El 60% de los estudiantes checos de diplomatura no termina la carrera
Más de la mitad de los intentos de estudiar una diplomatura universitaria en Chequia acaba en fracaso. Hablamos con el especialista Šimon Stiburk sobre las causas y consecuencias del fenómeno.
Estudiar en la República Checa una diplomatura, es decir, una carrera de tres años, es en la mayor parte de los casos una historia sin final feliz. El 60% de los que comienzan uno de estos estudios, que suele ser de carácter técnico, acaba abandonándolos. En algunos casos, como la Facultad Técnica de la Universidad Agrícola Checa, el índice de fracaso llega al 90%.
Se trata de cifras bastante menores que los estudios de grado y máster, que rondan el 35 y el 20%, y de más importantes, si cabe, si tenemos en cuenta que el número de estudiantes de diplomatura es en Chequia diez veces mayor al de otro tipo de carreras universitarias.
La visión tradicional es que un alto número de abandonos habla de una carrera difícil y por tanto bien valorada. En realidad no se trata únicamente de una cuestión de dureza, subraya Šimon Stiburek, uno de los autores del reciente informe ‘Fracaso Estudiantil en las Escuelas Técnicas’.
“Creemos que un índice de fracaso de este calibre es una señal de falta de efectividad en el sistema. Y además está probado que en buena parte de los casos se abandonan los estudios no porque sean demasiado difíciles sino por otros motivos, como por ejemplo que el estudiante no percibe los estudios como relevantes, o no tienen la sensación de que les da algo con sentido, les aburre, no se sienten bien allí, y se van de la universidad, donde en otro caso podrían haber tenido éxito”.Las tiempos han cambiado, asegura Stiburek, y pocos estudiantes actuales son capaces de enfrentarse a la maquinaria burocrática, impersonal, pedagógicamente anticuada y poco motivadora que representan muchas universidades checas.
“El problema está en que la oferta de las universidades técnicas a menudo no responde a lo que esperan y desean los estudiantes. Además los estudiantes son ahora diferentes a cómo eran en los años 80 y 90, cuando el 15% entraba en la universidad. La situación era diferente y la estructura de las universidades también. Por otro lado hay que darse cuenta de que para las universidades enfrentarse a esto es bastante complicado: por un lado no existe una única solución universal, y por otro los centros no tienen los medios suficientes para individualizar y modernizar la enseñanza”.
Consecuencias económicas y sociales
El elevado índice de abandono de los estudios tiene, en primer lugar, una clara consecuencia económica. El Estado paga por unos estudiantes que finalmente no consiguen ningún título. Existen opiniones sin embargo que afirman que, por poco que alguien aprenda en la universidad, luego siempre podrá aplicarlo en su trabajo y conseguir mejores oportunidades.
No obstante la cuestión directamente económica es solo uno de los tres problemas. El segundo es el efecto sobre la economía en general, incide Stiburek.
“Hacen falta de forma desesperada trabajadores cualificados en el mercado de trabajo, sobre todo en los sectores técnicos, aunque no exclusivamente. Y en este sentido un abandono elevado de los estudios, sobre todo en las carreras técnicas, es un problema para los empresarios y para la economía nacional, que tiene problemas para transformarse en una economía basada en el conocimiento y las innovaciones”.Encabezan la lista de fracaso las diplomaturas de tecnología, ciencias naturales y agricultura. Las carreras humanistas y económicas se mueven en torno a un 40 y 50% de fracaso y las más accesibles resultan ser las sanitarias, pedagógicas, artísticas y de derecho, con abandonos de alrededor del 30% de los estudiantes. Psicología tiene el privilegio de ser la carrera con menos abandono: un 15%. Además de limitar el número de especialistas en ciertos campos, el abandono de los estudios tiene un efecto negativo de tipo social, prosigue Stiburek.
“El fracaso estudiantil, como han probado muchos estudios, se refleja normalmente sobre los estudiantes más desfavorecidos socialmente, los que no tienen tan buen trasfondo familiar, o no tienen recursos para pagarse los estudios, por ejemplo en Praga o en otras grandes ciudades, donde es bastante caro. Al final un índice alto de abandono de los estudios es una fuente de reproducción de las desigualdades sociales”.
La necesidad de motivar a los estudiantes
Para atajar el alto nivel de abandono de los estudios de diplomatura, en primer lugar hay que contar con la concienciación de las universidades. Aunque prima de momento la percepción tradicional del fenómeno, algo está cambiando, asegura Stiburek.
“La posición de cada universidad cambia, y hemos visto una evolución de su postura en los últimos años. Hace cinco años la mayoría de las universidades no consideraban el fracaso escolar como un problema. Al contrario, lo percibían como una señal de calidad, o como garantía de que los licenciados serían de alta calidad. En los últimos años esto está cambiando por varios motivos, y el más importante es que como resultado del desarrollo demográfico hay menos estudiantes, están entrando las generaciones con menos gente, y de repente los centros no pueden completar su capacidad. Debido al alto índice de abandono, tienen pocos estudiantes, y tienen por ello problemas para recabar fondos públicos o cumplir sus obligaciones con el Estado”.Además, los mayores contactos de las universidades con centros del extranjero hace que el profesorado y el personal académico se familiaricen con la visión que se tiene del problema en otros países.
Y es que Chequia está entre los países donde las diplomaturas resultan más correosas. Según datos de la OCDE del año 2013, la República Checa es el tercer país miembro, después de Estonia y Suecia, con mayor porcentaje de abandono en este tipo de estudios.
Soluciones hay muchas, y en cada país se han aplicado medidas diferentes, pero nada indica que lo que funciona para Francia o Alemania tenga sentido en Chequia, con una cultura universitaria y una sociedad distintas. Si hay una receta que podría funcionar, esa es según Stiburek, la motivación.“Trabajan poco para conseguir que el estudiante crea que puede conseguirlo, que será un trabajo duro, que costará mucho tiempo, pero que vale la pena, que tiene sentido, que aprenderán algo interesante, útil, y que gracias a eso obtendrán un buen trabajo, una carrera interesante. Y tampoco se esfuerzan en decir que en la universidad estará bien, que hará nuevos amigos, que los profesores pueden ser sus compañeros y pueden tener con ellos una relación de respeto y que no tiene por qué ser una guerra eterna. A estas cosas en la República Checa se ha dedicado poca gente, se ha hecho poco en esta dirección”.
En cualquier caso no son las diplomaturas los estudios universitarios de mayor abandono. Son superadas con creces por los doctorados. Solo un 35% de los candidatos concluyen su doctorado con éxito, aunque aquí las causas son distintas: bajos salarios y presión para que el doctorando dé clases, lo que le deja menos tiempo para el trabajo investigativo.