El flautista de Hamelín llevó a los niños a Moravia
La leyenda cuenta la historia del flautista de Hamelín que se vengó de los habitantes de esa ciudad alemana llevándoles a sus hijos. ¿A dónde? se preguntaban los padres de esos infelices niños; y después de ellos siguieron muchos otros. Nadie ha podido descubrirlo nunca con exactitud. Pero parece que las huellas se dirigen a Moravia del Sur.
Cada vez más pruebas, incluyendo las arqueológicas, muestran la posibilidad de que los niños de Hamelín fueran a parar a alguna parte entre las ciudades de Vyskov y Blansko.
La historia sobre el flautista de Hamelín aparece en crónicas y registros viejos desde la edad media. En la ciudad de Hamelín aparece un día un hombre misterioso vestido con ropas relucientes. Por cierta suma promete liberar a la ciudad, con ayuda de su flauta mágica de plata, de los repugnantes roedores.
Cumple su promesa, pero los concejales se niegan a entregarle la suma acordada. El flautista, enojado y decepcionado, se retira de la ciudad. Pero vuelve, y en la fecha de su regreso coinciden todas las versiones de la leyenda. Fue el 26 de junio de 1284.
En el año 1284 después del nacimiento de Cristo En el lejano Hamelín Ciento treinta niños, nacidos en este lugar Se fueron con un flautista a la montaña. Estas palabras están grabadas en un muro de la iglesia de Hamelín.
Sí, fueron ciento treinta niños a los que el flautista encantó con su instrumento y se llevó consigo por la puerta municipal del Este. Los niños lo siguieron hacia el lugar denominado Calvario, donde se celebraban las ejecuciones. Allí se perdió su rastro. Las madres desesperadas buscaron a sus hijos por todas partes, andando de una ciudad a otra, pero en vano. Nadie más volvió a ver a aquellos niños.
Probablemente en el siglo dieciséis el flautista se convirtió en cazador de ratas y esta figura aparece también en la narración literaria de los hermanos Grimm. Del tema se apoderó asimismo el escritor y poeta checo Viktor Dyk.
En su relato el cazador de ratas se enamora de la joven Agnes, en cuya casa encuentra refugio después de su llegada al pueblo de Hamelín. El amor es mutuo, pero posteriormente Agnes se da cuenta que está embarazada por sus relaciones íntimas con su antiguo novio. El cazador de ratas se enfada y decide abandonar el pueblo. Antes de hacerlo visita aún la taberna local. Allí se encuentra con el ayudante del Diablo quien le ofrece vida eterna si utiliza su flauta para hacer daño a la gente.
El cazador de ratas lo rechaza resueltamente y se retira del pueblo. Pero su amor hacia Agnes es más fuerte que su voluntad y lo obliga a regresar. No encuentra a su amada y cuando se entera de que Agnes se ahogó de pena y que su madre se volvió loca, decide con la ayuda de su flauta llevar a todos los habitantes de Hamelín al borde del precipicio de la montaña de Koppel.
No lo hace porque no se la haya pagado el dinero prometido, sino por desengaño amoroso. Al tocar su melodía, en la gente se despiertan los olvidados pecados. Los habitantes de Hamelín lo siguen hacia la montaña de Koppel donde terminan su vida con la esperanza de partir para una tierra donde haya abundancia de todo y donde les sean perdonados sus pecados. El cazador de ratas espera que volver a encontrarse con su amada Agnes, la única persona en su vida que fuera capaz de despertar en su alma algún sentimiento.
Sin embargo, no fueron sólo los artistas a los que atrajo la historia del flautista o cazador de ratas de la ciudad de Hamelín. A los historiadores les sorpendía sobre todo exactitud con qué se hablaba de la fecha del suceso. Todo parecía indicar que la leyenda se basaba en hechos reales.
En el medioevo las tierras de Europa Central y Oriental fueron "conquistadas" por colonizadores de los entonces sobrepoblados territorios del Oeste europeo, ante todo de Alemania y del norte de Francia. La colonización tenía su ordenamiento fijo. El que deseaba poblar algún territorio, ya fuera noble o religioso, tenía que contratar al denominado "localizador". Su cometido consistía en adquirir un número suficiente de colonos jóvenes y traerlos al lugar indicado. Allí tenían que tallar el bosque y fundar un pueblo. En recompensa quedaban liberados durante los siguientes diez años del pago de impuestos.
El flautista de Hamelín fue un "localizador" que trajo a los niños " como futuros colonos - de la ciudad alemana de Hamelín a Moravia. Se supone que su nombre era Body. Según éste fue denominado también un pueblo en la región de Vyskov en Moravia del Sur " Boden, nombre que fue adaptado más tarde al checo como "Podomí".
Justo a su lado se encontraba otro pueblo " Hamlíkov, o según algunos registros también Hamakov o Hamlínkov, nombre checo procedente del nombre de origen alemán Hämlingen. Su parentesco con Hamelín está más que claro, afirman los investigadores. El pueblo Hamlíkov ya no existe. Hasta hoy en día quedaron de él sólo restos de casas medievales.
Estos fueron descubiertos por Ervin Cerný-Kretínský, renombrado experto en medicina, oriundo de esa región. Ervin Cerný-Kretínský, quien murió el año pasado a los 88 años de edad, se dedicaba también a estudiar la historia. Fue autor de más de 70 publicaciones científicas y de seis libros. Se ocupaba ante todo de la geografía histórica. En el planalto de Drahanská vrchovina descubrió 62 extintos pueblos medievales, y entre ellos Hamlíkov.
¿Pero cómo es posible que los colonizadores de la ciudad lejana de Hamelín, ubicada en el extremo noroccidental de Alemania, llegaran a Moravia del Sur, a la región de Vyskov? Una explicación al respecto se puede encontrar en la obra del historiador alemán, Wolfgang Wann, publicada hace 18 años.
Wolfgang Wann, quien dedicó a la leyenda del flautista de Hamelín prácticamente toda su vida, llegó a la conclusión de que los colonizadores habían sido invitados a Moravia en el siglo 13 por el obispo de Olomouc, Bruno. El obispo Bruno, diplomático y consejero del rey checo Premysl Otakar II, provenía de Schaumburg, localidad a sólo unas decenas de kilómetros de distancia de la ciudad de Hamelín.
Bruno era hombre del gran mundo. Durante su actuación en Moravia creció el número de pueblos en su diócesis de 200 a 400. Según estiman los historiadores, atrajo a Moravia a más de 25 mil colonizadores. Al servicio del obispo Bruno de Schaumburg estaban aproximadamente 300 "localizadores", y entre ellos unos 150 alemanes. También sus nombres parecían a menudo ser derivados de Hamelín. Hamel, Hamal, Haemler, Hamelius ....
El destino del flautista o cazador de ratas de Hamelín, el pueblo moravo Hamlíkov, no sobrevivió a la edad media. Por primera vez fue destruido durante las guerras de los husitas en el siglo 15. Posteriormente fue poblado nuevamente, esta vez ya por los checos, pero a finales del siglo 16 volvió a quedar abandonado. La causa fue probablemente la peste.
La última mención sobre el pueblo Hamlíkov procede del año 1596 y consta en el Registro de la Propiedad de Moravia. Quien hoy desee ver el pueblo del cazador de ratas no encuentra en su lugar más que un denso bosque, y si tiene suerte alguna seta.