad cuando creo no me preocupo lo más mínimo”.

Lo único que le preocupa a David Rubín a la hora de dibujar es que la historia sea divertida. Y ‘La Tetería del Oso Malayo’ cumple esa condición.

David Rubín,  autorretrato
“Son diferentes historias cortas pero en todas ellas aparecen los mismos personajes, los mismos lugares, y en todas ella hay un nexo de unión, que es esta tetería del título y el oso que la regenta, Sigfrido, que es una especie de oso tabernero que utiliza esta tetería no solo como un local donde poder ir a tomarte un café, un licor, un té, sino también como una especie de consultorio sicoanímico, algo así, la gente entra allí con sus problemas y a veces con la ayuda de este oso o a veces simplemente por sí solos consiguen salir de ellos. O si no salen de ellos, al menos aprenden un poco a sobrellevarlos, o aprender a enfrentarse un poquito mejor a la vida”.

David Rubín, a los 32 años, vive por y para el cómic. Cuando comenzó en esto, muchos le advirtieron que era muy difícil ganarse la vida dibujando historietas. Pero él es la prueba fehaciente de que se puede ser autor de tebeos sin morir en el intento.