Borrachos, mendigos, locos y prostitutas en el objetivo de la cámara

Foto: Kristýna Maková

Personas procedentes de las capas más bajas, capturadas en situaciones más o menos cotidianas, protagonizan la actual exposición de un reconocido fotógrafo checo, Jaroslav Kučera.

Jaroslav Kučera,  foto: archivo de Jaroslav Kučera
Indigentes, mendigos, prostitutas, gente de vida intrincada o personas desconocidas de la calle. Durante sus 45 años de carrera profesional, el fotógrafo checo Jaroslav Kučera conoció a toda una larga serie de personajes en los márgenes de la sociedad, que no pudo sino inmortalizar con su cámara. Ahora los visitantes de la exposición ‘Cómo me encontré con Gente’ podrán descubrir, a través de más de 300 imágenes, este estudio de lo más bajo de la sociedad checoslovaca de la segunda mitad del siglo XX.

Las fotografías, que documentan la trayectoria profesional de Kučera desde sus primeros trabajos hasta la actualidad, vienen acompañadas de breves comentarios del autor que cuentan, a veces con grandes cargas de cinismo o acidez, las circunstancias de la foto o la situación que atravesaban en aquel momento algunos de los protagonistas.

Kučera captó especialmente el auténtico ambiente checoslovaco a partir de los años 70 del siglo XX, en la época de “normalización” cuando el país volvió el régimen comunista en su forma más estricta. La vida social quedó documentada en diversos espacios como las calles y tabernas praguenses, residencias estudiantiles, manicomios, cárceles o colectividades de fiestas comunistas.

Foto: Kristýna Maková
Tampoco falta una cruenta serie de instantáneas que documentan la vida en lo que fueron los Sudetes o la documentación gráfica de un viaje que Kučera hizo a la Moldavia comunista.

La fama le llegó a Kučera inmediatamente tras el cambio de régimen, gracias a las fotos tomadas en importantes acontecimientos sociales como fueron la Revolución de Terciopelo de 1989, que acabó con el comunismo en Checoslovaquia, o las fuertes protestas anti globalización efecutadas a principios de siglo en las calles de la capital checa. Precisamente fue también durante una protesta callejera cuando Kučera tomó la decisión de convertirse en un fotógrafo profesional.

“Durante las manifestaciones efectuadas tras el primer aniversario de la ocupación soviética de Checoslovaquia de 1968, fui detenido por las tropas del Pacto de Varsovia. Aunque me acusaron de otro delito, puesto que durante la protesta se lanzaban objetos y se gritaban insultos, era evidente que me detuvieron por haber sacado fotos. Y fue luego en la cárcel donde decidí dedicar mi vida laboral a la fotografía”.

Foto: Kristýna Maková
Lo que más caracteriza sus imágenes, son los tipos de personas que Kučera escoge de protagonistas. Un amigo suyo, Dušan Veselý, comentó que “los que visten camisas limpias a diario, andan con cartera en la mano y pagan los impuestos a tiempo, nunca aparecerán ante su cámara. Sin embargo, las personas que huelen a aguardiente barato y toda su casa entra en una bolsa de plástico, probablemente llamen la atención de su objetivo”.

Kučera suele sacar imágenes de individuos procedentes de los márgenes de la sociedad, en situaciones más o menos cotidianas. Algunas fotos reflejan la cruda realidad callejera, causan emociones, hacen reflexionar sobre la vida o pensar en las historias de las personas fotografiadas, pero también hacen reír y sacan a la luz los recuerdos de diferentes épocas.

Jaroslav Kučera nos cuenta por qué decidió dedicar su carrera a la fotografía social. “Este tema me ha llamado la atención desde el mismo principio. Puede que lo provocara parcialmente la película ítalo-británica ‘Deseo de una mañana de verano’ dirigida por Michelangelo Antonioni y basada en el relato de Julio Cortázar ‘Las babas del diablo’. La película retrata la vida de artistas rodeados de la cultura pop-art y refleja su modo de vida liberada. El protagonista es un fotógrafo y lo que más me fascinó de su producción fueron las fotos sacadas en hospicios para pobres o residencias de ancianos”, resaltó.

Foto: Kristýna Maková
Kučera no se considera un reportero, más bien denomina su trabajo como creación fotográfica de contacto social, estimulada también por el gusto de conocer y hablar con la gente. El artista nos cuenta si se da el mismo gusto también por parte de los protagonistas de sus fotos.

“Las imágenes de la gente las tomo tanto antes como después de hablar con ella. De vez en cuando pasa que se ponen a insultarme, pero muy raras veces me encontré en la situación de que me obligaran a sacar el carrete de la cámara. Siempre depende de cómo se llegue a un acuerdo con ellos. Y ese trabajo me encanta, sobre todo, porque la gente me suele contar historias de su vida”.

La exhibición de fotografías de Jaroslav Kučera que ilustran casi medio siglo de la realidad checa, se efectúa hasta el 18 de agosto en el Ala Teresiana del Antiguo Palacio Real del Castillo de Praga.