No puede dividir la física y la traducción
"Estoy enamorada de Praga", dice Elena Buixaderas, de Vitoria, España, que vive en la República Checa desde hace casi nueve años. En una de las ediciones anteriores de este espacio conversamos con Elena sobre su profesión: la física. Esta vez nos contará sobre otra de sus aficiones, a la cual se dedica en el tiempo libre.
"No sé, es que me gustan muchas partes ... Pero bueno, me encanta Kampa, siempre me ha gustado mucho, tiene un toque un tanto melancólico, a veces. También porque asocio siempre Kampa con el poeta Vladimír Holan, que me encanta, y entonces, este sitio tiene algo especial para mí".
¿Ha leído los poemas de Holan en español o en checo?
"En los dos. Es que también me dedico a la traducción y he traducido poesía checa al español. A Holan no lo he traducido yo, pero he traducido, por ejemplo, a Václav Hrabe, ahora estoy traduciendo a Viola Fischerová. Me gusta mucho la literatura".
¿Sus traducciones ya han sido publicadas?
"Sí, me han publicado dos, la de Václav Hrabe y también la novela de Alexandra Berková ´Amor tenebroso´ (Temná láska, en checo). Espero que en un año o así publique una antología de Viola Fischerová".
¿La traducción publicada de Václav Hrabe es también una antología?
"Es su poemario ´Blues´, que en realidad recoge más o menos toda su poesía. Como murió tan joven no le dio tiempo a publicar muchos libros".
¿Entre los poemas de Václav Hrabe o Vladimír Holan hay alguno que le gusta más? ¿Que lo sabe de memoria?
"No, no. Tengo muy mala memoria. Como mi cerebro está entrenado para la lógica, tengo muy mala memoria. No podría recitar nada de memoria. Y tampoco tengo uno en concreto. Pues, cuando uno lee a fondo un poeta es difícil elegir, ¡la verdad"!
¿Y por qué estos dos poetas? ¿Qué le impresionó en ellos?
"No sé ... En Holan me impresiona todo, todo. Desde su profundidad espiritual o filosófica, incluso la forma en que están escritos sus poemas, todo porque escribir un poema tan largo como ´Una noche con Hamlet´ es impresionante, sólo lo puede hacer un poeta de una talla extraordinaria. Simplemente uno se quita el sombrero ante él. Václav Hrabe me encantó por la fuerza que tiene, porque fue una manera de traer toda la rabia que había en América en la generación de Allen Ginsberg en esa época aquí a Praga, lo adaptó, digamos, esa ´beat generation´ a la Praga de los años 60. Está allí puesto todo, la fuerza de la juventud también. Es un poco ingenuo a veces, pero a la vez se toma las cosas en serio. Creo que es una poesía que impresiona también, sobre todo a la gente joven".
¿Echa algo de menos de lo que tiene España y la República Checa no?
"Sí. La luz del invierno, que aquí hay muy poquita, eso echo mucho de menos. Las comidas españolas, que me gustan mucho más, por supuesto. Luego también echo de menos a veces la calidad de la gente porque aquí la gente es un poco áspera. Son los recuerdos sobre todo de los primeros años aquí antes de que yo aprendí a hablar checo, porque la gente era reticente, un poco seca. Pero bueno, con el tiempo, la verdad, es que también ha mejorado y creo que las nuevas generaciones también son mucho más abiertas y también eso está cambiando, por suerte".