El presidente chino negocia en Chequia nuevas inversiones
El presidente chino, Xi Jinping, se halla de visita oficial por primera vez en la República Checa. Su objetivo es intensificar las relaciones económicas entre los dos países y allanar el camino para una nueva ola de inversiones. Contra su llegada han protestado varios grupos de activistas, que reprochan a China la ocupación del Tíbet y sus violaciones de los derechos humanos.
Se trata sobre todo de definir el papel de Chequia en la iniciativa Ruta de la Seda, que establecería una nueva ruta comercial terrestre entre Asia y Europa, el desembarco de más entidades bancarias chinas, siguiendo el reciente ejemplo del Bank of China, y la puesta en marcha de una nueva conexión aérea, así como la firma de varios memorandos de colaboración entre empresas chinas y checas. Con Jinping han aterrizado en Praga para este objetivo 30 representantes de la élite empresarial del país.
Entre los acuerdos a firmar destaca el de materia nuclear, que sellarán la compañía checa de titularidad pública ČEZ y la China General Nuclear Power. La parte checa facilitaría a sus socios chinos las licencias necesarias para participar en licitaciones públicas en la Unión Europea.Las inversiones chinas, que podrían alcanzar los 1.600 millones de euros en los próximos años, según la oficina presidencial, se esperan sobre todo en el sector de la industria transformadora, aunque no únicamente. El presidente Zeman, por ejemplo, tratará de involucrar a la parte china en su idea de construir un canal que una los ríos Oder, Elba y Danubio para crear una vía de comunicación norte-sur con Alemania y Austria.
Interés económico o derechos humanos
El jefe de Estado checo, con dos visitas a China en lo que va de mandato, se encuentra entre los principales promotores del acercamiento entre Chequia y la potencia asiática. En una entrevista para la televisión china CCTV, Zeman ha asegurado que esta nueva orientación del país resulta de su mayor independencia respecto a Estados Unidos y a la Unión Europea, alcanzada tras la caída del gobierno de centro-derecha de Petr Nečas.“Había una relación muy mala entre China y el anterior Gobierno de la República Checa, ya que este gabinete era muy sumiso y sensible a las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea. Ahora somos otra vez un país independiente y formulamos una política exterior basada en nuestros propios intereses nacionales. Y no interferimos en los asuntos internos de ningún otro país”.
Efectivamente, en su actual política exterior la República Checa se abstiene de criticar las violaciones de los derechos humanos cometidas por el régimen chino y en 2014 reconoció en un memorando la integridad territorial del país, renunciando así a la defensa de los intereses del Tíbet o de Taiwan.A pie de calle la República Checa no es sin embargo tan aquiescente con la situación interna de China. La llegada de Xi Jinping y el paso de su comitiva por Praga ha venido marcada por incidentes como la destrucción de algunas de las banderas chinas izadas en las calles, la exhibición de banderas tibetanas o incluso de un gran cartel del Dalái Lama con Václav Havel que unos turistas chinos se aprestaron a ocultar con una gran bandera checa. También se registró una reyerta entre activistas chinos y checos que requirió la intervención de la Policía.
Y es que mientras que el actual gobierno checo, formado principalmente por los socialdemócratas y el movimiento ANO, de carácter más bien apolítico, mantiene una postura pragmática en las relaciones internacionales, la derecha del país, formada ideológicamente en la militancia anticomunista, antepone en el caso de China los principios al interés económico. De acuerdo con una encuesta de la agencia Median, la proporción de checos que dan la bienvenida a las inversiones chinas y los que las rechazan es exactamente la misma, el 32%. El 64% coincide sin embargo en que el dinero chino no justifica una posición acrítica, explica el sociólogo de Median Daniel Prokop.“Lo único en lo que los dos grupos están de acuerdo es que la República Checa no debería renunciar a la crítica ante las violaciones de los derechos humanos en China solo a causa de las inversiones. Es lo que piensa la mayoría de la gente que da la bienvenida a las inversiones y por supuesto la enorme mayoría de los que están en contra”.
La mayor parte del público encuestado, un 64%, cree que el desembarco de empresas chinas en el país puede amenazar a las compañías tradicionales checas, y el 58% cree que esto redundaría en la generación de puestos de trabajo mal pagados. La mitad opina que China ganaría así influencia política en la República Checa.La desconfianza se debe en parte a que no se sabe cuál va a ser la verdadera estrategia de los asiáticos, comenta el economista Lukáš Kovanda.
“De momento los chinos no han desvelado sus cartas. No está claro si vienen como inversores que compran activos sobre seguro, como clubes de fútbol o cervecerías, o si harán el papel de inversores estratégicos a largo plazo, que ven en Chequia una puerta de entrada a Europa, donde se involucrarán en la construcción de infraestructuras, lo que ya no es un activo seguro”.De acuerdo con el mismo sondeo, los checos consideran de alto riesgo las inversiones chinas en el sector bancario, en artículos de consumo, energía y sanidad. Por el contrario ven más beneficiosa la afluencia de dinero chino al sector del transporte e infraestructuras, así como en los deportes, aunque la mayor parte, un 31%, no cree que haya inversiones chinas que puedan resultar positivas.