Libice, escenario de un sangriento drama
Visitaremos la antigua sede de la estirpe principesca de los Slavník en Libice, escenario de un sangriento drama. Libice, situada a 50 kilómetros al este de Praga, es también cuna de S. Adalberto
El día de san Venceslao, en el año 995, Libice fue escenario de un sangriento ajuste de cuentas entre los Slavník y los Premislitas.
El poderío de los Slavník, cuyas posesiones se extendían en Bohemia Oriental, surgió en la segunda mitad del siglo X. El príncipe Slavník que lo fraguara falleció, según el cronista Kosmas, en el año 981. Su hijo Sobieslao no supo mantener buenas relaciones políticas con los príncipes Premislitas que se consideraban soberanos de Bohemia.
En un intento de reivindicar la soberanía, el príncipe Sobieslao desató una guerra económica contra los Premislitas acuñando sus propias monedas: en la primeta etapa la cantidad nada despreciable de 70 mil unidades. Numerosos ejemplares se exhiben en el mueo instalado en la sede del municipio de Libice.
Los motivos acuñados en las monedas del príncipe de Libice eran muy singulares en comparación con otras monedas medievales: en el anverso de una de ellas está representada una mano con un puñal, y en el reverso, un águila lista para lanzarse a un ataque. Los arqueólogos no descartan haberse tratado de una amenaza política dirigida a los Premislitas.
Sin embargo, a finales del siglo X serían los soberanos Premislitas que asestarían la puñalada mortal a los Slavník...
En la elevación que oculta las huellas del glorioso y trágico pasado de Libice se alzan, desde el año 2000, las estatuas de San Adalberto y de su hermano menor San Radim, de la estirpe principesca de los Slavník. Son efigies de dos peregrinos descalzos y demacrados.S. Adalberto, nacido en Libice hacia el año 956, estuvo a lo largo de su vida casi siempre de viaje. En el año 982 fue elegido obispo praguense, pero en la capital checa chocó con incomprensión ya que suscitaron repudio sus exigencias de abolir la poligamia, no autorizar enlaces matriomoniales de sacerdotes y no vender cristianos a la esclavitud. Ante el fracaso de sus esfuerzos pastorales, San Adalberto se marchó a Roma donde se refugió en un convento.
Y siguió un nuevo viaje cuando a instancias del soberano Premislita regresó a Praga y fundó en Brevnov el primer convento masculino de la regla benedictina en Bohemia.
Graves desavenencias obligaron a San Adalberto a abandonar de nuevo Bohemia. Una vez en el extranjero, este culto sacerdote era recibido en Italia y Alemania por personas de los más altos círculos seculares y eclesiásticos, incluído el emperador Oton III.
El arzobispo de Maguncia, bajo cuya jurisdicción recaía el obispo de Praga, instaba a San Adalberto a que regresara a Bohemia. El regreso jamás tendría lugar: la cuna de San Adalberto, Libice, fue arrasada por los Premislitas y los Slavník exterminados.
El 28 de septiembre del año 995 se oían en Libice el fragor de un cruento combate, el estertor de los agonizantes y el llanto de mujeres y niños degollados. Ese día, mientras las huestes de los Slavník, encabezadas por el príncipe Sobieslao, estaban en una expedición militar con el emperador Oton III, las huestes de los Premislitas asaltaron Libice.
Tomada la sede principesca, los Premislitas mataron a todos los Slavník presentes y asesinaron a todos sus familiares. Ahogado en la sangre, terminó el dominio de los Slavník.
De la matanza se salvaron sólo tres miembros de la estirpe de los Slavník: el príncipe Sobieslao y el obispo San Adalberto con su hermano menor, Radim.
El príncipe Sobieslao murió al servicio del soberano polaco Boleslao el Valiente. San Adalberto, por motivos obvios, jamás regresó a Bohemia y econtró una muerte mártir en una misión evangelizadora entre los prusianos paganos. Desde el año 999 sería venerado como santo por toda la Iglesia occidental.
La antigua sede de los Slavník pasó a formar parte del sistema de lugares fortificados de los soberanos Premislitas. Sin embargo, el fuerte de Libice perdió su importancia estratégica en el siglo 12 y una centuria después el pueblo de Libice que se extendía al pie de la antigua sede principesca, pasó a ser propiedad del convento de San Jorge, en el Castillo de Praga.No obstante, a lo largo de los siglos no se perdió la conciencia de que Libice era un lugar memorable con una extraordinaria historia. El interés por Libice se mantenía gracias a la veneración de San Adalberto y en la comarca donde nació surgieron varias leyendas:
Junto al templo más antiguo de Libice crecía aún en la Edad Media un robusto tilo del que la leyenda decía que había brotado del bastón que allí clavara San Adalberto durante una visita a su tierra natal. El pueblo recogía la corteza y las flores del árbol memorable, creyendo que poseían el milagroso don de curar.
Otra leyenda narra que en el interior de la cercana colina de Oskobrh duerme la hueste de San Adalberto que saldrá cuando la tierra checa esté en el máximo peligro. El día del onomástico de San Adalberto los caballeros de la hueste se ejercitan, por eso se oye durante la misa un estruendo que viene del lugar donde se alzaba en el pasado la sede de los Slavník.
El lugar fortificado de Libice atraía la atención de los arqueólogos desde mediados del siglo 19. Exploraciones arqueológicas sistemáticas se llevan a cabo en Libice desde hace más de cien años. La riqueza de los hallazgos arqueológicos que el turista puede admirar en el museo de Libice es asombrosa. Las visitantes suelen contemplar con codicia hermosos collares de cuentas de ámbar.Las modernas excavaciones arqueológicas, coronadas por el descubrimiento de la residencia de los príncipes Slavník, fueron iniciadas en 1948 por el eminente arqueólogo e historiador Rudolf Turek, científico del Museo Nacional de Praga.
Las excavaciones desvelaron los restos de extraordinarios edificios de la segunda mitad del siglo X: un palacio de un piso en el que habían residido los príncipes Slavník y Sobieslao, un templo con nave transversal y dos tribunas, una residencia de sacerdotes y un taller de fundición de metales nobles.
En el actual pueblo de Libice, al pie de la antigua sede principesca, los arqueólogos descubrieron varias necrópolis y los vestigios de una residencia de sacerdotes. Suponen que los restos de la iglesia de Nuestra Señora donde S. Adalberto fue consagrado a Dios por sus padres, se encuentran debajo de la actual sede del párroco.
Visitar Libice es como relizar un cautivante viaje a través del tiempo.