Masaryk amado y difamado

Tomáš Garrigue        Masaryk, foto: APF ČRo
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Padre de la nación checa, Presidente Libertador, pero también traidor del pueblo son algunas de las denominaciones que resonaban en relación al fundador de Checoslovaquia, Tomáš Garrigue Masaryk. Con motivo de los 170 años de su nacimiento, les invitamos a escuchar un espacio sobre la vida casi novelesca de uno de los mayores personajes de la historia checa.

Tomáš Garrigue Masaryk,  foto: APF ČRo
Tomáš Garrigue Masaryk | Foto: Library of Congress,  public domain

Una excelente labor diplomática, campañas persuasivas en el extranjero y la organización de las legiones checoslovacas fueron las contribuciones clave al nacimiento de Checoslovaquia. Este mérito se atribuye al profesor universitario Tomáš Garrigue Masaryk y a sus compañeros conocidos como los 'Hombres del 28 de octubre'.

Después de la Primera Guerra Mundial y de casi cuatro siglos del dominio austrohúngaro, Tomáš Garrigue Masaryk se convirtió por elección en el primer presidente checoslovaco. Así recordó su lucha por la libertad para la Radio Checa en ocasión del 10° aniversario del surgimiento de Checoslovaquia.

“Hace diez años que la nación redimida tomó la administración de sus asuntos. Se realizó una resistencia que no duró solamente cuatro, sino cien años. Una resistencia contra un gobierno ajeno y malicioso y en contra de la falta de libertad”.

Crítica al catolicismo

“Creó una red de confidentes políticos, incluso se habla de la existencia de un servicio secreto informal. Es interesante que era uno de los primeros presidentes conscientes de la fuerza de relaciones públicas como, por ejemplo, la comunicación con personas mayores, a quienes enviaba en ocasiones regalos. Igualmente se comunicaba con los niños o los obreros. Trabajaba ambiciosamente con todos estos grupos sociales”.

Jaroslav Šebek,  foto: Vendula Kosíková,  ČRo

Masaryk tenía 64 años cuando tomó las riendas del Estado. En ese momento cargaba a sus espaldas una abundante carrera política, pedagógica y editorial. Antes de ganarse el reconocimiento mundial, Masaryk se vio obligado a repeler varias olas de fuertes críticas. Una de las primeras y mayores polémicas vinculadas con su persona fue su postura crítica contra el catolicismo, comentó para la Radio Checa el historiador Jaroslav Šebek.

“Masaryk observaba en la Iglesia católica una contradicción entre los dogmas y los principios morales de la religión, así como entre el comportamiento de algunos clérigos. Veía que no seguían estos principios morales”.

El primer presidente checoslovaco consideraba el catolicismo como un pilar del absolutismo implementado por el Imperio Austrohúngaro. Por su parte, los checos eran para Masaryk un pueblo del reformador religioso Jan Hus, quien por su enseñanza fue quemado en 1415 en la hoguera y es considerado el precursor de la reforma protestante. A su vez, su legado representaba un fuerte pilar de la Checoslovaquia de Masaryk quien destacaba los valores de la verdad y la valentía.

La polémica sobre los manuscritos

Tomáš Garrigue Masaryk con su familia,  foto: ČT24

Otra ola de fuertes críticas fue provocada por la actitud de Masaryk en la polémica sobre la autenticidad de los manuscritos de Dvůr Králové y Zelená hora. Estos documentos con poemas en checo datados del Medievo fueron encontrados en el siglo XIX en pleno proceso del Renacimiento Nacional Checo cuyo objetivo era promover el idioma checo e impulsar al pueblo a una mayor conciencia nacional. Precisamente, la existencia de los manuscritos fortalecía el orgullo nacional. No obstante, varios intelectuales dudaron sobre su autenticidad y exigieron una investigación científica de su origen. Entre ellos estaba Masaryk. En los ojos de muchos nacionalistas checos activos en el Renacimiento se había convertido en un traidor a la patria. En los años sesenta del siglo XX, los manuscritos fueron sometidos a una investigación científica que demostró que se trataba de palimpsestos, es decir, manuscritos con restos de textos anteriores borrados para dar lugar a otro.

Críticas por la Hilsneriada

A finales del siglo XIX, la sociedad checa se vio sacudida por el caso conocido como Hilsneriada, un proceso con el joven judío Leopold Hilsner quien fue acusado de un asesinato ritual. Este hecho levantó en las Tierras Checas una inmensa ola de antisemitismo. Masaryk intervino en este caso rechazando la suposición de que se hubiera producido un crimen ritual. Su mediación contribuyó a que el veredicto fuera una una pena reducida contra el joven judío. Tras el proceso, Masaryk enfrentó una campaña en su contra que le hizo pensar en el exilio a EE.UU, país de origen de su esposa Charlotte Garrigue Masaryk. Finalmente decidió permanecer en el país. No obstante, su actitud en el caso de Hilsner dio origen a varias difamaciones difundidas aún mucho tiempo después de su muerte, relató a la Radio Checa el historiador Ivan Šedivý.

Charlotte Garrigue Masaryk

“Este caso fue el núcleo de rumores que aparecieron después de la Segunda Guerra Mundial. Se decía que Masaryk era hijo de un judío de una familia morava y que por este motivo ayudaba a los judíos y que ellos en recompensa lo apoyaron económicamente durante la Primera Guerra Mundial. Por mucho que digamos que la sociedad checa no es antisemita, creo que siempre lo ha sido. Obviamente, en la época moderna no han surgido pogromos como, por ejemplo, en Rusia, pero el antisemitismo existía, así que la actividad de Masaryk no era popular”.

Para Tomáš Garrigue Masaryk era típico expresar su opinión, aún a sabiendas de que algunos temas no eran precisamente populares entre la sociedad, opina Ivan Šedivý.

“Incluso diría que le entretenía difundir sus opiniones contrarias a las generalizadas. A diferencia de los políticos actuales cuya mayoría se rige por la opinión pública. No solo que no quieren intervenir en contra de la opinión pública, sino que incluso son capaces de cambiar de opinión al enterarse de que la sociedad no está a favor de la anterior”.

De acuerdo con el historiador Ivan Šedivý, Masaryk fortalecía conscientemente su autoridad presidencial.

“Creó una red de confidentes políticos, incluso se habla de la existencia de un servicio secreto informal. Es interesante que era uno de los primeros presidentes conscientes de la fuerza de relaciones públicas como, por ejemplo, la comunicación con personas mayores, a quienes enviaba en ocasiones regalos. Igualmente se comunicaba con los niños o los obreros. Trabajaba ambiciosamente con todos estos grupos sociales”.

El régimen comunista difundía que Masaryk había maltratado a los obreros. En los tiempos del totalitarismo, cuando se trataba de borrar su nombre de la historia derrumbando sus estatuas y cambiando los nombres de las plazas en su honor, apareció un texto que informaba sobre el asesinato de obreros que se habían manifestado a causa de la crisis económica. Los comunistas se inventaron esa mentira dentro de su propaganda en contra de los principios de la Primera República.

Una carrera política exitosa

Ivan Šedivý,  foto: archivo Karlova Univerzita

Masaryk cuidaba minuciosamente también su perfil moral, convencido de que un político no debía enriquecerse y tenía que mantener sus opiniones. Era partidario de un régimen republicano orientado políticamente a las potencias occidentales que habían contribuido a la desintegración del Imperio Austrohúngaro. En los difíciles tiempos que siguieron a la Primera Guerra Mundial, cuando muchos países tendían a regímenes totalitarios, Masaryk logró defender y fortalecer la democracia en su país. Ivan Šedivý valora la carrera presidencial de Masaryk como exitosa, con una excepción. “Creo que durante su presidencia, Checoslovaquia no logró integrarse en las estructuras que garantizarían su independencia, lo que se mostró en los años treinta como un gran problema”.

Masaryk fue elegido al cargo presidencial en cuatro ocasiones seguidas, la última vez en 1934. El año siguiente renunció por motivos de salud y el 14 de septiembre de 1937 falleció en el palacio de Lány.