Leyendas sobre el Puente de Carlos
Hace casi 650 años que las aguas del río Vltava corren debajo del Puente de Carlos en Praga cuya primera piedra fue colocada por el emperador romanogermano y rey checo, Carlos IV, en la mágica fecha del 9 de julio de 1357. Cuando baja la noche sobre el puente medieval de Carlos, adornado con una galería de espléndidas estatuas barrocas, y se serena el ajetreo diurno, despiertan los ecos de las antiguas leyendas de los tiempos en que lo sobrenatural envolvía al hombre a cada paso. Escuchemos dos de ellas.
El nuevo maestro de obras era un joven muy diligente y capaz. Tras incorporarse al trabajo ordenó terminar los arcos, pero lo que se construía de día, el diablo lo derribaba en las horas nocturnas. El constructor percibió la intención del demonio de desbaratar la obra y cerró con él un pacto para que las obras pudieran continuar sin perturbaciones. El constructor asumió el compromiso de entregar al diablo el alma del primero que entrase en el puente una vez terminado. A partir de ese momento la construcción del puente avanzó y no se derrumbó ni un solo arco.
Se fijó el día en que el puente sería inaugurado y bendecido. El constructor ordenó a una patrulla apostada en el acesso al puente que no permitiera entrar a nadie. La medida formaba parte de su plan de engañar al diablo y eludir el cumplimiento del pacto.
El constructor había comprado un gallo al que guardó en una canasta en el interior de una de las torres que custodiaban el acceso al puente. El hombre quería soltar al gallo antes de ser bendecido el puente y de esta manera el gallo sería el primero en pisar la calzada de la obra terminada y así se liberaría el constructor del compromiso de entregar al diablo el alma de quien pisase primero el Puente de Carlos.El demonio no era ningún tonto. Descubrió el ardid y preparó una trampa, disfrazándose astutamente de auxiliar de albañil. En el disfraz llegó coriendo a la casa del constructor y jadeante le dijo a su joven esposa que su marido había sufrido en el Puente de Carlos un grave accidente.
La afligida mujer corrió al puente y ya que ninguno de los obreros osó detenerla, la desgraciada entró precipitadamente en el nuevo puente.Al ver la inminente perdición de su esposa, el constructor de la obra soltó al gallo... pero ya era tarde. La mujer desapareció ante los ojos del horrorizado esposo, que prorrumpió en llanto.
Desde aquel terrorífico suceso, siempre hacia la medianoche deambulaba por el Puente de Carlos el alma de la desdichada mujer en forma de una figura blanca, gimiendo tan lastimosamente que los transeúntes rezagados huían despavoridos.En cierta oportunidad pasaba por el Puente de Carlos un sencillo campesino que no se dejó amilanar por los desgarradores gemidos de la aparición. Al oír el llanto de la figura fantasmal le dijo: "¡Que Dios te ayude, almita, y que te dé la paz eterna!"
Apemas lo hubo dicho, el alma de la esposa de la desdichada mujer se elevó al cielo, cuyas puertas se le abrieron inmediatamente. El bondadoso y devoto hombre la salvó de la perdición, narra la leyenda.
El Puente de Carlos fue escenario de muchos sucesos singulares y memorables. Les contaremos una leyenda relacionada con la estatua de S. Juan Nepomuceno, que se yergue en el puente precisamente en el lugar desde el cual los esbirrros del rey Venceslao IV arrojaron al santo mártir al río Vltava.
En una aldea cercana a Praga vivía un campesino muy pobre. Tenía una prole numerosa, pero en el bosillo no le tilintaba un solo centavo. Por ser un hombre tan menesteroso, rezaba muy a menudo a S.Juan Nepomucemo rogando que el santo le ayudase a salir del atolladero. Habiendo rezado muchos años, una noche tuvo un sueño muy singular. Soñó con que a su camastro se había acercado S. Juan Nepomuceno dicidéndole:
"Vete a Praga y en el Puente de Carlos encontrarás pistas de un tesoro."El menesteroso padre obedeció. Una vez en el Puente de Carlos, empezó a recorrerlo de un extremo a otro...
Durante tres horas estuvo recorriendo el puente mirando ansiosamente a todos los lados para captar una señal, un indicio o una huella del tesoro prometido por S.Juan Nepomuceno. El extraño comportamiento del campesino llamó la atención de un soldado que patrullaba en el puente. Le preguntó entonces. "¿Qué estás buscando? ¿Estás esperando alguien?"
"Espero a quien me muestre el tesoro," respondió llanamente el campesino. Al escucharlo el soldado soltó una carcajada.Pero el campesino le dijo: " ¡No te rías!", y contó al soldado el sueño en el que S. Juan Nepomuceno le había prometido un tesoro.
Habiéndolo oído, el soldado dejó de reír y lleno de asombro dijo: "También yo soñé esta noche con S. Juan Nepomuceno que me consolaba en mi pobreza diciéndome: 'Vete a la aldea donde se alzan tres cruces sobre una roca. Busca la última casa del pueblo, rodeada por un pequeño huerto con un viejo manzano. Debajo del árbol está enterrado un tesoro que remediará tu pobreza'."
"Es mi casa, mi huerto y mi manzano,y las cruces se yerguen sobre nuestra aldea," exclamó asombrado el campesino. Ambos se fueron de prisa a la aldea donde vivía el campesino para averiguar si se cumplía lo que los sueños prometían.
Cavaron debajo del viejo manzano y efectivamente desenterraron una olla atiborrada de ducados. El soldado y el campesino se repartieron el tesoro, felices de zafarse de las garras de la pobreza.