Pasión por el cristal de Bohemia con Rebeca Huerta

Rebeca Huerta, foto: archivo de Rebeca Huerta

El vidrio, una materia que hoy todos conocemos de manera utilitaria y decorativa. En Bohemia, por los tiempos medievales, se descubrió la existencia de la materia prima para trabajarlo y, en consecuencia, se fueron desarrollando las técnicas para hacer de este un objeto útil o decorativo. Rebeca Huerta, una escultora mexicana, pasó una estancia de seis años en Chequia donde aprendió a trabajar con el vidrio. Radio Praga conversó con ella para indagar en la magia de dicho material.

Rebeca Huerta,  foto: archivo de Rebeca Huerta
Rebeca Huerta es originaria de Mérida, del estado de Yucatán, México. Estudió Escultura en el estado de Guanajuato, concretamente en la ciudad San Miguel de Allende. Después de salir de la universidad asistió a un curso de verano en una escuela en Seattle para descubrir el arte de esculpir otros materiales. Allí descubrió el material que la fascinó y con el que desde entonces no ha dejado de trabajar, el vidrio.

Por ser el vidrio un material de larguísima tradición en Chequia, Rebeca tuvo que pisar tierra checa en donde se encuentran algo así como los magos del vidrio, quienes han estado transmitiendo su conocimiento desde la Baja Edad Media. Su particular línea de estudio y su técnica es la que se desarrolló en Chequia hacia mediados del siglo XX y de la que ella misma nos habla.

"A partir del año 1952, más o menos, en Železný Brod se empezó a experimentar para desarrollar una técnica que permitiera constituir volúmenes de vidrio monumental. Se perfilaba la técnica para su aplicación en arquitectura principalmente, entonces se trataba de hacer relieves de vidro para insertarse en la arquitectura".

Todo ello fue a raíz de una inversión del Estado para generar industria. El mercado de alguna manera se expandió y el vidrio comenzó a comercializarse a grandes escalas para público general. Nos cuenta Rebeca que antes los hornos de fundición de vidrio solo los tenían las fábricas, así como el vidrio mismo. Ahora un artista puede comprarse un horno pequeño y hacer sus propias fundiciones.

"El vidrio siente, absorbe la energía de quien lo trabaja"

Para Rebeca, el arte de la escultura tiene propiedades que van mucho más allá de lo ornamental, nos comenta.

"Yo creo que la escultura es, por así decirlo, el albacea de la conciencia del artista o la entidad que guarda la conciencia, el pensamiento, la estructura lógica del artista. Entonces bueno, en ese sentido lo vinculo con las cualidades metafísicas del vidrio y bueno ya, me vuelvo un poco loca de la emoción".

Para los que sabemos poco de materiales y su transformación, el vidrio nos resulta simplemente un elemento más que asociamos a objetos de uso cotidiano como copas, espejos, joyas, vasijas, jarras, etc. cuyo poder se nos hace imperceptible a los sentidos. Por ello, le preguntamos a Rebeca por qué el vidrio y no otro material.

Rebeca Huerta,  foto: archivo de Rebeca Huerta
"Es ese no saber realmente qué va a hacer el vidrio, es una creencia y yo creo que así lo sentimos y lo creemos todos los que trabajamos con el vidrio de que el vidrio siente, absorbe la energía de quien lo trabaja. De alguna manera, el pensamiento se deposita en esa estructura desordenada y hace que se ordene de alguna manera, que se quede junta, que fluya, que se mueva de ciertas formas. Sí, yo creo que el vidrio siente y percibe la conciencia que lo está modificando".

Un poco en respuesta a cómo el vidrio se comporta una vez que está en las manos del artista, las obras de Rebeca Huerta presentan líneas que se trazan simbólicamente, arcos, partes cóncavas, convexas, espirales, verticales, etc. en las que se depositó alguna emoción o estado de conciencia. Algunos de sus títulos nos ilustran: 'Infinita primavera', 'Templanza', 'El templo del exilio' y 'Ésperame en el jardín'.

La cualidad divina de las esculturas es algo que Rebeca no solo ha experimentado por sí misma sino que lo comprende como una lectura cultural caraterística de algunas civilizaciones, como de aquella que habitó originariamente en tierras mexicanas.

"Porque la mayoría o casi todas, básicamente todas las esculturas prehispánicas mexicanas y probablemente de toda Latianomérica hacían uso de la escultura para darle un cuerpo a una entidad inmaterial. Entonces, esta corporeización digamos de lo inmaterial y su constitución divina o mágica o su cualidad de objeto funcional en términos energéticos me interesa y yo creo que sí, mis esculturas lo tienen".

Nuestra entrevistada parece haber encontrado la combinación idónea e insustituible entre un material bondadoso e intuitivo, el vidrio, y una disciplina que sabe bien reconocer esa bondad y es capaz de labrarla hasta encontrar un punto exacto de encuentro, la escultura.

Sincretismo entre arte y ciencia

Infinita primavera,  foto: archivo de Rebeca Huerta
Rebeca Huerta se define a sí misma como artista a pesar de que nos confiesa que le costó asumirse como tal, por temor a encasillarse en el término. Es de verdad una artista de oficio que tiene la fortuna de vivir de lo que le apasiona, pues muchas de sus piezas han logrado asentarse en un nuevo hogar. No obstante, hay dos piezas que no están a la venta y que mantiene como amuletos.

Respecto a los colores, Rebeca siente tanto respeto como debilidad por los tonos.

"Entonces los azules me cuestan trabajo, pero sí he usado a veces azules, pero no quedo del todo sabes como contenta con los azules. Yo con los rosas, con los rosas y los amarillos soy megafeliz. Yo soy un poco hiperactiva. Entonces es la potencia, son la luz, la afloración. Es una especie de sensación de plenitud la que producen".

En cuanto al color azul y su dificultad para usarlo, entre risas agrega "es que el azul del mar tropical... es que después de eso no hay nada mejor".

Cuando esta escultora habla de su oficio, parece haber en ella un sincretismo perfecto entre arte y ciencia. Así como nos habla del vidrio en términos emocionales, también lo hace desde una perspectiva casi científica.

Rebeca Huerta,  foto: archivo de Rebeca Huerta
"No se sabe describir físicamente con una fórmula el porqué es transparente. Es básicamente un enigma. Es un material también que tiene una estructura química compleja, que muchos han dado por llamarla desorganizada, desordenada porque no cristaliza, sino que es desordenada y nosotros, los que trabajamos con el vidrio, pues tenemos que darle un orden a esa estructura para que se quede junta. En eso son expertos los checos desde hace pues muchos siglos ya".

La tradición del cristal de Bohemia empezó en los años 1200, debido a la existencia en las montañas del norte de la madera necesaria como combustible para los hornos vidrieros. A raíz de eso generaciones enteras de la región se han dedicado a trabajarlo.

Rebeca nos cuenta que su rutina comienza a tempranas horas de la mañana en Málaga, donde reside ahora, y camina cinco kilómetros con su perra. Sus creaciones no son fruto de una inspiración momentánea.

"Es que es otra estructura mental, es que los pintores se paran frente al lienzo y claro, en ese momento empieza la acción, pero yo no. Yo llevo seis meses premeditando, planeando, presupuestando, agendando hornos, citas, y no sé qué para que después de seis meses tengamos una pieza terminada. Es otro rollo".

Rebeca sigue viniendo a Chequia para sesiones de trabajo en los talleres de Železný Brod, donde sigue aprendiendo y colaborando. En la República Checa está además haciendo las gestiones necesarias para futuras exhibiciones de su creación vidriera.

Autor: Ana Briceño
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