El Museo de los Oficios de Letohrad: un viaje al pasado
Si desean conocer el modo de vida y trabajo de los checos durante el siglo XIX y principios del XX, les invitamos a visitar la localidad de Letohrad, en Bohemia Oriental. Allí se encuentra el Museo de los Oficios, con la réplica de una aldea, de una clase escolar y donde se expone asimismo un sinnúmero de máquinas e instrumentos utilizados en unos 50 oficios entre 1840 y 1930 aproximadamente, en los territorios checos.
Especialmente importante es el Museo de los Oficios, uno de los más grandes de su género en Europa. Ocupa unos 720 metros cuadrados y surgió mediante la reconstrucción de una antigua finca llamada Nový Dvůr, del año 1750, incluida en el patrimonio inmueble nacional, según cuenta su director y administrador, Pavel Tacl.
“Cuando a mediados de los 90 tuvimos la idea de crear un museo de oficios antiguos y artesanía, se nos ocurrió de inmediato instalarlo en los establecimientos de la antigua finca local. No obstante, debido a que el edificio, así como sus dependencias, son de estilo barroco y son protegidas por el Estado, tuvimos que proceder con máximo cuidado durante la reconstrucción del inmueble. Las máquinas y los instrumentos los fuimos reuniendo de a poco por Bohemia nororiental especialmente. La idea inicial fue adquiriendo así un marco concreto”.Tacl, junto a unos colegas visitaron entonces un sinnúmero de antiguos talleres que ya han sido cerrados y cuyos propietarios se alegraron de que los instrumentos y máquinas en desuso continuarán aportando algún provecho.
El Museo de los Oficios fue abierto en mayo del año 2000. Sus exposiciones ocupan los tres pisos del edificio central de la antigua granja. Algunas muestras se encuentran también en otros establecimientos que forman parte del rancho.
El visitante de la exposición puede hacerse una clara idea de cómo se fabricaba antaño el jabón, cómo las amas de casa lavaban la ropa, cómo trabajaba un relojero, un tallista, un zapatero, un sastre, molinero, estufista, ladrillero, etc.La mayoría de los artefactos expuestos en el lugar son de tamaño relativamente pequeño, pero, las colecciones del museo siguen ampliándose y últimamente le fueron ofrecidas al museo varias máquinas de gran tamaño y peso, como dice Pavel Tacl.
”Nos han ofrecido máquinas de antiguos talleres que pesan una cuantas toneladas y tienen varios metros de longitud. En algunos casos se trata de máquinas únicas en el país. Se trata por ejemplo de máquinas para el procesamiento de la lana de las ovejas que actualmente ya nadie utiliza, pero que son tan hermosas, que sería una lástima echarlas a la basura. Unas 10 máquinas de gran tamaño, entre ellas una tipográfica, las instalaremos en un próximo futuro en otro de los edificios del rancho”.La aplastante mayoría de las máquinas e instrumentos instalados en el Museo de los Oficios en Letohrad siguen siendo plenamente funcionales, como hemos podido comprobar con una máquina para engrosar madera que data del siglo XIX.
Los visitantes tienen permitido tocar los objetos expuestos en el museo y bajo la supervisión de algún guía local, también pueden poner en funcionamiento las máquinas, afirma Pavel Tacl.
”No le prohibimos a nadie tocar los piezas en la muestra, pero los visitantes deben tener en cuenta que algunas máquinas pueden ser peligrosas para ellos si no saben manejarlas. Muchos turistas también cogen un instrumento de una exposición y lo dejan luego en otra, donde no tiene nada que ver con la profesión que allí se muestra. Eso lo hacen especialmente los escolares, pero no nos quejamos, ya que queremos que sigan visitándonos y amplíen sus conocimientos de la historia”.Además del proyecto para instalar en el museo también máquinas de gran tamaño, Pavel Tacl desearía acercar a los visitantes también otras profesiones que antes fueron típicas en la región al pie de los Montes Orlické.
”En la región de los Montes Orlické había en el pasado varios talleres cristaleros, pero en el museo tenemos sólo unas diez muestras o fragmentos de productos de cristal o instrumentos cristaleros. Los habitantes locales se habían dedicado asimismo a tejer, especialmente en invierno, a fabricar cepillos o a tallar pesebres de madera. Mucha gente nos ha ofrecido muestras de ese tipo de artículos para instalarlos en el museo, pero el problema es que la mayoría son tan antiguos, que se descomponen antes de que logremos trasladarlos”. En una de las salas del museo hemos descubierto un taller con formas y máquinas en las que antiguamente se fabricaban flores artificiales. Éstas se utilizaban tanto para la decoración de los hogares como para adornar con ellas trajes típicos nacionales, recalcó Pavel Tacl.”Disponemos de más de 100 instrumentos para la fabricación de flores artificiales. Es una colección única de su género que proviene de la cercana localidad de Hronov y que difícilmente encontrarían hoy en otro lugar. Lamentablemente, las máquinas están fuera de funcionamiento, pero queremos arreglarlas para intentar hacer flores artificiales con los visitantes del museo. Es un trabajo difícil que requiere mucha paciencia porque por ejemplo, para la decoración de un traje típico popular se necesitan unas 200 flores diminutas. Su fabricación hoy con estas tecnologías resultaría demasiado cara”.
Según cuenta Pavel Tacl, durante los trabajos de reconstrucción de la finca de Nový Dvůr, fue hallado en el lugar un antiguo trineo que, según averiguaron, había pertenecido a Napoleón Bonaparte.Se trata de un típico trineo ruso que Napoleón adquirió en 1812 después de que sus tropas fueron derrotadas por las rusas y él, en medio del invierno, huía de regreso a Francia. Por el camino se detuvo en Polonia y Alemania y en este último país cambió de medio de transporte.
“Años más tarde, el ‘trineo de Napoleón’ fue trasladado a Letohrad, antiguamente llamado Kyšperk, por el príncipe de Sajonia Pedro Marcolini-Feretti, en cuya propiedad se encontraban entonces amplios terrenos en Bohemia Oriental. O sea que el príncipe Marcolini comenzó con la colección de trofeos en este lugar. Actualmente el trineo se encuentra en el cercano Museo Municipal de Letohrad”.Pero en el Museo de los Oficios hay otras cosas interesantes para ver. Por ejemplo, en el segundo piso es posible enterarse cómo se vivía en una aldea checa hace 100 años, gracias a una réplica de un pequeño pueblo. Y al lado hay una exposición de molinería que presenta fragmentos de varios molinos antiguos y otras máquinas utilizadas en esa profesión.
Más adelante entramos en una panadería donde, además de una mesa especial y un gran horno para la preparación del pan, conservan un certificado de calificación en el oficio de panadero que data del año 1813.Para que se hagan igualmente una idea de la enseñanza en el campo checo hace unos 100 años, recomendamos visitar todavía una habitación concebida como una clase escolar. Ésta exposición es más reciente y se encuentra situada en un edificio aparte.
Hay allí mesas y sillas de madera, tablas de madera para escribir, así como dibujos y cuadros que servían de decoración. En el edificio se exponen asimismo muestras de los típicos trajes populares de varias regiones del país. El recorrido por el museo termina en una sala dedicada a la típica fauna de la República Checa. Hay allí unos 120 animales, aves y peces disecados que están situados en un ambiente que hace recordar la naturaleza viva.
Fotos: Archivo del Museo de los Oficios