México y Chequia: mucho más que una alianza diplomática

Foto ilustrativa: CC0 / Pixabay

Las relaciones diplomáticas entre México y la República Checa y lo que fue Checoslovaquia llegan este año a su 95 aniversario. Radio Praga conversó con el doctor en Historia Latinoamericana, Josef Opatrný, para recordar los albores del vínculo entre ambos países, su evolución a través de los siglos, la superación conjunta de importantes eventos históricos y cómo ha logrado sobrevivir a estos para convertirse en una de las relaciones diplomáticas más fructíferas y consolidadas de la historia checoslovaca.

México,  foto ilustrativa: CC0 / Pixabay
Apenas a cinco años de cumplir Chequia y México un siglo de relaciones, es mucho más que la presencia de un cuerpo diplomático lo que se conmemora, pues antes del establecimiento oficial de una embajada, ya existían lazos significativos entre ambos territorios.

Los gérmenes de la comunicación checo-mexicana se rastrean en aquellos tiempos remotos cuando la República Checa era el reino de Bohemia y los actuales Estados Unidos Mexicanos, conformaba, junto a otras regiones, el virreinato de Nueva España, integrante del Imperio español. Nos explica el profesor Josef Opatrný, cómo comenzó todo.

ʺPrácticamente desde el siglo XVII podemos hablar sobre ciertas relaciones. En este tiempo fueron sobre todo los jesuitas de Europa Central, de la provincia de Bohemia que sirvieron no solamente como evangelizadores, sino también como arquitectos, médicos y apotecariosʺ.

En el campo de la arquitectura, por ejemplo, es conocido el caso del jesuita Simon Boruhradsky (Polná, actual República Checa, 1650-Océano Pacífico, 1697) conocido en Nueva España como Simón de Castro, quien formó parte de importantes proyectos de la Ciudad de México. Uno de ellos fue la reconstrucción del Palacio Virreinal, actual Palacio Nacional, así como los trabajos de desagüe de la ciudad.

 Josef Opatrný,  foto: Ana Briceño
Así como él, muchos jesuitas de Bohemia llegaron a Nueva España con intenciones evangelizadoras y terminaron involucrados en otras labores de gran envergadura.

Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, el misionero bohemio Wenceslao Link (1736-1797) descubrió la ruta a la Alta California, territorio desértico que había quedado fuera del ángulo de exploración de los conquistadores españoles.

El profesor Opatrný nos habla de otra arista que comenzó a desarrollarse paralelamente a la labor religiosa y no tan religiosa de los misioneros jesuitas de Bohemia.

ʺEn la segunda mitad del XVIII aparecen los primeros contactos comerciales. En este tiempo se exportaba de Europa Central a colonias americanas vidrio sobre todo y textiles. Entonces, en México, en la segunda mitad o a finales del siglo XVIII, apareció una sucursal de una fábrica de vidrio de Bohemia del Norte que existió hasta los años 30 del siglo XIX cuando fue liquidada por los británicos, por el vidrio británico muy baratoʺ.

El paso de Tadeo Haenke por México

Cuando se habla de relaciones entre lo que fue América Latina y Europa en el siglo XIX no se puede dejar de lado a los hombres de ciencia.

Tadeo Haenke,  fuente: free domain
ʺDebemos mencionar una persona importantísima para estas relaciones no tanto con México sino con toda América Latina: Tadeo Haenke, que fue gran participante de la expedición Malaspina. Vivió y murió en Cochabamba, Bolivia de hoy. Sin embargo, visitó también México a finales del siglo XVIII, visitando allí a los mineros checos o expertos mineros que trabajaban en ese tiempo.

Tadeo Haenke (Bohemia, 1761-Cochabamba, 1817) se embarcó en la expedición Malaspina en 1789 que fue entre tantos otros un viaje científico que tenía como objetivo el redescubrimiento, desde el ojo de la ciencia y la razón ilustrada, de los entonces territorios españoles en América, Asia y Oceanía.

Haenke es con seguridad uno de los científicos de mayor reconocimiento de Bohemia. En su travesía americana se enfocó en el estudio de los Andes, convirtiéndose en algo así como un prócer científico de esta región.

La música de Bohemia

Maximiliano de Habsburgo,  fuente: free domain
Ya bien entrado el siglo XIX, concretamente la década de los 60, nos encontramos con una nueva experiencia imperial en México. Esto se conoce como el Segundo Imperio Mexicano a cuya cabeza estaba Maximiliano de Habsburgo, una coalición entre la Iglesia Católica, ejércitos europeos y los grupos conservadores mexicanos.

Maximiliano I de México se instaló en el Castillo de Chapultepec y con él se llevó a su cuerpo militar y ello trajo aires bohemios a México. Opatrný nos explica por qué.

ʺNaturalmente el cuerpo militar en un país ocupado siempre es una cosa mala, pero con estos soldados llegaron los músicos checos. ¡Entonces bandas militares! En las bandas militares austriacas en este tiempo siempre sirvieron los checos con su fama de grandes músicosʺ.

Agrega Opatrný que las bandas militares gozaron de gran aprecio entre los mexicanos, incluso cuando se tenía en desprecio al príncipe europeo que ahora llevaba las riendas de su tierra.

Un apotecario especial y una bebida un tanto exótica

Josef Opatrný:
″Hasta hoy en día hay checos que dicen que los mariachis tienen algunos sonidos adaptados de estas bandas musicales checas de la época del Segundo Imperio Mexicano″.

Además de las bandas militares y la buena fama que le dieron a los checos entre los mexicanos, hubo un personaje muy importante que llegó de la mano del emperador Maximiliano.

Este fue el doctor Francisco Kaska, apotecario personal del emperador, quien era soldado y farmaceuta. Lo más curioso es que cuando los republicanos vencieron al imperio monárquico de Maximiliano, Benito Juárez decidió que aquellos miembros del cuerpo político-militar de Maximiliano que no hubieran cometido ningún crimen tenían el derecho a quedarse en México. Opatrný nos cuenta cuál fue el destino del doctor Kaska.

″Entonces Kaska se quedó en México como médico personal de Juárez y médico personal de Porfirio Díaz. Entonces él empezó no solamente la ayuda al establecimiento de las relaciones diplomáticas después sino también ayuda a la fundación de cosas modernas en medicina mexicana, en ciencias naturales. Todo esto es mérito de este Kaska″.

Francisco Kaska | Foto: Museo Nacional de Praga
Hacia finales del siglo XIX, apareció otro objeto en el escenario del comercio por el que los checos comenzaron a ser conocidos, la cerveza. Aunque esta no era una bebida natural para los latinoamericanos, se introdujo en el continente gracias a los inmigrantes europeos que en sus reuniones bebían cerveza. La curiosidad de los locales por probarla se afianzó a gran escala, nos explica Opatrný.

″Y se fundaron las primeras fábricas. Una de las fábricas más famosas y entre las primeras es Bohemia. En este tiempo fueron no solamente los técnicos checos, centroeuropeos, sino también la malta y el lúpulo que se exportaban y, naturalmente, las máquinas agrícolas″.

Necesidad de oficializar las relaciones diplomáticas

Cuando terminó la Primera Guerra Mundial y se fundó el estado checoslovaco, comenzó a sentirse entre Checoslovaquia y México la necesidad de oficializar sus relaciones y darle fuerza a sus intereses mutuos.

″Y, naturalmente, México tuvo el mismo interés que Checoslovaquia en los años 20, después de la Revolución Mexicana, digamos el gobierno revolucionario buscó los contactos internacionales contra, digamos, cierta presión de las potencias como Estados Unidos y también Gran Bretaña″.

Vlastimil Kybal,  foto: Free domain
En mayo de 1922 México estableció relaciones diplomáticas con Checoslovaquia. En este sentido, estuvo entre los países pioneros en tener relaciones con Praga, puesto que el primer consulado latinoamericano en Checoslovaquia se dispuso en 1920, fue Brasil y a éste le siguieron Perú y México en 1922.

Entre 1935 y 1938 fue nombrado embajador de México Vlastimil Kybal, un historiador especializado en el mundo románico, especialmente Francia, Italia y España. Desde 1918 ejerció cargos diplomáticos en Italia, Brasil, España y, finalmente, en México donde terminó su carrera diplomática. Según Opatrný la presencia de Kybal en México fue una faceta determinante para afianzar los vínculos entre ambos países.

″Kybal dijo 'es el mercado para nuestra industria y puede suministrarnos con las cosas que nuestra industria necesita como los cueros, las materias primas, etc.'″.

En los tiempos de su gestión se encontraba Lázaro Cárdenas como presidente de México. Kybal y él se conocieron personalmente y las reformas económicas decretadas por Cárdenas, como lo fue la nacionalización del petróleo, fueron respaldadas por el entonces embajador checo.

Kybal respondió con complicidad a estas políticas, fomentando las relaciones comerciales necesarias para proveer a México de la maquinaria y tecnología necesaria para su crecimiento económico.

Para 1938, en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial y a la amenaza de la invasión nazi, Checoslovaquia se entregó por entero a la lucha por la existencia de su nación y perdió interés en cualquier región del otro lado del Atlántico.

Una indeseada interrupción

Josef Opatrný:
″Siempre cuando lee la correspondencia diplomática o los materiales en archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores checoslovaco siempre puede encontrar las mismas palabras que describen unas relaciones diplomáticas correctas, muy correctas″.

Cuando en 1939 los alemanes ocuparon Checoslovaquia el panorama diplomático cambiaría según las órdenes de Praga. No obstante, un amable gesto por parte de los mexicanos asomó la posibilidad de la continuidad de la embajada checoslovaca en la antigua tierra de los aztecas.

″México ofreció a Checoslovaquia que defendiera su derecho diplomático en México, que no es necesario entregar la embajada a los alemanes″.

En ese mismo año Kybal culminó sus labores diplomáticas en México y quien le sucedió no tenía el rango necesario como para rechazar las órdenes del gobierno nazi. Según Opatrný, si Kybal hubiese estado como embajador hubiese aceptado la oferta mexicana.

Contrariamente al deseo del entonces presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, la legación checoslovaca fue entregada a la Alemania nazi. No obstante, México siempre apoyó el gobierno checoslovaco que se formó en el exilio. Cuando se celebró la Conferencia de Río de 1942 en la que los cancilleres de los países americanos se dieron cita, México intervino con la propuesta que nos comenta Opatrný.

″Los estados latinoamericanos tienen el deber, o deber es quizá una palabra muy rigurosa, pero deben establecer los contactos diplomáticos con los gobiernos exiliados a nivel de los embajadores″.

 Egon Erwin Kisch,  foto: public domain
México logró la aprobación de su propuesta y en marzo del mismo año (1942) inauguraron lazos diplomáticos con el gobierno checoslovaco en el exilio, que funcionaba en Londres.

No se volvieron a interrumpir las relaciones entre ambos países. En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial México ofreció asilo a numerosos checoslovacos judíos.

″Es también verdad que en este tiempo sirvió en México como agregado cultural una persona extraordinaria de la cultura checoslovaca, Norbert Frýd. Fue un escritor de procedencia judío-alemana. Naturalmente durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en campos de concentración, perteneció a la izquierda cultural″.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Frýd (České Budějovice, 1913-Praha, 1976) fue aparentemente el único miembro de su familia en haber sobrevivido al Holocausto. Logró escapar del campo de concentración de Dachau en 1945. Después del fin de la guerra se dedicó al periodismo y al ejercicio de la diplomacia como funcionario del Partido Comunista de Checoslovaquia en diferentes países de América Latina.

Frida Kahlo
En su función de agregado cultural, continuó consolidando relaciones checo-mexicanas, siguiendo el ejemplo de los funcionarios anteriores. Otro personaje de renombre para estos años fue Lenka Reinerová (1916-2008), la última escritora checa en lengua alemana. Fue una refugiada judía en Francia y Marruecos y finalmente se exilió en México adonde se fue junto al periodista y escritor Egon Erwin Kisch (Praga, 1885-1948).

La presencia de judíos checos en México también permitió intercambios culturales y artísticos, como lo refleja la amistad entre Reinerová con Frida Kahlo y Diego Rivera, y otros artistas e intelectuales exiliados.

″En México llamaron un pueblo, hoy en día parte de la capital, pero fuera de la capital en ese tiempo, Lidice, como conmemoración a este pueblo checo que fue liquidado por los alemanes″.

Efectivamente, al suroeste del Distrito Federal está San Jerónimo de Lídice honrando al Lidice checoslovaco, ubicado a pocos kilómetros al norte de Praga, y que padeció una terrible masacre en venganza al atentado que comandos checos cometieron sobre Reinhard Heydrich, gobernador del Protectorado de Bohemia y Moravia de la Alemania nazi.

Intereses académicos y comerciales

Opatrný nos comenta cuáles fueron los principales factores de las relaciones checo-mexicanas después de la Segunda Guerra Mundial y bajo gobierno comunista checoslovaco.

Monterrey en la actualidad,  foto ilustrativa: CC0 / Pixabay
″Durante el tiempo del comunismo y la Guerra Fría se establecieron firmes contactos culturales, culturales en el sentido de convenio cultural. Esto fue importante y no solo como convenio sino también el protocolo para saber cómo cumplirlo. México fue prácticamente el único país de América Latina, con ciertas excepciones, adonde fue posible para nuestros estudiantes y profesores viajar″.

Ya en la década de los 90 existían importantes proyectos académicos entre Checoslovaquia y México. Siguiendo la línea de esta tradición y colaboración es el curso de verano que ofrece la Universidad Carolina de Praga para los estudiantes del Tecnológico de Monterrey y que funciona desde el año 2000. Lo que de alguna manera motiva estos convenios nos lo explica Opatrný.

″México hoy día, si no me equivoco, es el socio económico más grande de República Checa en toda América Latina. Antes fue Argentina y antes Brasil. Hoy en día es México″.

En respuesta a esto, el Tecnológico de Monterrey, aunque se dedica a impartir carreras prácticas, ha entendido que el conocimiento cultural del país socio es muy significativo para el fortalecimiento del comercio o en palabras del mismo Opatrný ″los técnicos y comerciantes pueden meter mejor las patas en la vida económica″.

Josef Opatrný,  foto:  Prokop Havel,  ČRo
Cuando se compara a la diplomacia Checoslovaquia en relación a América Latina con la de otros países europeos, es de destacar que para 1938 ya Checoslovaquia mantenía nexos con ocho países latinoamericanos mientras que Polonia, por ejemplo, solo con dos. Esto se debe a varias razones.

″Checoslovaquia tuvo, digamos, una posición privilegiada por dos razones. Una fue por esta cultura musical que fue bien interesante para América Latina, los músicos checos ya en los años 20-30 servían en diferentes cuerpos musicales en América Latina. Y otra causa fueron las cosas económicas, exportación de café, de plátanos, de cuero″, comenta Opatrný.

En el caso de la exportación del cuero debemos recordar al empresario checo Jan Antonín Baťa, magnate del calzado y conocido mundialmente por sus zapaterías llamadas Baťa. Parte de los cueros usados para su calzado venían de América Latina y con el fin de facilitar y agilizar la producción masiva, Baťa hizo una importante resolución.

Jan Antonín Baťa,  foto: ČT
″Por fin Baťa decidió construir las fábricas directamente en América Latina para producir allí los zapatos, para no importar los cueros y exportar solo zapatos. Entonces esto fue muy importante después de la Segunda Guerra Mundial, naturalmente fue interrumpido durante esta″.

Después de la Segunda Guerra Mundial y con la instauración del comunismo, a México no se le ocurrió romper sus relaciones diplomáticas con Checoslovaquia, mientras que otros países sí lo hicieron, como Chile y Venezuela, y otros dudaron.

La relación diplomática entre México y Checoslovaquia y la actual República Checa es quizá un ejemplo de cómo la diplomacia se forja no solo a base de documentos y encuentros efímeros entre cancilleres y mandatarios, sino también gracias a gestos que trascienden el orden político dominante y a la elección apropiada de los embajadores, a la acogida de intelectuales y artistas y al encuentro académico.

Autor: Ana Briceño
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