Las secuelas de la declaración de la Primera República Checoslovaca

Declaración de la Primera República Checoslovaca, fuente: public domain

La declaración de la República Checoslovaca en 1918 no pasó sin problemas. Los políticos tuvieron que enfrentarse a reacciones negativas por parte de las minorías nacionales. Empezaron a surgir conflictos entre los líderes de la nación en términos de política e ideología.

Declaración de la Primera República Checoslovaca,  fuente: public domain

Además de que la República Checoslovaca primero tuvo que ser reconocida como un país independiente, pronto surgieron otros problemas que los políticos tenían que enfrentar desde el principio de su formación. En primer lugar, Europa estaba perturbada por la Primera Guerra Mundial, que dejó sus consecuencias en la sociedad checoslovaca, destaca el historiador Jaroslav Šebek.

Jaroslav Šebek,  foto: archivo Academia de Ciencias
“El entusiasmo del 28 de octubre no se produjo solo gracias al surgimiento de un estado independiente. La gente celebraba el final de la brutal guerra mundial que duró cuatro largos años. Al final de la guerra las personas no tenían nada para comer, la economía estaba en crisis, no había provisiones ni pisos disponibles. Estos fueron unos problemas muy graves que la República tuvo que solucionar”.

Otros problemas surgieron en relación a las minorías nacionales. La noticia de la independencia de Checoslovaquia no siempre fue acogida de una manera positiva, especialmente en las zonas fronterizas donde vivían las minorías alemanas y húngaras. La relación de los checoslovacos con los alemanes, por ejemplo, terminó en un conflicto agudizado.

“Para los alemanes la declaración de la independencia de Checoslovaquia fue un “shock”. De repente dejaron de ser una nación poderosa y hegemónica de la monarquía, y se encontraron en la posición de una minoría perteneciente al Estado Checoslovaco. El 30 de octubre de 1918, los diputados alemanes de las Tierras Checas, que habían sido elegidos al Parlamento austríaco, se establecieron como el Movimiento Nacional Alemán, y expresaron que simplemente no querían formar parte del nuevo estado”.

En octubre y a principios de noviembre de 1918 se crearon provincias separatistas en las regiones donde vivían los alemanes, particularmente en las zonas fronterizas.

El peor momento en las relaciones checo-alemanas ocurrió medio año después, el 4 de marzo de 1919, cuando durante manifestaciones de la población alemana murieron 50 civiles checoslovacos. La última de las provincias separatistas cayó bajo el control del Gobierno checoslovaco en diciembre de 1918, añade el profesor Ivan Šedivý del Instituto de Historia Checa en la Universidad Carolina.

Ivan Šedivý,  foto: archivo UCD FF UK
“Alemania proclamó las provincias como parte de la región Deutschösterreich. Estas fueron Süd Deutsch Mähren, Deutsch Böhmen, y Sudeten Land. Los legionarios tuvieron que aplicar fuerza militar para pacificar estas zonas”.

La República Checoslovaca también tuvo que defender sus fronteras contra Hungría, parte del territorio eslovaco quedó nuevamente bajo la influencia húngara. Aunque la expansión territorial de Hungría fue proclamada como una “revolución comunista”, lograron formar una zona separatista.

“Durante la primavera y el verano de 1919, Checoslovaquia tuvo que luchar contra los húngaros, contra la República Soviética Húngara. Para Hungría, no era aceptable la idea de rendirse. Hasta ese punto Eslovaquia no existía, era parte de Austria-Hungría. Hungría no estaba de acuerdo con el uso de la fuerza militar”.

El presidente de la Primera República, Tomáš Garrigue Masaryk, esperaba que en condiciones democráticas fuera posible resolver todos estos problemas en forma de discusión, y que la situación se calmara. Quería que los alemanes y húngaros se convirtieran en parte integral del nuevo estado, y que las minorías nacionales obtuvieran amplios derechos, destaca Šebek.

Tomáš Garrigue Masaryk | Foto: New York Public Library Archives
“Masaryk se oponía al exagerado nacionalismo checo. Quería de verdad seguir el camino de la discusión democrática. Sin embargo, la idea de la democracia no era tan popular en ese tiempo, a pesar del hecho de que llegó a afectar a todos los países centroeuropeos. Resultó que no todos los países europeos querían acoger la democracia después de la Primera Guerra Mundial”.

Según Šebek, Checoslovaquia tenía opiniones muy liberales en cuanto a la protección de las minorías. Por ejemplo, la minoría alemana disponía de sus propias escuelas y universidades, así que podía desarrollarse en el plano intelectual. Los problemas se originaban por el hecho de que muchos alemanes no ocupaban puestos públicos.

“Esto significa que, por ejemplo, en una ciudad fronteriza donde vivían solo alemanes, el puesto del jefe de correos lo ocupaba un checo. En otros pueblos había funcionarios checos que ni siquiera hablaban alemán”.

Los conflictos con la minoría alemana causaron graves problemas que el nuevo gobierno no lograba solucionar, y que resultaron en una tensión nacional en los años 30.

En general, la unión de más naciones era problemática. Fue necesario crear un conjunto más grande para que Checoslovaquia fuera reconocida como una república, ya que las potencias occidentales no querían que se formaran estados pequeños en Europa.

El proyecto político de Masaryk entonces estaba justificado, pero más tarde se mostró que las dos naciones de los checos y eslovacos no eran completamente compatibles.

“Los checos eran una nación industrial y fuertemente urbanizada. Eslovaquia era más agraria y rural, lo que suponía diferencias sociales y económicas entre las dos naciones. También había diferencias en la mentalidad. Los checos eran laicos, mientras que los eslovacos eran una gente religiosa”.

Estas diferencias posteriormente causaron el fortalecimiento de la conciencia nacional eslovaca, y el nacimiento de la idea de un estado independiente.