Un estudiante checo vivirá en Chile un año con motivo del centenario de la AFS
La asociación internacional de intercambio estudiantil AFS regala para celebrar su siglo de vida un total de 100 becas por todo el mundo. En Chequia un estudiante de secundaria podrá estudiar y vivir en Chile durante un año. La República Checa a su vez recibirá a un muchacho de Brasil.
De esta forma, cualquier estudiante de secundaria de entre 15 y 17 años puede presentar su solicitud y optar a vivir una experiencia única en Latinoamérica por el precio simbólico de 1.400 euros, cuando la estancia tiene un precio real más de 5.000 euros. La encargada del proceso, Tereza Strmisková, nos da más detalles.
“Con esta beca un estudiante de la República Checa tendrá la oportunidad de estudiar y vivir en Chile un año por muy poco dinero, por una contribución simbólica. Esto fue elegido por AFS International, la organización materna que nos junta a todos por todo el mundo. Son 100 becas por todo el mundo, igual que un estudiante checo se va a Chile con una beca tan grande, pues viene alguien de Brasil a la República Checa a estudiar con una beca y vivir con una familia anfitriona”.Con el propósito de difundir la beca y llegar al máximo número de interesados, la rama checa de AFS ofrece este jueves la proyección de la película chilena ‘No’, de Pablo Larraín y protagonizada por Gabriel García Bernal, en el Instituto Cervantes de Praga.
Intercambio de vivencias entre checos e hispanohablantes
AFS es relativamente fuerte en la República Checa. En 2014 llegaron en el marco de sus programas de intercambio 72 estudiantes extranjeros al país, y salieron a estudiar fuera 50 adolescentes checos. Resulta interesante asimismo la cantidad de lazos que estas estancias estudiantiles establecen entre Chequia y los países de habla hispana. El año pasado 9 jóvenes checos disfrutaron de la experiencia de cumplir un intercambio en España, Argentina, Costa Rica y Chile. Al mismo tiempo llegaron a Chequia 20 estudiantes iberoamericanos, procedentes de Chile, México, Paraguay, Espana, Argentina, Honduras, Venezuela, Répública Dominicana, Portugal y Brasil.
Si hablamos en concreto de España, sorprendentemente el interés mutuo es menor de lo esperado, siendo una razón clave el idioma, comenta Strmisková.
“Lo de España es particular, porque se hablan varios idiomas, y no todos los estudiantes se atreven a ir a España. Quieren practicar español, quieren aprender la cultura, que es muy rica, y la amplitud de los idiomas es parte de la cultura, así que hay estudiantes que se atreven y que pueden arriesgar que terminan, no lo pienso mal, en el País Vasco estudiando en vasco, o en Cataluña, en catalán, en Valencia, Galicia. Hay estudiantes, pero el interés de estudiantes de España por Chequia no es tan grande. Pero este año sí que tenemos un estudiante de España, después de tiempo, creo yo”.Saltar al otro lado del charco también genera vértigo en los estudiantes checos, aunque al mismo tiempo hace que aumente la sensación de aventura.
“A la América Latina uno tiene que atreverse un poco, no solo por la distancia geográfica, sino también la cultural. Porque aunque estuvieras en España, siempre sigues estando en Europa, y la cultura es muy distinta, pero de alguna manera se puede entrar más fácilmente. Pero cuando te encuentras en un continente distinto, y en una cultura muy muy distinta, pues tienes que buscar la vía para entenderla, tienes que abrirte mucho, no solo tener la mente muy abierta, sino hacer un esfuerzo, diría yo. Así que es más exótico, por supuesto, y tenemos estudiantes estos días en Chile, en Costa Rica, en Argentina”.
Exótica es también para los muchachos latinoamericanos, por supuesto, la República Checa. Strmisková destaca ante todo el aire fresco que traen consigo y el enriquecimiento cultural que suponen para los centros escolares y sobre todo para las familias de acogida.
“Le llamamos el grupo latino, y son los que siempre tocan instrumentos, bailan y cantan en las reuniones, y son los que tienen más temperamento. Es muy curioso. Imagínate una familia corriente checa, y luego llega un latino. El estilo, el modo de vida de la familia, cambia, y creo que eso enriquece mucho. El estudiante te está enseñando aquí en Chequia otro punto de vista sobre la vida y sobre el mundo”.
Un siglo de voluntariado
La organización AFS nació en plena I Guerra Mundial, fundada por norteamericanos combatientes en Europa con el propósito de trasladar de la mejor manera posible a los heridos de los campos de batalla a los hospitales. No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando la organización comenzó de pleno con la actividad que la caracteriza hoy en día: el envío de adolescentes a cursar estudios en el extranjero, residiendo en el seno de una familia local. Tereza Strmisková resume así el sentido de estas actividades.
“Los jóvenes, con sus 16, 17, 18 años, están cruzando fronteras para conocer otra cultura, para conocerse a sí mismos, también, para tener la experiencia más grande de su vida. Eso es lo más importante, que se conocen, conocen nuevas culturas, están más abiertos a nuevas influencias, a nuevas cosas. Lo básico que hay detrás de todo eso, como dijo uno de los participantes de la guerra, es que para dejar de luchar tenemos que conocernos unos a otros”.Con el tiempo AFS ha crecido hasta convertirse en la segunda organización internacional, después de la Cruz Roja, en cuanto a número de voluntarios: más de 45.000, la mayoría familias dispuestas a acoger gratuitamente a un chico extranjero en su casa durante un periodo lectivo.
En la República Checa los 40 años de comunismo supusieron un paréntesis en el desarrollo de la rama local de AFS, explica Strmisková.
“El primer intercambio fue justo después de la Segunda Guerra Mundial. Tres estudiantes se fueron a los Estados Unidos para estudiar allá con AFS. Luego la historia que tenemos, el comunismo, no dejó que funcionara la organización. Esas tres personas que vivieron el intercambio allí en Estados Unidos montaron realmente la organización que ahora está funcionando. Tenemos solo 20 años en la República Checa”.
Actualmente el número de voluntarios de American Field Service en la República Checa asciende a 200 personas.