Unidas por vocación, separadas por inquietud

Elisabeth Cazorla y Florencia Battagliero

Elisabeth Cazorla y Florencia Battagliero comparten vocación, ambas provienen de Valencia y estudian filología hispánica. En España acudían cada día a clase sin conocer la existencia de la otra y unos años después se han conocido al elegir el mismo destino Erasmus, la bella ciudad de Praga.

Elisabeth Cazorla y Florencia Battagliero
“Bueno, pues a Praga nos trajo una beca Erasmus que no sabíamos si pedir o no mi compañera de carrera y yo, y que al final decidimos que era un buen destino para aprender nuevos idiomas, culturas, conocer gente y vivir un año diferente a lo que hacemos habitualmente”.

Por su parte, Florencia Battagliero, de origen argentino, también llegó a la capital checa con ganas de vivir nuevas experiencias.

“Nací en Argentina pero vivo desde hace 10 años en Valencia, y ahora estoy de Erasmus en Praga. Elegí Praga porque me lo recomendó el coordinador ya que estoy interesada en la línea de la literatura, y me lo recomendaron porque aquí hay muy buenos profesionales, muy buenos especialistas”.

Ambas coinciden en las primeras impresiones y en las primeras dificultades que encontraron al llegar a Praga, donde ya llevan seis meses. Elisabeth comenta algunas de esas dificultades.

Praga
“Al principio cuando llegamos era todo bastante difícil sin tener el carnet de estudiante de Praga, porque claro, no podíamos tener Internet, no podíamos sacarnos la tarjeta de transporte, no podíamos hacer nada, no éramos nadie, hasta que lo sacamos. Bueno, tardamos bastante porque además era todo bastante complicado a pesar de que en la Facultad nos lo explicaban todo. Hasta que pudimos hacerlo todo bien nos costó bastante. Y bueno aprendernos las líneas de transporte, no equivocarnos de tranvías y de trenes también nos costó pero ya somos unas checas más en ese aspecto”.

Por otro lado muchas son las ventajas que les ha aportado la ciudad de Praga, tanto Elisabeth como Florencia están de acuerdo en que existe una gran oferta cultural, la cual les permite enriquecerse. Florencia entrega más detalles.

“Me gusta porque la oferta cultural es muy amplia, es una ciudad que cuida y que mima cada expresión artística, no solamente de la pintura, la música, sino también el teatro, yo he hecho teatro desde que tengo uso de razón y me encanta que este se fomente”.

Dicen además haber encontrado muchas diferencias entre Valencia y la metrópolis checa, como agrega Elisabeth.

“Es evidente el cambio climático, aquí hace bastante más frío que allí, pero aun así, no sé me gusta ver que sale el sol, nos sale a todos los españoles una sonrisa en la cara, y bueno también diferencias sobre todo en oferta cultural, vemos que por ejemplo podemos ir un día entre semana a la ópera, al ballet por precios realmente que son módicos, porque en Valencia por ejemplo vas un día al ballet o a la ópera y te puede costar 80 euros tranquilamente y no es nada del otro mundo lo que vas a ver, en cambio aquí ves gente que está toda su vida haciendo ballet o cantando, y que realmente pues son compañías importantes y que estás pagando prácticamente nada por ir a verlos, y eso es todo un plus para Praga”

Después de clase, ellas separan sus caminos. Se dedican a diferentes actividades. Florencia ejerce de niñera.

“Cuido dos familias, una es española, y en la otra la madre es mexicana y el padre sueco, como son de diferentes nacionalidades en su casa hablan inglés, entonces eso me permite, practicarlo”. Mientras Florencia trabaja, Elisabeth recibe clases de violonchelo.

“Toco el chelo desde los 12 años, y pensé que sería una buena idea traérmelo a Praga ya que iba a estar aquí un año viviendo, y aprender cosas diferentes de profesores que no son los que habitualmente tengo y además de aprender en otra lengua que no es la mía, y claro, más aquí en Praga que todo el mundo sabe algo de arte. Además me va a servir en un futuro seguro, el haber estado aquí tocando con otra gente”.

Además cada una vive el día a día de diferentes maneras, Flor vive en una residencia de estudiantes alejada de la ciudad. Por su parte, Elisabeth después de vivir allí durante el primer cuatrimestre decidió marcharse a un piso de estudiantes para así estar más cerca de la universidad y del centro. Florencia dice estar en su salsa en Praga, pues le seduce mucho el estructuralismo checo, y sus vertientes literarias, y aquí es la cuna de Kafka.

Aunque piensa que hace mucho frío, ella ve la ciudad como de paso, para vivir una etapa. Aun así dice estar viviendo un año increíble. En cambio a Elisabeth no le importaría volver al terminar la carrera.

“Tal vez, porque he averiguado que hay colegios de habla bilingüe checo-español y porque no, aprendiendo algo de checo, siempre estaría bien enseñar español a gente que lo aprende como una segunda lengua, que siempre están más interesados”

Un mismo motivo las trajo aquí, aunque muchas sean las disparidades existentes entre ellas. Algo que no les ha sido un problema para entablar una buenísima relación que seguro que durará a lo largo de los años, pues es lo que tiene el Erasmus, que crea grandes amistades.