Múnich, capital del arte también para los checos

Una pintura de Ludvík Kuba, foto: archivo de la Galería Nacional

La importancia de Múnich para el surgimiento del arte europeo moderno, así como para la formación y desarrollo de muchos artistas checos, es el tema de la exposición ‘Múnich- brillante metrópolis del arte (1870-1918)’.

Múnich,  foto: Lady Whistler,  Wikimedia CC 3.0
Los principales centros de creación artística europeos de finales del siglo XIX y principios del XX no fueron únicamente París y Viena. La ciudad alemana de Múnich tuvo también un papel fundamental en la formación del modernismo y, más tarde, en el surgimiento de las primeras vanguardias.

Ahora, como parte de las actividades de Pilsen como Capital Europea de la Cultura, la exposición ‘Múnich- brillante metrópolis del arte (1870-1918)’, reivindica a la capital bávara a través de más de 100 obras de 43 artistas, divididas en cuatro secciones.

La muestra se dedica así, por un lado, a retratar la agitada atmósfera bohemia del Múnich de la época, con sus clubes, cafeterías, escuelas y galerías. Por el otro se recoge el legado de la Academia de Múnich, el periodo dominado por el modernismo y, en la última sección, el expresionismo y las vanguardias en su forma local.

Una pintura de Ludvík Kuba,  foto: archivo de la Galería Nacional
Múnich es una ciudad no solo cercana e históricamente influyente en Pilsen, sino en general en todo el país. La exposición recoge lienzos de numerosos artistas checos que se formaron en esta ciudad o que pasaron en ella gran partes de sus vidas, como Ludvík Kuba, Jan Autengrub, František Ondrůšek Jož Uprka o Gabriel von Max.

Los materiales que acompañan a la muestra presentan además no solo una gran cantidad de información sobre los estudiantes y artistas checos en la capital bávara, sino también sobre el desarrollo del pensamiento, la creación artística y las exposiciones del Múnich de la época. La ciudad no solo atraía a checos y a otros pueblos del entorno, sino también a franceses, holandeses, polacos, rusos y húngaros, sin olvidar a decenas de coleccionistas estadounidenses.

Una pintura de Joža Uprka,  foto: free domain
Se calcula que a finales del siglo XIX uno de cada diez habitantes de esta ciudad de 600.000 almas era escultor o pintor, a menudo en buenas condiciones económicas, como demuestra la gran cantidad de talleres espaciosos y bien iluminados que se conservan por todo Múnich.

El público puede apreciar además obras nunca expuestas en Chequia como ‘La Crucifixión de Ludmila’, del mencionado von Max, algunos pequeños cuadros de Emil Orlik y Franz von Lenbach, tres pósteres de Vasili Kandinski, y varias perlas del círculo Blaue Reiter realizadas por Paul Klee, Gabriele Münter entre otros.

Autor: Carlos Ferrer
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